Muhammad Yunus: «El microcrédito se creó para luchar contra los tiburones, no para ser uno de ellos»

Muhammad Yunus (Chittagong, Bangladesh, 1940) recuerda bien quién fue la persona a la que prestó dinero por primera vez. Se llamaba Sophia, hacía cestos de mimbre y, por menos de un dólar, había cedido a un prestamista local el derecho en exclusiva a comprar todo cuanto sus manos produjeran y al precio que él fijara.

Fue entonces cuando Yunnus decidió elaborar una lista con los nombres y los importes de aquel negocio de préstamos. El resultado fueron 42 identidades y una suma que se redondeaba en 27 dólares. Hoy, este emprendedor y economista es popularmente conocido como el banquero de los pobres por ser el desarrollador de los conceptos de microcrédito.

Galardonado en 2006 con el Premio Nobel de la Paz -un reconocimiento que él asegura hoy que concedería a la joven activista Greta Thunberg por su compromiso con el medio ambiente-, la puesta en marcha del Banco Grameen en Bangladesh fue el motivo por el que obtuvo tal distinción. Concebido para facilitar pequeños créditos a las clases menos pudientes sin pedir una garantía a cambio, el banco cuenta hoy con más de nueve millones de prestatarios, según estima el propio Yunus.

«El ahorro es una decisión personal, pero el banco lo creamos para que todas las personas, incluso las más pobres, pudieran tener una cuenta de ahorros y para que todas las semanas pudieran depositar algo en ella, aunque fuera un céntimo. Al final, se acabó convirtiendo en un hábito», explica a este diario.

Además del Nobel, la lista de reconocimientos que se le atribuyen incluye también el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 1998. En este largo etcétera, la distinción más reciente es la que le ha concedido la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde ha sido investido Doctor Honoris Causa. «Siempre cuestionamos el pensamiento tradicional y, cuando haces eso, no haces muchos amigos», asegura. «Pero, cuando alguien te nombra Honoris Causa, sí que los haces», bromea. «Quiero ver a los jóvenes tener una oportunidad, que decidan qué quieren hacer con su vida», añade.

Es por eso por lo que la palabra «emprendimiento» se repite de forma recurrente en su discurso. «El sistema capitalista establece que todo el mundo tiene que ser un buscador de empleo, pero esa es un idea incorrecta. La idea correcta es ser emprendedor. Hay que dar la oportunidad de elegir entre ser buscadores de trabajo o emprendedores. Toda la capacidad del ser humano se puede expresar cuando emprendes, pero eso es imposible si sólo buscas un empleo», sentencia.

Mujer emprendedora
Junto a los emprendedores, la figura de la mujer es otro de los eslabones que teje su hilo argumental. «Son muy creativas, y pueden expresar todo ese poder creativo a través del emprendimiento, trabajando fuera de casa, siendo quienes realmente quieren ser. Hoy no hay mujeres en muchos cargos importantes en las empresas, pero con el emprendimiento dan un salto adelante y se vuelven exitosas», afirma.

Este mismo planteamiento aparece esbozado en Un mundo de tres ceros, el libro en el que Yunus propone un nuevo modelo de capitalismo. Adoptar el concepto de empresa social o rediseñar en su integridad el sistema financiero, de manera que resulte más eficaz para quienes ocupan la base de la escala económica, son dos de las premisas de las que parte su propuesta.

«Decimos que la Economía es una ciencia social, pero esto es una descripción errónea. No tiene nada que ver con lo social porque está basada en el ser humano centrado en sí mismo y en sus propios intereses», argumenta. «Si hay construido un sistema en torno a una persona centrada en su propio yo, no existe esa dimensión social. El capitalismo se ha saltado la parte social de la Economía, por eso no debería llamarse ciencia social».

Contra los tiburones
Si, en el pasado, los microcréditos no estuvieron exentos de polémica y dejaron un poso de escepticismo, Yunus prefiere ahora poner los ojos en el futuro, en un porvenir que, espera, sepa aprender de los errores de antaño.

«Algunas personas impulsaron el concepto del microcrédito en una dirección equivocada. En el proceso, se convirtieron en tiburones, pero el microcrédito se creó para, precisamente, pelear contra esa clase de tiburones. Hay un microcrédito correcto y otro incorrecto, y hay que saber diferenciarlos. Sabemos que algunos no lo harán bien, pero seguiremos dándoles la oportunidad de que lo hagan».

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