Impuestos y subsidiariedad

(Por: Fernán Camilo Álvarez Consuegra)


La razón del impuesto en la sociedad moderna, es la de una común colaboración al Estado, a fin de que éste, pueda cumplir su función organizadora y de subsidiariedad: principio derivado de la Doctrina Social de la Iglesia, que se concibe, como la ejecución del Estado de una labor orientada al bien común, cuando advierte que los particulares, no la realizan adecuadamente, ya por imposibilidad, ya por cualquier otra razón.

Si el impuesto no fuese empleado, en la función reguladora del Estado y ésta, no va tendiente al desarrollo nacional o hacia la función subsidiaria, se estaría realizando una expoliación, es decir, la acción de despojar a una persona o individuo de algo que le pertenece, utilizando, para lograr dicho cometido, la violencia injustificada; es decir, la apropiación de manera, forzada, obligada o injusta, de algo que le pertenece a otro. Acción que posee un significado de naturaleza negativa, pues supone la utilización abusiva de algo que puede, además, emplearse como sinónimo de depredación, saqueo, o latrocinio.

La natural función del Estado es representar los intereses colectivos de la sociedad, organizando a sus miembros, para que éstos, en su actividad privada, se desarrollen. En cuanto a la labor subsidiaria, implica asumir aquellas actividades que necesita el particular y que éste, por sus escasos recursos, u otra causa, no pueda realizarlas de manera privada, procurando que, a la larga, logre proveérselas por sí sólo.

La primera función del Estado es crear orden, asegurando la vida y la estabilidad social, luego el desarrollo de la actividad diaria y, por último, la subsidiariedad. Si el Estado no cumple dichas funciones, la sociedad entra en crisis, deprimiéndose la economía y, en consecuencia, disminuyen los impuestos y generalmente, aumentan los gastos, por un sobre crecimiento del Estado, pasándose de la subsidiariedad, al asistencialismo y de allí, a un populismo.

Si esto sucede, los impuestos son malgastados y hay expoliación a los bienes privados, habiendo una baja en sus ingresos y contracción al “hecho generador”. Lo cual obliga a mayores impuestos y, a una mayor expoliación, de los bienes privados. Para ganar votos, se acostumbra ofrecer algún tipo de asistencia: gas, electricidad, paquetes alimenticios, paquetes agrícolas o, subir el salario mínimo. Dicho ofrecimiento es una desnaturalización del sistema que, si brinda ayuda, es a mediano y largo plazo, insostenible, pues la asistencia, si no es constante, sólo es paliativa sin permitir al individuo, cambiar su condición.

Pudiera ser un ejemplo, la asistencia agrícola: en vez de tener una asistencia permanente, que se utiliza como manipulación electoral, debería de crearse un sistema de auto ayuda, que permitiese ir dependiendo cada vez menos, de la subsidiariedad del Estado. En vez de dar un gas subsidiado, se debe asegurar un trabajo digno, que permita ajustar los gastos a los costos de mercado, gracias a un salario, acorde a la preparación del individuo.

Debe el Estado, procurar que el ciudadano pueda valerse por sí solo, pero, los políticos ven más fácil, ofrecer asistencia, la cual ellos no pagarán – lo hará el particular – o sugerir más impuestos.

Sólo la conciencia de que el Estado, al no cumplir su función o, malgastar los recursos, expolia al particular y que, además no es un Leviatán con vida propia, estaremos condenados a ser sus siervos, entregándole todos nuestros recursos.

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