El agua que corre bajo el puente

(Por: Francisco Parada Walsh)

Recordábamos hace muy poco, las palabras que reiteradamente Dagoberto Gutiérrez expresa cada vez que nos encontramos en cuestiones electorales: “No miren la superficie, vean más allá de lo que se expone en los medios”, se refiere claramente, a que el asunto central donde radican los problemas sociales y de sub desarrollo de nuestro pueblo, estriba en el poder económico, el sistema neoliberal de relaciones mercantiles que básicamente ha sido el mismo desde los tiempos de la colonia (desarrollándose no más, al paso que el capitalismo a nivel mundial).

Esto nos resulta apremiante de señalar, de poner el dedo en la llaga, ahora que estrenamos nuevo presidente, uno fuera de las dictaduras militares y aparte de los partidos que nefastamente condujeron a nuestro pueblo sobre el mismo status quo de explotación y desigualdad social que existe desde antes que nuestro terruño fuera República.

Bien estamparon en “El Acta de Independencia” de nuestro país: “más vale que declaremos la independencia nosotros, porque sería peligroso si la declarase el pueblo mismo”.

Es este “nosotros” lo que traemos a colación en las presentes líneas. Ya vimos como treinta años de gobiernos de derecha fueron serviles a los dueños del país. Pero ahora estamos, mas allá de las apariencias, por ver de qué está hecho realmente nuestro nuevo presidente.

Los políticos saqueadores, ladrones, corruptos, son solo los sirvientes que, como ratas se han servido de lo que los señores feudales les han permitido roer de lo que cae de la mesa; (mendrugos para los amos, riquezas para el político bajero).

Esta ha sido la misma historia desde la colonia, pasando por las tiranías militares hasta la tiranía de los partidos políticos. Nos hemos desengañado como salvadoreños que no existen tales “derechas” o “izquierdas”. Hemos comprendido a base de desengaños, dolores y sufrimientos que, los unos fueron y serán siempre descarados sirvientes de los nobles feudales; y los otros, que simplemente les envidiaban, se alinearon mejor bajo el manto del mismo sistema económico y de desigualdad, para sacar provecho propio, reducido a una cúpula capitalista. Todo el marco legal es imperio y creación de los dueños del país, para favorecer la acumulación de riqueza en unas pocas familias, ante las cuales, nuestro distinguido presidente resulta un pobretón.

El problema, como exponía Joaquín Villalobos hace unos años en un editorial de cierto periódico, es que El Salvador cuenta con una burguesía voraz, desenfrenada. Y para matizar su certera afirmación, nos comparaba con Costa Rica en donde, de acuerdo a su planteamiento, los ricos de ese país se habían puesto de acuerdo en distribuir la riqueza, en que ésta misma llegara a todos los estratos sociales. Esta es el agua que corre bajo el puente, y esta es la prueba que afronta nuestro presidente y nos demostrará de lo que realmente está hecho.

No se trata de argumentos caducos como los del socialismo, de la “dictadura del proletariado” y todas estas casonas viejas que como los preceptos del neo liberalismo han demostrado ser fallidos y sucumbir ante las ambiciones personales.

¿Qué pasará con el asunto de las pensiones? ¿Se quitarán puntos a las AFP lo cual sería solo un maquillaje repugnante y nunca una solución? ¿O se harán desaparecer y el Estado, trabajadores y empresarios asumirán un sistema solidario de pensiones que sea digno, vitalicio y de acuerdo a la realidad económica del país? ¿Qué pasará con la política de cielos abiertos? ¿O se continuará consintiendo el monopolio de una sola familia que condiciona que los boletos aéreos en nuestro país sean de los más altos en América? Algo nauseabundo que a un salvadoreño que sale del país le caigan a la yugular pero cualquier extranjero sí tiene sendas rebajas por visitar el país, lo que confirma que hay ciudadanos clase ejecutiva y clase ejecutados.

¿Qué pasará con el resto de monopolios u oligopolios concentrados en los mismos criollos desde la colonia? ¿Cómo se manejará la ley de aguas? ¿Y el uso que de ella hacen las grandes empresas del país? ¿Se evitará la evasión fiscal de las familias pudientes de El Salvador quienes se encargan de evadir el 80 % de la riqueza que debería entrar a las arcas del Estado? O quizá solo continuemos con mucho teatro: Quemar a los títeres, colgarlos, hacerlos ser odiados por el pueblo, exponerlos en la plaza pública al escarnio y la lapidación.

¡Muy merecido por cierto!, pero solo es la superficie. Si los señores feudales de El Salvador se pusiesen de acuerdo, por seguro no necesitaríamos de salvadores, redentores ni de figuras políticas. Se trata solo de cumplir las obligaciones fiscales que bajo sus mismas leyes operan en el país, y se acabaría el problema.

Estamos por ver pues, más que la pugna entre el presidente y la Asamblea Legislativa, como se relacionará con el verdadero poder económico, con las poderosas familias, los patriarcas y los nuevos “delfines” dueños del país, Agua debajo del puente, lo demás, es mucho circo.

Casi podemos apostar cual profetas del dolor: No va a tocar a las AFP sino como maquillaje bajándoles algún puntito, su relación con el gran capital será las mismas de siempre, no se tocarán los cielos que no pertenecen a Dios y en salud no se invertirá en forma sensible. Estaremos observando.

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