En Cataluña, Valencia o Euskadi, ateos, agnósticos o no creyentes son casi la mitad, según el CIS.
Por contra, el 90% de los riojanos son católicos, y no hay porcentaje de ateos o no creyentes.
Ocho de cada diez matrimonios que se celebran son civiles, mientras las cifras de bautizos y comuniones se desploman.
Dos de cada tres españoles se declaran católicos, pero no llega a un tercio de ellos (el 22,7%) los que afirman ir a misa o confesarse, según el último barómetro del CIS, que por primera vez constata que los ateos, agnósticos o no creyentes superan a los católicos practicantes al llegar al 29%. Apenas un 2,3% afirma pertenecer a otra religión distinta a la católica.
Los datos del CIS son tozudos: el 7,5% de los españoles se considera agnóstico, mientras que los indiferentes o no creyentes suman el 8,3 y los ateos se colocan en el 13,3%. En total, 29,1%. Casi tres de cada diez ciudadanos no quieren saber nada de la Iglesia católica. Una cifra que, ocho décadas después, termina por dar la razón a Manuel Azaña: España ha dejado de ser católica.
Las cifras son especialmente rotundas en Cataluña donde, aunque los que se dicen católicos alcanzan el 52%, apenas un 10,9% va a misa. Por contra, los ateos son el 26,4%, los ateos, el 11,3, y los agnósticos, el 6%. En total, un 45,9% de los catalanes (hay que sumar el 2,2 de los que profesan otra religión) pasa de la Iglesia. Y entre los que se dicen católicos, sólo el 5,3% van a misa todos los domingos. El 73%, por el contrario, no va nunca o casi nunca.
La situación se repite en otras regiones, como la Comunidad Valenciana, donde los practicantes apenas llegan al 13,8%, frente al 15,8 de ateos, 11,2 de no creyentes o 5,3% de agnósticos. O Euskadi, con un 16,9% de católicos practicantes por un 18,9% de ateos, 12,8 de no creyentes y un 10,8 de agnósticos. En la Comunidad de Madrid, los ateos (15%), agnósticos (13,5) o no creyentes (6,9) también superan a los católicos practicantes (20,4%).
En la Comunitat Valenciana, apenas un 10,3% de los católicos asiste a misa dominical, mientras el 71,4 no va nunca o casi nunca. Algo similar a lo que ocurre en Euskadi (un 9,4 va a la Iglesia cada domingo contra un 67% que no acude).
Por contra, en La Rioja, los que se definen como católicos llegan al 90% (40% practicantes y 50% no practicantes), mientras que no hay datos de ateos, no creyentes o fieles de otras religiones. Los agnósticos riojanos, eso sí, ya suman el 10%.
¿Cuál es la razón? Tal y como admiten los obispos, la «progresiva secularización» de la sociedad española, que afecta más a las regiones más industrializadas y con mayor índice cultural e interreligioso, como Cataluña, Madrid, Comunitat Valenciana o Euskadi, mientras que en Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura o Andalucía la presencia de la Iglesia católica continúa siendo predominante.
Privilegios económicos de los Acuerdos Iglesia-Estado
En su reflexión parlamentaria de 1931, Azaña apuntaba que la cuestión era «organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español». En el contexto actual dibujado por el CIS se da una situación de privilegio para la estructura católica, consagrada en los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979 que aseguran, entre otras cosas, un flujo económico ininterrumpido desde las arcas públicas a a la Conferencia Episcopal Española.
Y eso a pesar de que no sólo disminuyen los que se declaran católicos o van a misa, sino que también han descendido de forma drástica los ‘ritos religiosos’ (bautizos, comuniones o bodas). Según los datos de la propia Conferencia Episcopal, mientras en 2007 se celebraron 325.271 bautizos en España, el pasado año apenas fueron 214.271.
Del mismo modo, como asegura el último informe de la Fundación Ferrer i Guardia, el 80% de los matrimonios ya se celebran por lo civil. Como ocurre con los datos del CIS, la situación es especialmente delicada en Cataluña –el 90,9% de las bodas son civiles– o Euskadi donde se sitúan en el 87,4%.
Una realidad que, según el autor de la investigación, Josep Mañé, empeorará, pues «casi un 50% de las personas de entre 18 y 24 años se declara no creyente, superando el porcentaje de los que sí se consideran religiosos».