(Por: Salvador Augusto López Torres)
El eco del hombre loco que Nietzsche menciona en la Gaya Ciencia, por un lado, continúa latiendo, por el otro, se ha revertido: «…no habéis oído de aquel hombre loco… corrió al mercado y se puso a gritar incesantemente: “¡estoy buscando a Dios!”… “¿Adónde se ha marchado Dios?”, exclamó, “¡os lo voy a decir! Lo hemos matado, ¡vosotros y yo!» (Nietzsche, 2002, 209).
Lo religioso ha mutado y posee rostro variopinto, con nuevas formas, retornos, rebrotes, encantos, seducciones, modos profanos, civiles y hasta a la carta (Cruz, 1996, 5).
En la actualidad en muchos países pobres y ricos esta reversión y replanteamiento teológico vuelve a poner en el ambiente un viejo y nuevo panteón que va desde lo antiguo hasta lo postmoderno.
La melodía sacro-económica del hombre actual es escuchar: «compre ahora y pague después», «dos al precio de uno», «pague dos y lleve tres», «adquiéralo hoy y cancele en un mes»… Este es el mundo de Mamón. Pero antes de llegar al destroce que Mamón ha hecho sobre Zeus, se debe recordar quién fue este último para dimensionar las partes despedazadas.
La concepción que se tuvo sobre Zeus fue la del dios supremo de los dioses griegos, el referente, el patriarca, el soberano. El origen de Zeus señala que descendió de Urano (cielo) y Cronos (tiempo), fue el ordenador del mundo interior y exterior. Para Homero, Zeus fue el padre de los dioses y de los hombres; para Hesíodo, el que llenaba todo el cosmos (el éter, la tierra y el cielo); y para Esquilo, estaba por encima de todo. Zeus simbolizó el relámpago, el espíritu, la luz, la inteligencia humana, la cólera, el justiciero, aunque también tuvo un historial florido de aventuras amorosas.
El himno a Zeus de Oleantes (nacido en el 331 a.C.) lo describió con los términos siguientes: «¡Salud, oh tú, el más glorioso de los Inmortales, tú al que se designa con tantos nombres diversos. Zeus, eternamente todopoderoso, oh tú que eres el autor de la naturaleza, y que gobiernas con ley todas las cosas!… Tanto eres tú por doquier el supremo señor del universo entero, que nada sobre la tierra, oh Dios, no se produce sin ti; nada en el cielo etéreo y divino; nada en el mar; nada excepto lo que realiza la locura de los malvados. Pero bien sabes tú reducir a la medida lo que es excesivo, imponer el orden a lo desordenado y hacerte amigas las cosas enemigas…» (Chevalier, Jean & Gheerbrant, Alain, 1986, 1086-1087).
En lo concerniente a la parte objetiva de la religión, Zeus a pesar de su estrato superior tuvo menos celebraciones y culto en comparación a otros dioses. Como divinidad celeste no siempre estuvo presente en la vida religiosa (Eliade, 1974, 107).
Se puede resumir sobre Zeus que tuvo un origen celestial y procedió del tiempo, fue el dios superior que estaba por encima de todo, padre de dioses y humanos, ordenador y legislador del mundo; que llenaba todo el cosmos, simbolizó muchas cualidades naturales y humanas, el todopoderoso, el que estructuraba la realidad en su sentido más amplio, y lo que no se le adjudicaba era lo malvado de los hombres, sino que era bueno y justo, y finalmente, el que recibía menos celebraciones y culto.
Lo referido a Zeus ha sido destrozado por Mamón. Pero, ¿quién fue Mamón? Se plantean tres aspectos: el primero, desde el horizonte del sentido mediterráneo en el cual Jesús de Nazaret personifica la riqueza como señor; algunos exégetas lo proponen como un demonio (Coenen, Beireuther & Hans, 1994, 107,109); segundo, es una palabra aramea traducida por riqueza o dinero; y tercero, como un ídolo que corresponde con el mercado capitalista afín al consumismo. De acá en adelante, los últimos dos aspectos serán los que se acotarán para la interpretación sobre Mamón.
