(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández)
De ésa manera calificó en reciente entrevista a los EE.UU., el señor Bukele.
Este calificativo lo expresó luego de afirmar que buscará reflotar las relaciones que habrían decaído en las administraciones presente y anterior.
Al examinar sin embargo tales impresiones nos encontramos con inconsistencias, dado que la administración Obama mantuvo estrechas relaciones con nuestro país e incluso alabó el manejo de la situación económica encontrada por la administración Funes hiciera (con deflación y crecimiento negativo de -4% del PIB).
Más adelante y a pesar de los esfuerzos de la derecha para impedir que los EE.UU. entregaran el FOMILENIO, llegó, y somos, como sabemos, los únicos que conservamos la entrega de un segundo paquete de tal recurso.
En éste punto hay que subrayar el hecho de que su asignación deriva del manejo transparente de tales recursos, como de los demás paquetes provenientes de diversas fuentes entre las que hay que destacar las europeas.
La gestión en cuestión y el destino irrestricto para los fines convenidos, no solo ha sido auditado por contralores internos, sino además externos, mismos que descalifican a otros países destino que ya no recibieron los segundos paquetes en cuestión. Tales entidades contraloras fueron elegidos para tal fin por los EE.UU., como el BM, el FMI y el BID, en cuyos informes reza como las administraciones salvadoreñas gestionaron y administran transparentemente tales fondos, sin observación alguna, o apenas procedimentales y menores, lo que consta en sus informes de carácter público.
Ello para reseñar un solo ejemplo de como las acusaciones que se han vertido reiteradamente en juicios paralelos y en torno a supuestos malos manejos de dineros públicos, no probados, tienen por único fin el desgastar por supuesta corrupción a las gestiones de izquierda.
Ahora bien, la actual administración estadounidense es en todo sentido diferente a su predecesora, puesto que ha abrazado la doctrina Monroe y practicado sistemáticamente un agresivo programa de sometimiento al hemisferio, llevando incluso al riesgo del enfrentamiento militar con Rusia y China en la procura de recuperar su hegemonía.
Hacia el sur es patente tal esfuerzo, pues para apropiarse de los recursos naturales venezolanos no tiene dificultad de implementar un proyecto al calco del ISIS en tierras sudamericanas, donde como en Siria, la denominada «oposición democrática» se construye con testaferros terroristas paramilitares, en su mayoría colombianos, que supondrán la justificación de una intervención militar en Venezuela para así lograr los fines propuestos. Comprendamos entonces que los EE.UU. participan siempre en procura de sus intereses, que le serán benéficos a los mismos EE.UU. como a las élites «aliadas».
Libia, Siria e Iraq patentan tal afirmación.
Ahora, el señor Bukele sabe esto y su discurso se corresponde con el interés de asegurar el respaldo que aquel dará a su gestión, que deberá ser sumisa, construyendo desde ya la alianza con las derechas salvadoreñas para garantizarlo internamente, pero además legitimando el programa económico que implementará, que como antes, servirá solo a los intereses de los sectores que estos representan: aliados incondicionales, ideológicos y políticos de los EE.UU..