(Por: Jorge Wejebe Cobo)
En las últimas semanas del régimen nazi en la primavera de 1945, al general alemán Reinhard Gehlen lo asaltaba la pesadilla recurrente de vivir sus últimos segundos de vida al pie de la trampa de la horca, ante los vítores de una muchedumbre de prisioneros. Cuando despertaba sentía aún más real la espantosa prefiguración que le robaba el sueño.
Su meteórica carrera lo llevó durante la II Guerra Mundial de oscuro mayor en 1939 a ser ascendido personalmente, por Adolf Hitler a mayor general, a los 43 años, en diciembre de 1944.
La suerte del ascendido general no obedecía a actos de valor en el campo de batalla, ni al talento especial de mando. Sus méritos se fundaron en sus prácticas de crueldad con los prisioneros, desde que asumió el cargo de jefe de la inteligencia militar, en el frente contra la urss en 1942.
Durante su labor organizó reclutamientos de espías en serie entre los millones de prisioneros soviéticos y de otros países de los campos de concentración, a los que sus hombres les brindaban una propuesta única: colaborar con la inteligencia nazi o terminar convertido en cenizas en los crematorios.
MACABRO «SOVIETÓLOGO»
En poco tiempo, el general y sus colaboradores más cercanos se convirtieron en los que detentaban el monopolio de un inestimable conocimiento sobre el Estado soviético.
Gehlen, en mayo de 1945, se rindió a la contrainteligencia militar norteamericana, en el frente occidental. Negoció con éxito garantías para su vida y la de sus colaboradores a cambio de sus servicios y la entrega de su botín de archivos con cientos de expedientes de agentes e informaciones recolectadas sobre la URSS, que oportunamente microfilmó, encerró en tanques de acero y enterró en lugares secretos en los Alpes alemanes.
El exjefe nazi cautivó a los generales militares estadounidenses del servicio secreto, al revelar algunos de los nombres de oficiales, que supuestamente eran miembros secretos del Partido Comunista de Estados Unidos.
UN REGALO DE LOS CIELOS
Desde 1942, Allen Dulles, futuro jefe de la CIA y en aquel entonces responsable de la oss (Oficina de Asuntos Estratégicos, antecesora de la CIA, para Europa), radicado en Suiza, planificó la Operación Paper Clip, concebida para el reclutamiento de científicos y especialistas militares alemanes de sus órganos de seguridad, incluyendo criminales de guerra que pudieran ser útiles al gobierno norteamericano, en la posguerra para luchar contra la urss y el socialismo.
Para Dulles y otros padres fundadores de la CIA, la propuesta de Gehlen fue un regalo caído del cielo para la Operación Paper Clip. Devino en el «gurú» venerado de la guerra secreta contra la URSS y sus aliados europeos. En consecuencia, fue enviado para Estados Unidos junto a tres de sus más destacados jefes el 20 de septiembre de 1945.
De esa forma, desde finales de la Segunda Guerra Mundial se incrementó la más grande reconversión de espías y redes de agentes de la historia moderna, realizada por los servicios secretos norteamericanos.
En julio de 1946, el general alemán Reinhard Gehlen fue liberado de su estatus de prisionero de guerra «especial» y enviado a Alemania, donde comenzó a operar una organización de inteligencia, que luego sería conocida como Gehlen Org., a la cual la oss asignó inicialmente cinco millones de dólares y llegó a emplear a miles de alemanes buscados por crímenes de guerra y miembros de las SS, a muchos de los cuales incluyó en la llamada ruta de las ratas que llevaron a Sudamérica a centenares de prófugos bajo identidades falsas.
LA RED GLADIO
Entre los agentes reclutados se encontraban el doctor Franz Six y Emil Augsburg, miembros de las SS, implicados en el genocidio de judíos, intelectuales y guerrilleros en Rusia, exjefes de la Gestapo y miembros de organizaciones fascistas de Rumania, Yugoslavia y Ucrania, que rápidamente comenzaron a realizar acciones terroristas y de espionaje en las zonas ocupadas por el ejército soviético.
Gehlen sabía que, al exagerar la supuesta amenaza soviética en sus informaciones, podía mantener el interés de Washington y asegurar los fondos necesarios para su organización, de ahí que desinformara a Estados Unidos sobre el ejército soviético, del que aseguraba tenía listas 208 divisiones motorizadas y de tanques, que podrían arrasar el continente en poco tiempo.
