(Por: Róger Hernán Gutiérrez*)
La discusión global, luego de la crisis financiera (2008) y tres y media décadas de neoliberalismo como forma de existencia política, social y económica, que no ha generado un bienestar para la gente, ha puesto nuevamente en el debate la importancia de lo público.
¿Cuál es entonces la situación en el país? Que la salida que siempre se observa es darle importancia al negocio, al “sector productivo” como erróneamente le denomina el actual Ministro de Trabajo—el capital sólo aporta medios de producción; y de acuerdo al ámbito donde nos movemos son en mucho poco consecuentes con lo que se requiere y necesita. Quienes dominan esos medios de producción y lo convierten en bienes y servicios son las personas trabajadoras. Sin embargo se habla con el que tiene y no con el que es.
Las señales van clarificándose y los íconos se van diluyendo, en cuanto a la corrupción hay una Fiscalía General débil y cuestionada, así como se confirmó lo del exmagistrado del TSE Ulises Rivas, debe hacerse lo mismo con la persona de Raúl Melara por sus claros vínculos con ARENA. Hoy podría ser un punto de inflexión para fortalecer las instituciones del Estado que sean capaces de brindar servicios de calidad, suficientes, inclusivos y sin privilegios. Pero lo que hay es la amenaza e intimidación hacia la gente que ocupa los servicios públicos; y el ongeismo reinante de la derecha va apuntalando a que ese problema se corrige con una nueva ley—que el nepotismo y la corrupción es una cuestión partidaria o de ley—sin embargo de lo que estamos hablando es del poder—que no lo corrigen intentos tibios como los que actualmente se ven.
Los abusos y arbitrariedades de funcionarios públicos y de empresarios privados está a la orden del día—pero ese comportamiento es en virtud del poder que tienen o creen tener cuando se sientan o los delegan en una jefatura o puesto de mando. Desde ese momento comienzan a ejercerlo, el poder, de manera dominante y no democrática—resultando en la corrupción galopante que se tiene en la sociedad. La institución y la empresa privada se corrompe por la manera en que se ejerce el poder, lo que en pocas palabras es siempre una acción al margen de la ley. Por lo que insistir en el peso de la ley como la solución es parte, lo que sigue es una mano férrea para aplicarla—como el caso reciente contra DAVIVIENDA, sin embargo la ley también presenta otros vericuetos utilizados para seguir ejerciendo un nivel de corrupción.
No es una persona mesiánica lo que necesitamos, sino el ejercicio práctico que vamos a darle al Estado la fuerza para desarrollar humanamente a la sociedad, fortaleciéndola con derechos, no con privaciones y abusos y, corregir a la gente con buena escuela, cultura de trabajo; economía democratizada; políticas públicas ejercidas en todo momento para el bien común, de tal forma que estas respondan a los principales problemas de la gente; desde la territorialidad con enfoque incluyente, contra la inequidad de su aplicación y contra la desigualdad a la hora de formar y promulgar la ley, en mucho resultado de una economía sólo favorecedora para los que tienen los medios de producción.
El Estado y sus instituciones, deben imponerse en virtud de aplicar la ley estrictamente en su texto, realizar una práctica de la misma salomónica—correcta, ética, sin sesgos—los medios tienen la responsabilidad de llevar el mensaje de que si no lo hace de esa manera empresario y funcionario público serán castigados, evidenciando que el aparato público funciona. Mientras los altos funcionarios sigan protegidos abusando de los recursos públicos que los lleva a un “estado de seguridad personal y familiar”, la cuestión simplemente no se ha corregido.
Recientes incidentes denotan el claro nivel de descomposición social, económica, política y cultural que vivimos, lo vemos claramente en hechos como la muerte de salvadoreños migrantes responsabilizando al río Bravo y que es necesario asignar los fondos para su repatriación; o el caso del secuestro del bus de la ruta 202, algunos opinan que es simplemente mala suerte-nada dirían esos opinantes está conectado con la manera de ejercer el poder, y son el resultado de la convivencia nociva que tenemos como sociedad.
En un pasado reciente mano dura y super dura, luego El Salvador seguro, ahora represión, sin tregua y todo el peso de la ley, mientras sigan cayendo abatidos por lo económico, la injusticia social, la criminalidad, la falta de trabajo, de oportunidades para vivir de manera decente los salvadoreños y salvadoreñas pobres. Hemos vuelto de nuevo con el personaje actual al frente del ejecutivo—a poner la carreta delante de los bueyes—con perdón de los semovientes y el carretón que no tienen nada que ver, es simplemente una expresión.
*Sindicalista salvadoreño