¿Cómo fue la Navidad de los salvadoreños en 1936?

(Por: Salvador Augusto López Torres)

Una buena parte del mundo cristiano celebra la Navidad como la conmemoración del nacimiento de Jesucristo. La cultura de cada país incide en los matices de esta celebración; las condiciones económicas también son determinantes para los componentes de la festividad.

La época navideña entre los salvadoreños ha estado inmersa en sintonía con el mercado. A raíz de los aguinaldos, el comercio ofrece diversos productos como un atractivo para los consumidores. La época navideña de este año no está del todo lejos de cómo la celebraron algunos salvadoreños en 1936, es decir, hace 82 años.

Esta es una aproximación y reconstrucción de la Natividad de ese año, la cual incluye numerosos detalles de los comercios -muchos que ya no existen- y los productos, así como algunos aspectos muy característicos, tal como aparece en distintas publicaciones de El Diario de Hoy de diciembre de 1936, el cual tenía un precio que iba desde los 5 centavos, por 12 páginas, hasta un colón.

Un dato curioso fue que, el día cuatro de diciembre, en pleno inicio del mes navideño, dicho rotativo tituló la primera plana: “El homenaje nazi a sus héroes”, Adolf Hitler encabeza a los sobrevivientes de su popular “putch”.

El gobierno de la época era del general Maximiliano Hernández Martínez.

Desde el inicio de ese mes, los comercios ofertaron distintas clases de productos para preparar el clímax navideño con productos salvadoreños, así como provenientes de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y Escocia.

Sin embargo, no todo fue alegría: el 19 de diciembre el departamento de San Vicente sufrió un terremoto de magnitud de 6.1 y el epicentro fue ubicado en San Vicente, según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Estadística de Registros. Cronología de sismos destructivos en El Salvador.

El movimiento telúrico provocó más de 200 muertos, casi un millar de heridos, necesidades y pobreza debido al colapso de las edificaciones y el material con que habían sido construidas.

El diario se refirió a la tragedia como: “Horripilantes escenas presentan el cuadro tétrico de la total destrucción de la hermosa y floreciente ciudad de S. Vicente. Ni una sola casa quedó bien parada.

Las calles son hacinamientos de escombros. Completa era la confusión en oscuridad. Orden que la ciudad sea desocupada. Primera lista de muertos y heridos. Pérdidas que se calculan en cinco millones. Siete muertos y sesenta heridos se registran en San Estaban, San Vicente”.

El sismo también fue percibido en casi todo el territorio nacional. Los distintos sectores de la sociedad y el Gobierno en turno respondieron al auxilio de los vicentinos.

Entre las contribuciones particulares, hubo: alimentos (leche, mantequilla, pan; ropa, pantalones de gabardina, camisas); mil porciones de abasto para damnificados, y dinero en cheques.

También, la Cruz Roja salvadoreña se involucró en la ayuda, por su parte la estadounidense contribuyó con contingentes y la costarricense también se sumó.

Una infinidad de empresas e industrias contribuyeron en términos económicos a favor de los damnificados.

Diversos gobiernos del mundo se solidarizaron con El Salvador, como Guatemala, Honduras, Nicaragua, Argentina y Dinamarca.

A pesar del terremoto y la tragedia, los niños pobres de San Vicente tuvieron la visita de Santa Claus y recibieron alrededor de 20,000 juguetes.

La época navideña a nivel nacional continuó con su despliegue, y el comercio no se detuvo. Se ofertó: alimentos, dulces, ropa, electrodomésticos, juguetes, vehículos, bebidas embriagantes, cigarros, rifas de lotería, etc.

La panadería Las Victorias, por ejemplo, lo hizo con su eslogan: “No todo lo que reluce es oro, pero sí, todo lo que es Victorias es bueno. Esté atento a las grandes novedades que prepara para esta Navidad y Año Nuevo… Tel. No. 3-2-5”.

Se ofertaron caramelos, rellenos de todas clases y sabores, suspiros, cocadas y federales. Estos los vendía la fábrica Radio, que se ubicada en la avenida Independencia, No. 45. También, estaban a disposición los chocolates -grandes, variados y surtidos- para regalar; eran vendidos por libra en caja o recipientes de loza.