En realidad, el Ejército Rojo en el periodo de 1946-1947 no contaba con la capacidad militar necesaria para invadir a Europa occidental, por las enormes pérdidas que había sufrido en la reciente conflagración, realidad que fue comprobada años más tarde por otras estimaciones de la propia comunidad de inteligencia.
La Organización Gehlen fue finalmente convertida en el órgano de inteligencia de Alemania Occidental, en abril de 1956, con el nombre de Bundesnachrichtendienst (BND). Reinhard Gehlen fue ascendido a teniente general de las Fuerzas Armadas y mantuvo el más alto cargo jerárquico de la inteligencia alemana, llegando al rango de mayor general, hasta que fue obligado a renunciar tras un escándalo político en 1968, por la infiltración de un agente de la kgb que ocupaba un importante cargo en esa organización.
Quizá el mayor aporte de Gehlen al dominio y penetración de Estados Unidos y sus servicios especiales en Europa, es el de ser fundador de una organización secreta dirigida por la CIA con ramificaciones en toda Europa Occidental, conocida como Red Gladio, concebida supuestamente para actuar en la retaguardia de los ejércitos soviéticos cuando ocuparan Europa Occidental.
El verdadero objetivo de la organización secreta era evitar que en Europa occidental se instauraran por la vía eleccionaria gobiernos progresistas que incluyeran a los comunistas.
Hasta la década de los años 80, la Red Gladio realizó acciones terroristas, asesinatos de políticos, participó en golpes de Estado, como el de Grecia en 1967, y en operaciones encubiertas, principalmente en Italia, donde se le relaciona con el secuestro y asesinato del presidente del senado Aldo Moro en 1978, quien poco antes había decidido incluir a los comunistas en su gabinete.
Solo después de la caída del muro de Berlín, en 1990, políticos italianos, funcionarios de la OTAN y exoficiales de la CIA reconocieron la existencia de la Red Gladio y los aportes del exgeneral nazi a su concepción y organización.
En 1999, durante la celebración de las relaciones entre el BND y los servicios especiales estadounidenses, el Director de Operaciones de la CIA hizo pública la documentación que demostró el apoyo y la colaboración de esa organización con Reinhard Gehlen, quien falleció en 1979, lleno de honores y con el reconocimiento de ser una leyenda en el espionaje de la RFA.
DUDOSO ÉXITO, PERO SEGURO LEGADO
Pero a pesar de tanta fastuosidad oficial, el exgeneral de Hitler dejó una incierta experiencia en sus acciones de infiltración y operaciones punitivas contra territorio soviético y del campo socialista, destinos a los que enviaron masivamente, en los primeros años de la Guerra Fría, a cientos de agentes y saboteadores, de los cuales la inmensa mayoría eran detenidos, ejecutados o abatidos sin cumplir sus misiones y lo que era peor, muchos aceptaron cambiar de bando y trabajar para la KGB o sus servicios aliados para intoxicar a la CIA con datos falsos Probablemente nadie evaluaó con objetividad las doctrinas del antiguo jefe del espionaje fascista, ni deparó en que con la misma intensidad con que el servicio nazi se desempeñó contra la URSS, los servicios especiales de ese país desarrollaron también una fundada experiencia, base informativa y doctrina que les hizo penetrar y enfrentar con éxito al ejército alemán que finalmente fue derrotado, por lo que EE.UU. heredó un socio ampliamente vulnerable y conocido por la KGB.
Markus Wolf (1923-2006) exjefe de la inteligencia de la República Democrática Alemana (Stassi, según sus siglas en alemán), describió en sus memorias lo que consideró el bajo nivel de actuación de las fuerzas de Gehlen al calificar a sus oficiales como «boys scout».
Actualmente ya no es un secreto la historia sobre las relaciones de colaboración y apoyo de EE. UU. a los criminales nazis, que hace tiempo son temas de numerosos libros e investigaciones en todo el mundo y se recogen ampliamente en la red de redes.
Reinhard Gehlen vivió lo suficiente para comprobar hasta qué punto su legado ideológico y político, más allá de su mayor o menor éxito operativo, superó con creces todos sus pronósticos y forman hoy parte de la doctrina de la CIA. Esta hace reaparecer las operaciones para quebrar la voluntad o exterminar prisioneros como en la lejana Segunda Guerra Mundial, un tenebroso comienzo en cada operación encubierta, golpes de Estado o intervenciones humanitarias que hoy proyectan sus herederos y seguidores en el imperio.