(Por: Francisco Parada Walsh)
La Maldad dio paso al bien. En el año 2027, a cien años de que se escribiera “Dinero Maldito”, se dan cita Pancho, Beto y Chamba en un tal y barato Starbucks de un lujoso centro comercial; el calor de la amistad se respira, se acerca la mesera a ofrecerles que tomar, todos piden te azul y blanco. Beto se notaba agobiado, parecía molesto, bastó el raro comportamiento de Beto para que Pancho y Chamba cruzaran miradas.
En lo que les servían el té azul y blanco, Beto les dice: Han pasado más de cien años que escribimos profecías para este país pero parece que nada ha cambiado, nada. Pancho: Quizá tengas razón Beto, saber que cuando escribí El Carbonero y esa línea que dice: “Si mi señor” nunca imaginé la sumisión, desprecio y mala vida que pasaba el campesino, hoy me doy cuenta que las cosas están peores y debido al tiempo libre y gracias a mi altísima pensión que gozo he tenido la curiosidad de actualizar la letra, no lo sé, le hice algunos cambios, tal vez quieran escucharla, y si quieren que le quite o le ponga solo díganmelo, al final amigos, el papel aguanta con todo.
Chamba, con la mirada perdida, mientras daba lentos y ruidosos sorbos al te azul y blanco, dijo: Bueno, siguen las cosas como las dejamos, escribimos para un país que no lee y nos gustaría que leyeras despacito tu nueva versión 2.0 de “El Carbonero”.
Pancho: Le hice algunos cambios, se las leeré en voz quedita pues la represión está peor que nunca”; bueno, esta nueva versión dice así: “Soy Salvadoreño que vengo de las calles del dolor, con mi tanatío de ropa a buscar la migración. De las colonias populosas de Apopa, Soyapango y Chirilagua, de otros pueblos fantasmas y del boquerón, vengo siempre solitario a buscar un sueño mejor.
Si míster Danger, soy buen trabajador, contráteme usted y verá que no se arrepentirá, soy buen trabajador. Cuando venía por los montes con mi bolsita con ropa, caminaba enredándome entre muertos en mi largo caminar. Me crucé por los viñedos donde gime el yankee: “Wet back go home” y cuando llego a la frontera me entrego a migración”.
Beto: Muy acertada para estos tiempos, quizá te hizo falta resaltar que lo que un día fue el café, cultivo de exportación, ahora lo que se exporta son personas, el mono cultivo son niños, mujeres y hombres desesperados ante esta pobreza imperante, fíjense que en aquellos tiempos que escribí Dinero Maldito fue por ver cada domingo a los hombres envalentonados por el guaro y gastando en la cantina todo el jornal que tanto les costó, ahora ese dinero maldito cobra vida todos los días sea por lavado de dinero, empresas de seguridad, elusión y evasión, cobros en parquos, extorsión y tantas formas de exprimir a este sufrido pueblo.
Chamba: Espero no se molesten pero a este país no lo salva ni el Cristo Negro, bueno, si ya tenemos a San Romero pero como que nada ha cambiado, nada, quizá me dé un poco de risa ver la opulencia de las iglesias y las pobrezas de los fieles y no tan fieles pero como cada cabeza es un mundo, poco puedo hacer. Pancho Lara se levanta a orinar. Momento que Beto le dice a Chamba: ¿Será que se enoja Pancho si le digo que El Carbonero no merece ser considero el segundo himno nacional? Chamba enciende un cigarro marca “Parliament”, aspira una buena bocanada de humo y viendo hacia el infinito le dice: Mira Beto, si en este país nada nos pertenece, ni el himno ni la bandera, nada, todos son inventos para arengar a un falso patriotismo, aquí tengo un recorte de una noticia donde mi dilecto y gran amigo Pedro Escalante Arce dice: “Antes de la independencia El Salvador no existía, este país fue una invención de la independencia”, ¿Qué más claro mi querido Beto?. Con firme caminar se acerca Pancho; mientras ve de pies a cabeza a una joven mesera empieza a tararear: Soy salvadoreño que vengo de las calles del dolor…..”