En la actualidad, bajo la perspectiva del capitalismo, es lo que supedita a todo.El neoliberalismo ordena y legisla casi todo el mundo. En este sentido, si Zeus representaba una divinidad celestial, el cielo para muchas personas ya no es atractivo, a no ser por religiosos que lo ofertan como un lugar paradisíaco del «más allá», otros lo expresan como un «estado», y los más sobrios como un símbolo, pero, ¡que comienza con los pies en la tierra y se queda aquí! Por su parte, Mamón oferta otro cielo: lo celestial radica en el mundo de la cosa fabricada a gran escala y en masa, pero no reflexionada sobre cómo se realizan los procesos de producción.
El tiempo para Mamón, como ídolo del placer, no apuesta por el futuro sino por el presente continuo (carpe diem: cosecha el día, aprovecha el día), placentero y excitante que se objetiva en las catedrales de consumo -los centros comerciales-, donde el mercado asume las características de Zeus como todopoderoso con los atributos de: omnisciente, omnipresente y omnipotente.
Mamón oferta casi todo, lo impensable se inventa por eso es omnisciente: si se tiene hambre lo sugerido es la hamburguesa con ingredientes extras; si surge la sed, la bebida tal la calmará; si se desea oler agradable, la fragancia a usar debe ser…; si se quiere parecer exitoso se debe manejar X marca de automóvil; si se busca la mayor intensidad sexual, los preservativos tal lo darán; si se anhela recibir la bendición de Dios, se debe acudir a tal iglesia porque hay milagros y espectáculo, ya que su aparato de comunicación social oferta a diario su marca religiosa.
En este mismo sentido, en el mundo global tal como está interconectado, Mamón se hace omnipresente por medio del Internet con las redes sociales y el WhastsApp, donde la «realidad» expresa escenarios aparentemente reales: la lógica es el confort, el éxito, poseer para ser, tener para mostrar casi todo (el lugar al que se viaja, lo que se come, la ropa de marca, los accesorios tecnológicos que se utilizan).
Lo todopoderoso del mercado personificado en Mamón sabe cómo tocar el órgano sensible más placentero del hombre actual, la tarjeta de crédito. Además de que Mamón se impone a toda costa con sus proyectos económicos no importando si asesina al ser humano y a la naturaleza, como nuevo Satán postmoderno. De este modo, Mamón es adorado en la actualidad. El pienso luego existo cartesiano, hoy es siento, luego existo, o consumo, luego existo (Cortina, 2003).
La estructura y la ley del mundo es otra, la de Zeus ha quedado en la literatura clásica antigua; en cambio la de Mamón late a cada instante donde el sueño no existe porque el mercado adolece de insomnio.
La ética (Zeus) tiene menos fuerza que la estética (Mamón), aunque eso implique atropellar al otro. Verbigracia, asesinar al compañero para obtener el puesto de trabajo que por medios propios no se podría alcanzar; también desplazar a poblaciones indígenas de sus tierras por la industria maderera, minera o para construir hoteles, turismo; de igual forma robar haciendo uso de la violencia, golpe y muerte.
En consecuencia, Zeus ha sido destrozado por Mamón.
Fuentes
Coenen, Lothar, Beireuther, Erich, Hans, Bietenhard (1994). Diccionario teológico del Nuevo Testamento Vol. IV, Ediciones Sígueme, Salamanca.
Cortina, Adela (2003) Consumo… luego existo, Cristianisme i Justícia.
Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain (1986) Diccionario de símbolos, Editorial Herder, Barcelona, España.
Cruz, Antonio (1996) Postmodernidad, CLIE, Terrasa, España.
Echeverría, Rafael (2007) Raíces de sentido. Sobre egipcios, griegos, judíos y cristianos, J.C. SAEZ Editor, Chile.
Eliade, Mircea (1974). Tratado de historia de las religiones I, Ediciones Cristiandad, Madrid, España.
Nietzsche, Friedrich (2002) La gaya ciencia, Edaf, Madrid, España.