En el giro de la ropa, circulaba publicidad como: “Acaba de llegar. Con los más recientes modelos en trajes para calle y de noche. Preciosas chaquetas de naquén y molos redingote. Lindas pieles Martre y Pitit – Gri, la última moda de París y Londres. Elegantes manteles bordados en colores para té y de toda clase. David Barrocas. Hotel Astoria”.

Respecto de los electrodomésticos, los regalos navideños podían ser: radios General Electric (con tubos de metal). El atractivo para adquirir un ejemplar era gozar las transmisiones mundiales y cómo se celebraba la Pascua en otros países. También, la refrigeradora eléctrica “Kelvinator”, distribuida por E. E. Huber & Co. bajo el eslogan: “La casa de los pagos fáciles y confidenciales”.

En relación con los juguetes, los distribuyeron diferentes empresas como: la Compañía Ferretera Carlos A. Schmit & Cia.; Sawyer & Cia., Tel. No. 8-8-6.; De Sola Henríquez & Cia., Tel. No. 65.; Meardi Hermanos y sucursales, ubicada en San Salvador, Tel. No. 339.

Diversas clases de juguetes para niños y niñas. Los precios iban desde cinco centavos hasta 20 colones. Entre las muñecas había rubias y morenas, grandes y pequeñas, gordas y flacas, blancas y negras. Bebés de toda de clase. También había bicicletas y juegos triples niquelados para niños.

Además, vendían pelotas grandes y pequeñas, y para toda edad, así como de fútbol; y toda una variedad de otros juguetes: aeroplanos, camiones, acordeones, trompos, trompetas, espadas, escopetas, animales de hule, celluloid, chinchines, casas y cajas de construcción, herramientas para niños, tanques, buques, camiones, ferrocarriles, mesas de ping-pong, cocinas para muñecas-damas y dominós, entre otros.

Por otro lado, en la venta de autos estuvo el Packard Seis, con las siguientes características: comodidad, seguridad, distinción y verdadera economía. El precio fue de ₡4,300 en adelante, en el Garage Olympia, Tel. No. 854.

A su vez, las bebidas alcohólicas que se ofertaron durante este año y época eran diversas. La licorería Ilopania vendía el ron Atlacatl y su eslogan era: “En Navidad y Año Nuevo, tome ron Atlacatl, barato y bueno”.

La Constancia distribuyó varias marcas de cerveza: Pilseners, Extracto de malta, Cristal, Perro y Abeja. En otra línea de productos también ofrecían gaseosas “La Tropical”. Tel. No. 4 y 1-74.

La Milanesa, ubicada al costado poniente del Palacio Nacional, comerció vinos importados como: Asti spumante, extra dry y Lácrima Christi a ₡4.50 la botella.
Meardi Hermanos y Sucursales distribuyeron: champagnes y vinos -conserva-, vinos espumantes -vinos del Rhin- Moselle, etc.

Y Romeo Papini ofreció en su línea de licores: whisky Black & White y Buchanan’s, ambos escoceses.

Finalmente, en cuanto al rubro de la cigarrería, el 26 de diciembre a las 9:00 a.m. se corrió la lotería de la Cigarrería Morazán, el premio fue de ‎₡ 3,300 en efectivo.

Por su parte, la cigarrería García y Cía., ofertó estuches Mylord con 100 unidades a ‎₡1.00. Para el 24 de diciembre, programó un sorteo en el kiosko del parque Dueñas. El primer lugar fue un automóvil deportivo que estuvo en exhibición en el Teatro Coliseo; el segundo, un juego de muebles de sala; y el tercero, un reloj de pulsera, además de 200 premios adicionales. Al sorteo asistieron un delegado de la Alcaldía, representantes de los diarios capitalinos y toda la población que deseara concurrir.

El 23 de diciembre, el Comité de Recaudación del Aguinaldo del Niño Pobre salvadoreño regaló juguetes a niños de escasos recursos. La distribución fue frente a la antigua Casa Presidencial, en la calle de Concepción a villa Delgado.

Finalmente, entre algunos aspectos propios de la época, los números telefónicos tenían uno, dos o tres dígitos.

De forma muy parecida a la actual y 82 años después, diciembre y la celebración de la Navidad para muchos salvadoreños ha estado impregnada de comercio, consumo y compras. Por los datos encontrados se percibe que muchos artículos comerciales fueron para personas de clase media y alta, y otros para las de la clase baja.

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