El pasado 24 de junio se conmemoraron 84 años de la muerte de Carlos Gardel, conocido como ‘Zorzal criollo’, el cantor que fue pionero y emblema del género musical que nació en los arrabales de Buenos Aires y conquistó el mundo, una figura venerada por igual por argentinos y uruguayos.
La vida de Gardel tiene las vueltas y hazañas propias de la ficción, plagada de momentos extraordinarios y del halo propio de aquellas personas con un talento fuera de lo común que estuvieron en el momento indicado en el lugar indicado.
¿Uruguayo, francés, argentino?
La fecha y sitio de nacimiento de Carlos Gardel son un misterio. Se sabe que vivió desde niño en la capital argentina y que él mismo realizó un trámite en 1920 para establecer su lugar de nacimiento como Tacuarembó, Uruguay, y luego en 1923 se nacionalizó argentino, pero existen dos hipótesis sobre su origen y ascendencia, ya que el cantante siempre fue ambiguo las veces que fue consultado al respecto.
La primera asegura que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890, con el nombre Charles Romuald Gardes. Su padre no lo reconoció y su madre, Berthe Gardes, habría emigrado a la Argentina tres años más tarde. Gardel sería una modificación como nombre artístico. El cantor habría omitido ser francés en el trámite realizado antes de su primer viaje a Europa para evitar represalias por no haber participado de la Primera Guerra Mundial.
La segunda sostiene la teoría de su nacimiento en Uruguay, el mismo día pero sin un año exacto, variando entre 1883 y 1887. Según esta hipótesis, Gardel no habría sido registrado por sus progenitores por ser el fruto de la unión entre una mujer y su cuñado. Berthe Gardes sería su madre adoptiva y él habría asumido la identidad de aquel hijo biológico de la mujer francesa, nacido algunos años antes.
El «Morocho» del Abasto
Gardel vivió toda su infancia y adolescencia en diferentes pensiones y conventillos del barrio porteño de San Nicolás, una zona donde se establecieron las clases populares, sobre todo a partir del gran influjo migratorio de fines del siglo XIX.
Ubicados cerca de la avenida Corrientes, la arteria sobre la que se emplazan los principales teatros y salas de espectáculos de Buenos Aires, su madre trabajaba como planchadora para estos espacios y esto le permitió entrar a hacer pequeños trabajos como aplaudidor, tramoyista y extra, donde aprendió a imitar a los artistas.
Como adolescente, se ganó el aprecio de la «barra» del café O’Rondeman, regenteado por los hermanos Traverso, punteros políticos del barrio del Abasto. Allí comenzó a ser contratado para cantar en eventos sociales y se ganó el alias de ‘Morocho’. Años más tarde, en 1927 compraría su primera casa en esa misma zona, donde se mudaría con su madre.
De jovencito, prontuarios policiales lo tenían involucrado en algunas prácticas ilegales, por lo que sus huellas digitales estaban en el registro. Esto tiró por tierra, algunos años después de su muerte, el intento por bautizar la avenida de los teatros con su nombre.
La voz del ‘Zorzal criollo’, patrimonio de la humanidad
Durante sus primeros diez años como cantante, Gardel no cantaba tangos sino música popular y folclórica, en aquella época llamada de «estilo». El tango era en un inicio una música instrumental, destinada para el baile, y Gardel fue la primera figura en volver reconocida la versión cantada, que además solía acompañar con guitarras en vez del típico bandoneón.
En 1915, Gardel recibe un disparo de parte de un matón en la calle luego de su festejo de cumpleaños en un episodio confuso también envuelto en misterio. Esta bala sería recuperada dentro de su cadáver, luego del accidente aéreo en el que murió en Medellín, Colombia, en 1935, y fue razón de debate por intuir la posibilidad de un enfrentamiento en el avión que causara la tragedia.
A partir de 1917, la fama de Gardel empieza a despegar. En la misma época que graba su primer tango filma su primera aparición cinematográfica; paradójicamente, una película muda. Su distintivo timbre de voz le ganó el apodo en honor a este tipo de ave típica de estos territorios. El éxito de sus grabaciones se volvió un fenómeno tanto local y regional como internacional. Con giras realizadas en España, Francia y EEUU, se transforma en un ídolo masivo y mundial.
Grabó alrededor de 800 canciones diferentes, un número extraordinario para la época y para lo que duró su carrera, además de trabajar en una decena de películas en Argentina, Francia y las últimas para los grandes estudios de Hollywood. Su voz fue registrada por la Unesco en 2003 como patrimonio de la Humanidad.