(Por: Róger Hernán Gutiérrez*)
Hemos escuchado esto de la tecnología por varias fuentes; el asunto es qué tan preparados estamos para asumirla como una herramienta de progreso y desarrollo social. Parece ser que no, el liderazgo sindical sigue preso en una lógica sindical obsoleta y anacrónica, significa que su liderazgo atrasado impide pasar a un estadio de mayor apropiación del fenómeno sindical. Por momentos hay un debate interno entre el empirismo y la formación técnica, pero ambas corrientes con sus pros y contra aún no se suman y mantiene diferencias que ahogan pasar a una nueva situación organizativa.
¿Qué hacemos entonces los líderes sindicales para prepararnos hacia un ámbito que parece ser pronto una necesidad? El elemento de la tecnología está ya en las manos de las personas trabajadoras, que sin tener el poder adquisitivo procuran obtener un celular y/o una computadora. El capitalismo inmerso en el negocio de la tecnología impone las reglas de la oferta ante la demanda. Se dice que hay más celulares que gente, y para que se desarrolle un avance tecnológico deben todos los estamentos de la sociedad estar preparados y formados para asumirla en su beneficio, por el desarrollo individual y colectivo.
Somos en su mayoría una clase trabajadora empobrecida, con escaso poder adquisitivo para mejorar el trabajo y condiciones de vida—con niveles poco o nada calificados en las empresas—con una institucionalidad y tutela en la formación profesional con una visión política errada que hace base en que en ellas persisten la obsolescencia y el atraso productivo—en tanto la mayoría recae en pequeñas y medianas empresarias, donde el crecimiento económico se ve cada día disminuido. Hay poca tecnología involucrada e integrada de una manera clara y proyectiva y, el área de comercio e inversión y de innovación es todavía sin claridad, en mucho sin presupuesto, sin un rumbo político establecido del proceso gradual para una conversión hacia ese nuevo estadio del que hacer productivo nacional.
Con una sociedad de empresarios que explotan a diario a la fuerza laboral que se debate entre el atraso y el progreso, los líderes sindicales se manejan sin una estrategia integrada a la defensa de los derechos laborales, sin el entendimiento cabal del mundo del trabajo evolucionado y por evolucionar, y de la realidad laboral del país, aferrado a patrones culturales de poca credibilidad, sin el respaldo popular por no saber conducir los verdaderos intereses populares como clase trabajadora.
La tecnología reta al movimiento sindical para que supere sus miedos, para sacarlo del acomodamiento que lo mantiene enquistado en una lógica que se pierde por la falta de liderazgos inclusivos, participativos, democráticos y con los entendimientos actualizados para usar las ventajas de una tecnología a su servicio para defender sus necesidades e intereses, antes no estaba en la lógica sindical organizativa, pero ahora que se tiene parece que nadie logra insertarla en la defensa de los derechos laborales, y al parecer siempre la clase trabajadora se encuentra desfasada, presa del abuso y de la arbitrariedad del poder dominante que mantiene a su arbitrio sus intereses clasistas imponiéndolos a las personas trabajadoras.
Cómo lograr que la fuerza social y popular se integre a una labor organizativa con la tecnología apropiada y dar la lucha que se espera—necesitamos empoderarnos de la tecnología y construir futuro para el sindicalismo, podría ser una manera de hacer participar a la juventud, que parece tener las habilidades que líderes sindicales históricos no la tienen—esa sensibilidad de las personas jóvenes por esa forma nueva de entendimientos humanos, hay que aprovecharla, pero cómo hacerlo sin una estrategia organizativa que oriente y haga valer los intereses que reivindiquen los derechos laborales, por momentos desplazados por una forma distinta de organizar el trabajo productivo—inmersa una digitalización, nuevas maneras de manejar la maquinaria, el equipo, las relaciones laborales, a través de lógicas y acciones distintas que manifiestan los propósitos para metas productivas, con planificación, control y ejecución del trabajo por las vías virtuales.
Hay que llevar al sindicalismo a que se organice de diferente forma—las amenazas y acciones que la realidad laboral manifiesta, están llevando a un desplazamiento cada vez más de desprotección social, los temas acuciantes como estabilidad laboral, mejoras salariales, aumento de prestaciones sociales, ámbitos laborales de protección en salud y seguridad laboral, garantías para llevar a las personas trabajadoras a disponer de salud, previsión social, empleo, y satisfacción personal por el trabajo que realizamos, que lleven a mejorar las condiciones materiales de existencia, se ven hoy desvaloradas y transmutadas a formas que nos van conduciendo a mayores niveles de deshumanización.
La tecnología es algo que está allí, que hay que incorporar, analizar y prepararnos para provecho de los intereses y derechos laborales y sociales de las actuales y las nuevas generaciones—hacia una sociedad sin derechos.
*Sindicalista salvadoreño