(Por: Francisco Parada Walsh)
Todo lo que aquí escribiré parte del entendido y la comprensión profunda que tengo, que somos un país pobre. Pero una cosa es la pobreza, y otra, la negligencia más fría que raya con un genocidio oculto y siniestro en el manejo de la salud pública, de la que ahora quiero referirme a la red hospitalaria de nuestro país.
Hacer hospitales “cascaron” por acá y por allá, ha sido una medida populista que se ha comprobado que en nada ha servido para resolver los problemas de salud de salvadoreño, que siempre se queja de la falta de medicamentos, de no contar con una asistencia oportuna, de no haber camas disponibles en los nosocomios, de falta de medicamentos esenciales, etc. De lo que este gobierno ha hecho gran fanfarria con una fantasmal “reforma de salud”, que de reforma no percibimos absolutamente nada.
Dentro de las carencias en la red hospitalaria, es medular resaltar la palabra “crítica” que la comprendemos como muy grave, imperdonable, esencial, fundamental. Lo que en salud significa para usted salvadoreño que lee, que puede fallecer a causa de esa carencia. Podríamos escribir volúmenes, pero tomaremos algunas piedras angulares hacia donde señalar. Por ejemplo, no es equivocado afirmar que en nuestro país no existen Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
En primer, porque juntando todas las camas disponibles de todos los hospitales de El Salvador que supuestamente las tienen, resultan ni siquiera suficientes para los pacientes de tan solo el Hospital Rosales. Resultado: Si un paciente grave en un hospital periférico necesita de cuidados intensivos, morirá indefectiblemente porque no hay donde tratarlo, así sea una persona joven con toda su vida por delante, así sea su propia hija o hijo.
En segundo lugar, porque, para constituirse como una autentica unidad de cuidados especiales, habrá de contarse con tecnología de punta renovable y actualizada, con personal especializado en diferentes áreas de la medicina y profesiones paramédicas, etc. Todo lo cual no se cumple.
Otra deficiencia alarmante, de la que también se hizo mucho ruido, es el llamado “Sistema de Emergencias Médicas” que habría de servir para trasladar oportunamente a pacientes lesionados, gravemente enfermos, recién nacidos en estado crítico, etc. Hacia el hospital donde le resolverían el problema en forma definitiva, contando con personal entrenado y ambulancias con todo el equipo y tecnología de punta.
La realidad: Solo cuentan con unas ambulancias, talvez con gasolina, pero a menudo sin un solo catéter o suero para tratar el momento más grave de un paciente, y peor, ni siquiera cuentan con una cuna térmica para trasladar a un niño recién nacido grave. Resultado: Usted, un bebe recién nacido, pueden fallecer porque este “Sistema” no sirve. Pero lo que provoca horror, es la falta, repetimos, crítica, de personal de salud.
Sabemos de auditorías internacionales (nada baratas y que salen de sus impuestos apreciado lector) que han demostrado que, en promedio, se requieren en cada hospital del país, un promedio de 200 enfermeras y técnicos y 100 médicos más (No hablamos del Rosales ni de los hospitales grandes) pero que, parece que comprar este o aquel equipo ha sido “el parche” para esta carencia perfectamente conocida por las autoridades del MINSAL.
Hospitales “fantasmas” durante la noche; no hay especialistas en las áreas básicas de la medicina, NO SE HACEN CIRUGIAS, un solo médico para las emergencias y para todo un hospital, médicos generales cubriendo especialidades, una enfermera para 30 pacientes, etc. Resultado: Usted amigo lector y sus hijos pueden morir porque verá retardado su tratamiento. Pero una cosa es el conocimiento de nuestra pobreza, o la ignorancia, y otra, la indiferencia y la negligencia.