¿La materia laboral, no comulga por intereses de provecho para todos?

(Por: Róger Hernán Gutiérrez*)

Compartir ideas, pensamientos y conciencia sobre la verdad del mundo del trabajo, sobre la forma en que se construyen las relaciones sociales de producción, es todavía una cuestión de bastante dificultad, y donde permanece históricamente como base dar a la fuerza económica y política imponer su poder, lo que implica para los empresarios apropiarse de los medios de producción; y para la clase trabajadora vender su fuerza de trabajo por un salario, además con el sometimiento de condiciones socio-laborales de mucha desventaja y desprotección social, que se manifiestan en diferentes formas que degradan, atentan contra la dignidad de las personas y perjudican la vida y el trabajo de las personas que se ven necesitadas de un trabajo en un mundo laboral violento y deshumanizado.

El progreso laboral se manifiesta únicamente en la obtención de ganancia que sostienen procesos acumulativos de capital, en detrimento de la gente que trabaja y que con base a ello le son definidos ingresos que nunca son cabales para una vida digna o para cumplir con el costo de vida que señala nuestra legislación laboral.

La clase dueña de los medios de producción, que envuelve los intereses sectarios de los empresarios, es aquella que organiza el trabajo (relaciones sociales de producción), de tal forma de obtener cada vez una mayor ganancia y, lo hace en base a la explotación laboral, lo que lleva a una relación laboral de imposición de reglas, que llevan a la reducción de costos (empleos) y desvaloración del trabajo (contracción salarial), de controles y de incumplimientos a los derechos laborales, de quienes se ven presionados a vender su fuerza de trabajo por un salario, mucho de los puestos de trabajo, se establecen entre patronos y trabajadores(as) en condiciones de trabajo, que no cumplen con los suficientes ingresos para cubrir las necesidades materiales, morales y culturales de una familia de tres personas, en cualquiera región o territorio nacional.

Ese mecanismo que lleva a la obtención de plusvalía—aquel trabajo no remunerado que se apropia el dueño del negocio—es un síntoma de la violencia laboral que se vivencia en la actividad económica de que se trate, en tanto que es una manera de ejercer relaciones de trabajo opresivas donde las personas trabajadoras se ven impotentes de exigir y reclamar mejores condiciones materiales de existencia, puesto que ello los llevan a generar mayores niveles de inestabilidad laboral y desempleo.

En el otro lado de la mesa la tutela del Estado, que se ve cooptado por la fuerza empresarial, ahogando la gestión pública de una efectiva defensa de la legislación laboral, aunado a esto incapaz de detener la violencia laboral que día a día se vivencia en los espacios de producción.

Por hoy la realidad de que el GOES se haya abstenido de votar por el nuevo convenio N°190, relativo a definir y resolver el tema de la violencia en el mundo del trabajo, deja de manera descarnada que le tiene sin cuidado mejorar la tutela legal para evitar los abusos y arbitrariedades empresariales-público y privado-donde se manifiestan acosos laborales para cumplir con metas altas de trabajo que inciden en ir más allá de las 8 horas la jornada laboral.
¿Por qué el sector empresarial salvadoreño votó en contra de ese convenio?-¿será que en El Salvador, no hay violencia laboral y los derechos laborales son cumplidos a cabalidad en los espacios socio-laborales donde se producen bienes y servicios?. Y la explotación laboral, la intención de aumentar la jornada laboral, de evadir el pago de prestaciones de ley, de evitar y oponerse férreamente a que las personas trabajadoras no puedan conciliar su necesidad de hacer economía de cuidados con el trabajo—lo que implica que las relaciones sociales de producción se manifiesten dictatoriales, explotadoras, violentas y nada evolucionadas a la nueva realidad.

El diálogo social, es una herramienta que deja por hoy mucho que desear en tanto el pensamiento empresarial explotador es de introducir miedo en la comunidad productiva del país, y seguir garantizándose una ganancia por sobre los derechos humanos que está provocando violencia laboral.

Los empresarios se reúnen para impulsar acciones que les permita un comercio pleno, un desarrollo pleno de los negocios, y una vía libre de ganancias abrumadores que sólo determinan mayores niveles de empobrecimiento para las mayorías que trabajan.

Lo que claramente se traduce en la otra parte de la relación laboral—las personas trabajadoras en problemas en su economía familiar, en cuanto su acceso a salud, educación, vivienda, alimentación, vestuario, servicios públicos—debilitamiento de la tutela legal, lo que lleva a un diálogo social desnivelado, insolidario, sin equidad y por supuesto incrementa la violencia laboral que todos deberíamos estar trabajando por su erradicación.

*Sindicalista salvadoreño

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