¿Y el Colegio Médico? (II Parte)

(Por: Francisco Parada Walsh)


No acaban de desfilar por mi mente los innumerables problemas que el gremio médico enfrenta en El Salvador. Da igual que empiece por lo noble y excelso y termine en la patanería, así que puedo empezar por cualquier lado.

Pero no sin antes reconocer que ha habido líderes que han tenido poco eco entre los desinteresados, o desilusionados y frustrados colegas y en mi persona, líderes que se pueden reconocer por haber sido destituidos, degradados o procesados en sus trabajos ¡Por sus propios colegas, antes “compañeros de lucha”! Pero algo habrán tenido de culpa también, como la sucesión de directivas que hemos visto pasar, que no han logrado captar el ni mi interés ni haber logrado una urgida unión granítica entre los médicos.

El resultado es triste: Somos un gremio vulnerable, cual un recién nacido abandonado en la noche en lo espeso del bosque de la china. Empecemos pues, por los marcos legales que controlan, o más bien reprimen al médico.

Basta con que un paciente perciba en forma subjetiva que ha sido objeto de maltrato por parte del médico, para que éste se vea sometido a severas sanciones administrativas, irónicamente, impuestas por otros médicos.

No es que sostengamos que pueda existir falta de calidez de parte de los galenos, o que pregonemos la impunidad, pero esto no se resuelve con una ley abusiva, sino que vuelve el asunto peor: Se presta a revancha y represión política…De ahí la febril “carrera” entre diversos sectores del gremio NOTORIAMENTE POLITIZADOS para “tomar por asalto” por medio de elecciones, a la Junta de Vigilancia de la Profesión Médica y al Consejo Superior de Salud Pública. Para nadie es oculto que detrás de esos sectores o “planillas” se esconden intereses políticos y personales. Ahí radica el problema, que ahora lo vemos en mayor y, repetimos con descarada magnitud. Nos gustarían otros líderes, o que disimularan su interés político personal.

No señalo la preferencia política o ideológica, pero sí, condeno con toda energía, que en aras de perseguir sus fines personalísimos no hagan lo que deben por los problemas gremiales.

De esta forma, estamos frente a un revanchismo sectorizado, que nos divide, y por lo mismo, nos vuelve frágiles. Qué decir de los problemas legales por “mala praxis”, de las demandas a que se ven sometidos y expuestos los médicos, por meras complicaciones o eventos naturales dentro de nuestro ejercicio profesional… Si los atribulados profesionales acuden al Colegio Médico, recibirán una palmadita en la espalda o un buen consejo de algún abogado, a veces de la UCA.

Pare de contar. Defiéndase cada quien como pueda, como gato panza arriba, a gastar en honorarios de abogados y derrumbarse familiarmente y en el prestigio profesional. Jamás le llevarán un trámite ante una autoridad judicial o administrativa… ¿Será tan costoso contratar un equipo de jóvenes abogados en un país que sobre produce profesionales? ¿O no les importa?… lo peor, hablamos de “agremiados” ¿Y si usted no lo es? ¡Se lo lleva el diablo! Sigamos con los salarios y el desempleo, con los médicos trabajando en horarios completamente ilegales.

Con el grave problema de médicos generales desempeñando labores de especialistas en los hospitales, siendo las autoridades superiores quienes deberían ser llevadas a la justicia y no un médico general que por hambre, por no engrosar las filas del desempleo se ve obligado a realizar procedimientos quirúrgicos que él no debería realizar, ¿Dónde están los sacros acusadores, dónde están los inquisidores y quienes velan por los derechos de la población para emplazar a quien corresponda?, ¿Y dónde peor, dónde estás Colegio Médico? Por seguro en ese trampolín, y nada más que eso, de “lideres” que aspiran a algún cargo de alto rango, por supuesto “de confianza” para quien se encuentre de turno.

El idealismo murió, al frente nos encontramos con la hipocresía, la manipulación, los aires de importancia, trajes de aparentes finas marcas, gabachas que se arrastran como la dignidad y de falsa rebeldía que en nada atraen hacia la “colegiación obligatoria”.

La hipocresía de toda la institucionalidad de nuestro país, también, que queda impune ante el silencio de todos, ante la mirada despectiva de quienes deberían preocuparse por los demás, y no por sí mismos. Nos separaron, nos dejamos, ya no creemos en nada. Estamos solos e indefensos.

A lo mejor sí, para un sábado para quienes estén tranquilos, un par de cervezas y unas horas de “natación” en una piscina. Para otros, el aliento cotidiano a alcohol. Decadencia.

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