La Iglesia ante falta de vocaciones prefiere curas casados que sacerdotes mujeres

¿Reforma revolucionaria o parche para frenar la crisis vocacional? El próximo Sínodo sobre la Amazonía incluirá, por primera vez en la historia contemporánea de la Iglesia, una petición para el Papa: la ordenación sacerdotal de hombres casados. En principio, una solicitud muy específica para la Amazonía, pero que, de aprobarse, no tardaría en llegar a otros rincones de la Iglesia.

La falta de sacerdotes consigue resquebrajar así un tabú católico. En España, la escasez de vocaciones también ha provocado que los obispos abran sus diócesis a seminarios gestionados por ultracatólicos como loskikos para cubrir sus necesidades sacerdotales. Preocupación en la cúpula católica. Y diferentes alternativas para abordarla que no contemplan recurrir a la mitad de la población vetada al sacerdocio: las mujeres.

La petición para abrir el sacerdocio a casados estuvo cerca de convertirse en realidad tras el Concilio Vaticano II (1965), pero Pablo VI no se atrevió a aprobarlo. Aunque apenas parece una rendija, es la primera vez que la propuesta llegará de manera oficial al Vaticano. Y, según fuentes vaticanas, Francisco está dispuesto a dar un paso adelante, pese a los movimientos contrarios de los ultracatólicos. «Es una violación a la tradición apostólica», ya ha sugerido el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto, y uno de los líderes de la oposición al Papa.

«Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana», se lee en el Instrumentum Laboris, aprobado.

En ningún momento se habla de abolir el celibato, y mucho menos de abrir el sacerdocio a la mujer, en otro punto del documento sí se insta al Sínodo a «identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica» aunque sin vincularlo al sacerdocio, pero lo cierto es que de aprobarse, supondría una puerta abierta que pocos podrían cerrar.

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