“Fase crítica” para la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Aunque todo iba enfilado a que Donald Trump y Xi Jinping firmasen un acuerdo de “paz” casi del todo convenido antes de que acabase el mes, Trump cambió el tablero la semana pasada al decir que ejecutará su amenaza de los últimos meses: subir unos aranceles de bienes importados por Estados Unidos del 10 al 25%, algo que le costaría a los chinos 200.000 millones de dólares.
La respuesta no se ha hecho esperar, y un tuit del director del periódico estatal chino Global Times ha llamado la atención de todos los periodistas económicos: «los analistas chinos están discutiendo la posibilidad de deshacerse de los bonos del Tesoro estadounidense y cómo hacerlo específicamente». También en un telediario chino se ha dicho lo siguiente: «China se ha preparado completamente para luchar la guerra comercial. No está dispuesta a pelear la guerra comercial iniciada por USA, pero China no tiene miedo y ahora tiene que luchar hasta el final”.
Algunos quieren verlo como bravuconadas por parte de cada contendiente buscando ligeras inclinaciones a última hora a su favor en el acuerdo a firmar. Para otros, es un calentamiento que hay que tomarse muy en serio.
¿Qué pinta China amenazando con vender los bonos de Estados Unidos?
China es uno de los mayores bancos del gobierno norteamericano, y en el plano internacional es su mayor prestamista. Por eso amenazar con vender sus acciones es su mayor y más definitiva arma económica.
En cifras: alrededor del 45% de la deuda soberana estadounidense (que no privada) está en manos de inversores extranjeros (el otro 55% está en manos internas), y de ellos China ostenta el 18,7%, Japón el 17.2%, Irlanda el 5% y otro montón de países más otros porcentajes inferiores. Es decir, China “sólo” tiene 1.189 billones (trillones en el anglosajón) de dólares, pero ese 8-10% es suficiente para hacer tambalear duramente el tablero.
Al mismo tiempo, y por ser los propietarios de los bonos del Tesoro de la principal economía del mundo, los chinos han sido capaces de tener una influencia definitiva en su propio crecimiento económico, porque pueden amoldar la relación del yuan frente al dólar más a su antojo. Principalmente lo han usado para mantener débil al yuan, de forma que sus exportaciones son menos costosas, lo que ayuda a incrementar la demanda de empleo y a dar trabajo a 1.400 millones de personas.
¿Y por qué no debería interesarles pulsar el botón rojo?
Porque eso mismo expondría enormemente a la economía china. Ahora mismo, de un total de 3.14 billones de dólares de las reservas chinas en divisa extranjera, el 38.2% está invertido en dólares. Han invertido enormemente en esta divisa, lo cual no es un problema siempre que se revierta de forma lenta y gradual y no de golpe, como están amenazando.
Como se ha ido viendo, y si Trump no lo impide, Estados Unidos está a punto de entrar en un período reflaccionista: después de más de una década de dinero barato, quieren enfriar la economía para normalizarla. Es decir, los bonos estadounidenses van a convertirse en un activo menos atractivo.
También podría ocurrir que, al debilitar el dólar, las exportaciones estadounidenses se hiciesen más atractivas, lo que les ayudaría a bajar el tan mencionado déficit comercial (el país importa más que exporta), uno de los caballos de batalla de Trump y el deseo del actual secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
“Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar La Bomba”
El célebre subtítulo (en su versión original) de la famosa película sobre la Guerra Fría creada por Kubrick marca el sentido de los acontecimientos, sobre todo cuando entramos en el terreno de la especulación y las previsiones económicas futuras.
Como decía el economista y celebrity del ensayismo económico Nassim Taleb, el mundo es hoy más frágil que hace una década, antes de la Gran Recesión. La evolución de las deudas de todo el mundo, también la estadounidense, se atajó en buena medida gracias a la enorme acumulación de deuda y a la emisión de más billetes.
En resumen, la economía mundial está enormemente endeudada, en unas cantidades no vistas antes en la historia, y los bancos centrales, que antes contaban con la opción de imprimir billetes en caso de revés, ya no disponen de ese mecanismo de emergencia.
Como anunciaba Pierre Bose, estratega de Credit Suisse, “por ahora el crecimiento global es robusto, el desempleo se reduce y los tipos de interés siguen bajos. Todo ello hace que el aumento de la deuda sea manejable, pero si hubiese una desaceleración inesperada o un rápido aumento del precio del dinero, esta situación placentera se borraría al instante”.
Mal asunto ahora que tantos analistas están vaticinando una cercana recesión económica.