La falta de información en los países impide desarrollar estrategias de planeación, políticas públicas y diagnósticos acertados.
Uno de los grandes desafíos de los Estados en vías de desarrollo es lograr alcanzar maneras eficientes de gestionar la Información, la Comunicación y la Tecnología.
Estos son recursos transversales del desarrollo por lo que requieren de la voluntad política para crear herramientas efectivas que tributen a la rendición de cuentas, el control popular y la medición de la gestión de gobierno.
Gracias al flujo de información en los países se garantiza una cultura de la transparencia, sin pretextos para alimentar solapadamente prácticas del secretismo. Con la adopción de políticas que promuevan una cultura de la información, los países abandonarían modos de hacer anclados en una administración pública obsoleta.
Pues la falta de información en las sociedades coartarían la creatividad, la imaginación y no respondería las demandas de los ciudadanos y ciudadanas.
El doctor Raúl Garcés, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (FCOM – UH) ha expresado que la época en que el Estado ejercía su práctica comunicacional sin la competencia de otros actores quedó definitivamente atrás.
Actualmente, los flujos informacionales permiten a los Estados trazar políticas públicas y fundamentar su agenda de gobierno basadas en argumentos sólidos y con la ayuda de otros actores sociales.
Julio García Luis, teórico, profesor y exdecano de (FCOM – UH) también reflexionó acerca de la importancia de los gobiernos informatizados.
“Donde más atrasados estamos, donde mayores son nuestras ineficiencias, donde menor claridad conceptual parece haberse alcanzado, es en el campo de la comunicación y la información.
Es la arena principal de la confrontación de ideas a escala mundial, y en la que descansa, cada día con más fuerza, el sistema hegemónico global del imperio y el capitalismo. Es el sitio donde se decide quién vence a quién en la lucha por las conciencias y por la cultura (…) Debiera ser el punto donde más sólidas, creativas e irrebatibles fueran nuestras concepciones y proyecciones.”
Los gobiernos de Latinoamérica no deben renunciar nunca a este ideal. A decir de el politólogo franco-hispano, Ignacio Ramonet, «la información es el petróleo de antes», lo que devela la importancia económica y estratégica de esta mercancía tanto para la política interna como externa de las naciones.
Por otra parte, también está la dimensión cultural implícita y su afectación en los gobiernos que no promuevan la información como método que contrarreste el fenómeno de la globalización. Políticas culturales enraizadas en una identidad propia y con los mensajes correctos puede reforzar el terreno simbólico unificador de la nación.
Un país sin información o sin competencias para usarla se encuentra en una posición de fragilidad constante ante construcciones simbólicas más fuertes y foráneas, además de estar regido por un gobiernos sin las herramientas para enfrentarse a las nuevas dinámicas que rigen la vida económica, social y políticas en el mundo.