En el Vaticano, el «lobby gay» es todo un sistema

(Por: Rodrigo Vera)


La versión al español de Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, el libro más reciente del investigador francés Frédéric Martel, es probable que provoque escándalo en la Iglesia Católica por sus puntuales revelaciones. Martel sostiene que alrededor de 80% del clero vaticano es homosexual, pese a que la jerarquía eclesiástica sigue oponiéndose a las prácticas de ese tipo y a los matrimonios entre personas del mismo sexo, por lo que, dice, ese rechazo es una postura “hipócrita” y “esquizofrénica”.

La “omnipresencia” de los homosexuales es todo un “sistema” que opera dentro del Vaticano, donde cerca de 80% de sus miembros tienen esta preferencia sexual y se apoyan unos a otros para escalar posiciones de “poder”, de manera que no se trata de un grupo minoritario aglutinado en un supuesto lobby gay, ni tampoco son unas cuantas “manzanas podridas”, “ovejas negras” o “peces malos en la red de Pedro”, como alguna vez aseguró el Papa Benedicto XVI.

Añade Martel en su volumen: “No se trata de un lobby ni de una disidencia; tampoco es una secta o una masonería dentro de la Santa Sede: es un sistema. No es una pequeña minoría, sino una gran mayoría.

“El Vaticano tiene una de las comunidades gays más numerosas del mundo. Dudo que haya tantos ni siquiera en el Castro de San Francisco, ese barrio gay emblemático.”

Pese a esto, prosigue Martel, la Iglesia católica sigue oponiéndose a las prácticas homosexuales y a los matrimonios entre personas del mismo sexo, por lo que es una postura “hipócrita” y “esquizofrénica”.

El libro, de 635 páginas, es producto de un amplio estudio realizado durante cuatro años por investigadores coordinados por Martel en 30 países, donde entrevistaron a unas mil 500 personas, entre ellas a 41 cardenales, 52 obispos y 45 nuncios apostólicos.

La investigación narra las historias de algunos encumbrados jerarcas homosexuales, como el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, quien fue presidente del Pontificio Consejo para la Familia y al parecer murió de sida.

“Era uno de esos hombres que anhelan el poder para tener sexo y el sexo para tener poder… Obligaba a los seminaristas a ceder a sus proposiciones. Su especialidad eran los novicios. Los más frágiles, los más jóvenes, los más vulnerables. Aunque en realidad se acostaba con todo el mundo. También con muchos prostitutos”, sostiene el autor.

Menciona al arzobispo estadunidense Paul Marcinkus, un “estafador” que administraba la Ciudad del Vaticano, que “sentía predilección por los guardias suizos”. Martel incluye varios testimonios de “amantes”, “prostitutos” y “escorts de lujo”, quienes narran sus encuentros y la manera como son abordados por los sacerdotes en las desenfrenadas noches romanas.

Le dedica un capítulo especial a la Residencia de Santa Marta, el edificio de 120 habitaciones donde actualmente habitan el Papa Francisco y otros prelados. Ahí –cuentan algunos inquilinos entrevistados– es muy común que los clérigos lleven a sus mancebos para pasar la noche. Y en el comedor, entre bromas, los comensales acostumbran ponerles motes femeninos a los cardenales homosexuales. Es la residencia un centro de “ambiciones e intrigas”, de “competencia y envidia”, donde los religiosos de más rango suelen seducir a “los curas más jóvenes” e incluso a los solemnes guardias suizos.

Se cuenta en el libro una anécdota muy ilustrativa de cómo se solapan ahí los amoríos:
“Uno de los prelados de Santa Marta trabajaba en la Secretaría de Estado. Era allegado al cardenal Giovanni Battista Re. Ese prelado tenía en aquel entonces un joven amigo eslavo, al que por las noches solía introducir en la residencia. Después lo presentaba como un familiar: su sobrino. ¡Por supuesto, nadie se lo creía! Un día, cuando el sacerdote fue ascendido, los rumores cobraron fuerza. Entonces el cardenal Giovanni Battista Re y el obispo Fernando Filoni publicaron una declaración para confirmar que el joven eslavo era realmente un familiar, y se echó tierra sobre el asunto”.

En Santa Marta, Francisco mandó colocar una imagen de la Virgen de Guadalupe. “Es un regalo que le hizo al Papa el cardenal y arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, un obsequio con el que quizá quiso hacerse perdonar sus devaneos”. (Rivera fue criticado por no denunciar al famoso cura pedófilo Marcial Maciel, por lo que Francisco acabó jubilándole.)

Las prácticas homosexuales que van desde los seminaristas hasta los nuncios apostólicos –“los más gays” de todos– también se abordan en la investigación, donde se calcula que alrededor de 80% del clero vaticano es homosexual.

Código del armario

¿Por qué razón hay en el Vaticano, y en general en el sacerdocio católico, un alto porcentaje de gays?
Frédéric Martel da esta respuesta:
“Para el que no asume su homosexualidad, incorporarse al clero es lo más sencillo: vive entre chicos, lleva ropajes, ya no le preguntan si tiene novia, sus compañeros de clase (que antes le gastaban bromas malignas) se muestran ahora impresionados, quien era blanco de burlas recibe honores, quien pertenecía a una raza maldita se incorpora a una raza de elegidos… la castidad con las mujeres y la promesa de celibato ya no dan miedo al futuro sacerdote.”

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