La defensa del derecho al agua es una defensa de la vida

El 22 de diciembre de 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas por medio de su resolución A/RES/47/193 declaró el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, que se conmemora desde 1993, como un recordatorio a la humanidad de que éste es un recurso natural finito vital para la vida, indispensable para sostener muchas de las comodidades y estilos de convivencia modernas.

En nuestro planeta es difícil encontrar una forma de vida que no necesite del agua, sea dulce como la que encontramos en ríos, lagos, glaciares, nieve y mantos acuíferos o agua salada como la de los mares, lo cual favorece el ambiente y elementos que cada especie necesita para existir y auto preservarse.

En el 2010, las Naciones Unidas reconocieron que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los demás derechos humanos.”  Este derecho presupone “disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico, y comprende el agua para el consumo, el saneamiento, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica”.

Bajo esos criterios la ONU insta a los Estados a adoptar normas que garanticen el goce del derecho al agua sin ninguna discriminación y lograr una adecuada distribución entre la población del vital líquido y por ello el lema de este año es: «No dejar a nadie atrás».

 Por el momento según Naciones Unidas, “2.600 millones de personas carecen de acceso a un saneamiento básico, lo que supone el 40% de la población mundial mientras que la Organización Mundial de la Salud, OMS afirma que “la fuente de agua debe situarse a no más de 1.000 metros del hogar y, sin embargo, millones de personas en el mundo deben andar diariamente hasta 6 horas para recoger agua para uso doméstico”.

En cuanto al costo, el PNUD ha detectado “que en los países pobres la gente paga hasta 50 veces más por un litro de agua que sus vecinos más ricos debido a que tienen que comprar el agua a vendedores privados”.

La lucha por la no privatización del agua está presente en todo el mundo, al grado que el Papa Francisco se pregunta si acaso: “caminamos hacia la Gran Guerra Mundial del Agua” reflexión que entendemos la hace no sólo por el agotamiento de las fuentes hídricas en varias regiones del planeta que genera violencia sino también por el interés de sectores económicamente poderosos de privatizar y explotar comercialmente las fuentes de agua que todavía quedan, escenario muy vivido en El Salvador que ha alzado a un pueblo en contra de la privatización del agua y exige una ley que incluya un ente rector totalmente público para la administración del servicio, que promueva la conservación y crecimiento de los mantos acuíferos, que el vital líquido totalmente potable se provea de forma oportuna, permanente y equitativa en los hogares de todos los salvadoreños libre de discriminación y de privilegios particulares, pues es bien claro que la defensa del derecho al agua es una defensa de la vida.

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