Varias olas de calor han azotado el hemisferio norte del planeta y la información brindada por las agencias meteorológicas mundiales no traen buenas noticias. El mes de junio de 2019 ha sido el más cálido desde que se realizan los registros y hasta los bajos niveles de hielo oceánico también rompieron récords, alcanzando su punto más bajo.
Según la portavoz de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Clare Nullis, próximamente en el oeste y el centro de Europa se presentarán olas de calor cortas, pero sin precedentes, con temperaturas diarias de hasta 10°C más altas de lo normal.
«Las temperaturas de la superficie terrestre y marina fueron las más altas registradas. Nueve de los diez junios más cálidos se han producido desde 2010», explicó ante periodistas en Ginebra. Añadió que este junio también marca el 414º mes consecutivo con temperaturas por encima del promedio del siglo XX.
Las temperaturas fueron notablemente superiores incluso en el norte de Siberia(donde prevalecen los incendios forestales) y en la isla de Baffin, en el norte canadiense. Otras regiones con temperaturas sustancialmente superiores a lo normal incluyen Groenlandia, Alaska y partes de Suramérica.
Más olas de calor
Para el 20 de julio una ola de calor llega a Norteamérica, lo que afectará a decenas de millones de personas con un índice de calor muy superior a los 38°C. Además, se pronostica que otra ola cálida llegará a Europa la próxima semana. La OMM pide a los ciudadanos que sigan los consejos oficiales y se mantengan frescos y seguros.
El servicio meteorológico de Francia confirmó el récord de temperatura ocurrido en junio, donde se llegó a los 46°C en el sur del país.
Bajos niveles de hielo
Las temperaturas son solo una parte de la historia. En junio, tanto en el Ártico como en la Antártida, se registró también el nivel de hielo marino más bajo, después del mínimo histórico de junio de 2016.
Las desviaciones de temperatura marina más notables se presentaron específicamente en las costas de Alaska, el oeste de Canadá y norte de Rusia. En enero de 2019, esa preocupante tendencia se registró en las costas centrales de Suramérica, la mitad sur de África, Nueva Zelanda y el océano circundante.