Decrece capacidad intelectual al disminuir la lectura

(Por: Héctor Hernández Pardo)

La decisión de escribir este artículo está motivado por las respuestas a un mensaje que trasladé en mi cuenta twitter hace algunas semanas. Entonces dije “Estimular el amor por la lectura constituye un aspecto importante del ideario pedagógico martiano. ‘Leer –decía el Apóstol– es una manera de crecer, de mejorar la fortuna, de mejorar el alma’. Por eso hay que felicitar y respaldar todo lo que favorezca la vocación por la lectura”.

Recibí reacciones muy positivas que, al mismo tiempo, indicaban que el asunto era -para muchas personas- de gran interés e igualmente de preocupación, puesto que varios de mis interlocutores consideraban que hay una disminución –en general- por el interés de la lectura.

Recordé entonces que no hace mucho tuve ocasión de revisar diversas investigaciones sobre la importancia de la lectura para el desarrollo de la inteligencia del ser humano y, entre aquellas, varias que francamente constituían verdaderos llamados de alarma. Me refiero por ejemplo a un estudio realizado por científicos noruegos que indicaba que el coeficiente intelectual (CI) no sólo se había estancado, sino que estaba bajando a gran velocidad. Según dicho estudio el declive, de al menos 7 puntos por generación, comenzó con los nacidos en 1976, que alcanzaron su edad adulta a mediados de la década de los noventa.

Estudios parecidos en Dinamarca, Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, Finlandia y Estonia han demostrado una tendencia similar a la baja en los resultados del coeficiente de inteligencia de las personas nacidas en las últimas décadas.

Lo interesante es que al referirse a las causas de esa situación se hacía referencia, entre otros factores, a la tendencia de que los ciudadanos aumentan el tiempo empleado en dispositivos tecnológicos en lugar de leer libros, es decir –según el estudio- hay un abandono progresivo del interés por acercarse a la literatura, y esto se identifica como una de las razones de la disminución del CI.

La investigación a que hacía referencia sobre la disminución del coeficiente de intelectual en personas nacidas en las últimas cuatro décadas, y que identifica como una de las posibles causas la disminución del tiempo de lectura y cierto desinterés por ésta.

Como expliqué al comienzo, se trata de una investigación hecha por científicos del Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch en Noruega, y que dieron por resultado que en los últimos años los puntajes de coeficiente de inteligencia (IQ, por sus siglas en inglés) en las poblaciones analizadas habían disminuido considerablemente en comparación con generaciones anteriores.

La publicación EURONEWS, refiriéndose al tema, ha titulado que los niveles de inteligencia están cayendo en los países industrializados avanzados de Europa, según una nueva investigación, que cita a Escandinavia y el Reino Unido como ejemplos de lugares que han experimentado disminuciones de coeficiente intelectual en las últimas décadas.

El estudio que lleva por título Does the rot start at the top? (¿Comienza la podredumbre en la parte superior?), argumenta que la curva del coeficiente intelectual del siglo XX ha oscilado, y se apreciaron disminuciones en los países desarrollados desde mediados de la década de 1990.

EURONEWS cita al investigador Michael Shayer, coautor del informe, quien dijo a esa fuente que desde 1995 una “gran fuerza social ha estado interfiriendo con el desarrollo del pensamiento de los niños, aumentando cada año”.

Siempre según el Sr. Shayer, esta “fuerza social” incluye el desarrollo de las nuevas tecnologías, como las consolas de juegos y los teléfonos inteligentes, que han alterado la forma en que los niños se comunican entre sí.

Los estudios realizados hasta ahora sobre la caída del coeficiente intelectual en las generaciones nacidas después de la década del 70 del pasado siglo se han realizado en sociedad con alto nivel de desarrollo, principalmente europeas. Algunos científicos han señalado que los mismos no son aplicables a otros contextos.

Otros científicos han puesto en duda las herramientas utilizadas para tales investigaciones. Y plantean que los instrumentos digitales nos están ayudando a pensar de una manera diferente, y que los test de inteligencia necesitan también evolucionar a las nuevas formas en que pensamos y trabajamos.

De todas formas los resultados de las investigaciones mencionadas en países europeos, han hecho sonar la alarma y han preocupado a mucha gente de cualquier latitud (sobre todo a especialistas relacionados con la enseñanza), al menos en torno al tema de la disminución del tiempo para la lectura y sus posibles consecuencias.

En otras palabras. Hay un hecho cierto: las nuevas tecnologías han cambiado mucho las formas de actuar y de pensar, e indiscutiblemente las más jóvenes generaciones invierten cada vez más tiempo en el uso de esos recursos vinculados a Internet, la telefonía móvil y videojuegos. Las nuevas tecnologías son sinónimo de desarrollo y oponerse a ellas sería un disparate. La cuestión es usarlas bien. Entonces la opción es que hay que trabajar cada vez más para encontrar fórmulas creadoras que permitan interesar a la gente en la lectura, aprovechando también las nuevos soportes digitales, sin abandonar los tradicionales surgidos con la aparición de la imprenta.

El reto, pues, está planteado.

Pero además, un asunto como ese que claramente tiene que ver con el bienestar espiritual del ser humano, y de hecho con la elevación del nivel cultural del ciudadano, y consecuentemente de la capacidad crítica de éste, se puede resolver solamente en el seno de un sistema sociopolítico que se base en fundamentos humanísticos.

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.