Francisco creó 13 nuevos cardenales y les pidió “compasión y lealtad”

En una ceremonia con duras palabras hacia dento de la Curia romana, el papa Francisco creó hoy 13 nuevos cardenales, diez de ellos electores en un eventual cónclave, incluidos dos españoles, y los conminó a tener “compasión y lealtad” en un Colegio Cardenalicio en el que los creados por el Papa argentino ya contabiizan 67 purpurados de los 128 menores de 80 años que podrán elegir a su sucesor.

Frente a él, los 13 nuevos purpurados, junto al resto de los cardenales, escucharon un mensaje que por momentos pareció dirigido a las problemáticas internas que atraviesa la Santa Sede luego de que esta semana cinco funcionarios, dos de ellos de los considerados «leales» a Bergoglio, debieran ser suspendidos por su posible participación en un fraude millonario con propiedades inmobiliarias.

“Los discípulos de Jesús demuestran con frecuencia que no tienen compasión, como en este caso, ante el problema de dar de comer a las multitudes. Básicamente dicen: “Que se las arreglen…”. Es una actitud común entre nosotros los humanos, también para las personas religiosas e incluso  dedicadas al culto”, lamentó el pontífice durante su homilía de este sábado en la Basílica de San Pedro.

“El papel que ocupamos no es suficiente para hacernos compasivos, como lo demuestra el comportamiento del sacerdote y el levita que, al ver a un hombre moribundo al costado del camino, pasaron de largo dando un rodeo”; agregó, de cara a los nuevos purpurados.

Los nuevos cardenales son los españoles Miguel Ángel Ayuso Guixot,  Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y Cristóbal López Romero, sdb – Arzobispo de Rabat; el portugués José Tolentino Medonça, Archivero y Bibliotecario de la Santa Romana Iglesia; el indonesio Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo, Arzobispo de Yakarta y el cubano Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de San Cristóbal de La Habana.

Los otros cinco con derecho a voto son el congoleño Fridolin Ambongo Besungu, Arzobispo de Kinshasa; el luxemburgués Jean-Claude Höllerich, Arzobispo de Luxemburgo; el guatemalteco Álvaro L. Ramazzini Imeri , Obispo de Huehuetenamgo; el italiano Matteo Zuppi, Arzobispo de Bolonia; y el checoslovaco Michael Czerny, sj – Subsecretario de la Sección de Migrantes, Departamento para el Servicio de Desarrollo Humano Integral.

Otros tres purpurados no votarán en un eventual cónclave: Michael Louis Fitzgerald – Arzobispo Emérito de Nepte; Sigitas Tamkevicius, sj – Arzobispo Emérito de Kaunas y Eugenio Dal Corso, psdp – Obispo Emérito de Benguela.

“Habrán pensado para sí: “No me concierne”. Siempre hay justificaciones; a veces están codificadas y dan lugar a los “descartes institucionales”, como en el caso de los leprosos: “Por supuesto, han de estar fuera, es lo correcto”. De esta actitud muy, demasiado humana, se derivan también estructuras de no-compasión”, critió en esa dirección.

“¿Tenemos viva en nosotros la conciencia de esta compasión de Dios hacia nosotros? No es una opción, ni siquiera diría de un “consejo evangélico”. No. Se trata de un requisito esencial. Si no me siento objeto de la compasión de Dios, no comprendo su amor. No es una realidad que se pueda explicar. O la siento o no la siento. Y si no la siento, ¿cómo puedo comunicarla, testimoniarla, darla?”, preguntó.

“Concretamente: ¿Tengo compasión de ese hermano, de ese obispo, de ese sacerdote? ¿O destruyo siempre con mi actitud de condena, de indiferencia? La capacidad de ser leal en el propio ministerio depende también de esta conciencia viva”, les dijo.

“También para vosotros, hermanos Cardenales. La disponibilidad de un Purpurado a dar su propia sangre, que está simbolizada por el color rojo de la vestidura, es segura cuando se basa en esta conciencia de haber recibido compasión y en la capacidad de tener compasión”, planteó Bergoglio, que antes había saludado a la vicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo, durante el tradicional “besamanos” con los jefes de delegación de cada país, bajo la mirada de “La Piedad”.

“De lo contrario, no se puede ser leal. Muchos comportamientos desleales de hombres de Iglesia dependen de la falta de este sentido de la compasión recibida, y de la costumbre de mirar a otra parte, la costumbre de la indiferencia”, finalizó.

Los nuevos cardenales, en la voz de Ayuso, le prometieron en tanto su «colaboración leal y sincera», a la que vez que su compromiso por una Iglesia en alida y, parafraseando el principio bergogliano, «acvtivar procesos y no ocupar espacios».

El neocardenal Ayuso

El neocardenal Ayuso

Los creados por Bergoglio, con mayoría propia

Después de hoy, el Colegio Cardenalicio queda conformado por 128 electores, de los que 67 fueron creados por Jorge Bergoglio, 43 por su antecesor Benedicto XVI y apenas hay 18 creados por san Juan Pablo II menores de 80 años, es decir con capacidad de votar.

Así, los elegidos por el pontífice argentino para llevar el birrete rojo ya son más de la mitad más uno de los eventuales votantes, lo que le da en los echos una mayoría absoluta que fue leída por la prensa especializada como una forma de poder intervenir en su sucesión. Si bien no es obligatorio que se muevan en bloque, sí es de creer que las afinidades entre ellos son mayores, hasta por cuestiones generacionales: dos de los creados hoy (el congoleño Fridolin Ambongo y el portugués José Tolentino Mendoca) tienen incluso menos de 60 años

España, en tanto, quedará posicionada en un lugar relevante de cara a un nuevo Cónclave, con ocho cardenales electores, solo por debajo de los dos pesos pesados de la Curia, Italia y Estados Unidos.

El Papa, hoy

El Papa, hoy

Un grupo bien “bergogliano”

Entre los nuevos cardenales es fácil ver los grandes trazos del pontificado de Francisco, ya que aparecen al mismo tiempo dos españoles de larga tradición de diálogo con el Islam (Miguel Ayuso y Cristobal López); un italiano vinculado a la comunidad católica San Egidio, encargada de los corredores humanitarios para refugiados sirios (Matteo Zuppi) y un checoslovaco que se ocupa de la sección dedicada a migrantes y refugiados del Vaticano (Michael Czerny).

Igual de significativo es que el Papa le haya mantenido “su” cardenal a Cuba, con la creación del arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García, a menos de tres meses de la muerte del importantísimo Jaime Ortega el pasado 26 de julio. Un gesto que es una continuidad total con el destacado rol de la Santa Sede en el deshielo entre la isla caribeña y Estados Unidos durante el pontificado de Francisco.

Los nuevos cardenales, además, siguen el criterio bergogliano de designar representantes de las «periferias», como Indonesia y Guatemala, mientras sigue sin crear purpurados de ciudades de histórico peso en la Curia romana, como Milán o Turín.

Algunos de los nuevos cardenales
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