Dos Papas: dos modelos de hombre, dos modelos de Iglesia

(Por: Leonardo Boff)

Acabo de ver la película «Dos Papas», del consagrado cineasta brasileiro Fernando Meirelles. Considero que la película está técnica y estéticamente bien hecha, reproduciendo los espacios grandiosos del Vaticano y de sus jardines. Está basada en hechos históricos, por supuesto, con la creatividad que permite este tipo de arte, particularmente en la construcción de diálogos. Pero en ellos se entrevé sus respectivas teologías y sus conocidas afirmaciones.

Lo que digo es una opinión estrictamente personal. He tenido el privilegio de conocer personalmente a los dos Papas, con los cuales mantuve y mantengo relaciones bastante cercanas y de amistad.

Papa Ratzinger: finísimo y riguroso
Con el profesor Joseph Ratzinger tengo una deuda de gratitud por haber valorado positivamente mi tesis doctoral sobre “La Iglesia como Sacramento Fundamental en el Mundo secularizado”, voluminosa, más de 500 páginas impresas. Me ayudó financieramente con una cantidad considerable de marcos y encontró una editorial para su publicación, cuando nadie quería arriesgarse a publicar un libro de estas dimensiones. La recepción en la comunidad teológica internacional fue excelente, considerada una obra fundamental, especialmente por el reconocido especialista en el tema Iglesia Jean Yves Congar, dominico francés.

El profesor Ratzinger es una persona de trato finísimo, extremadamente inteligente; nunca lo he visto levantar la voz; es muy tímido y reservado.

El Prof. Ratzinger se sentaba casi siempre a mi lado. Después del almuerzo, mientras casi todos echaban una siesta, él y yo paseábamos por el jardín, discutiendo temas de teología, nuestros favoritos San Agustín y San Buenaventura, de los cuales he leído prácticamente toda su obra.

Cada uno en su papel sin perder la relación
Hecho cardenal y presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tuvo la ingrata misión de interrogarme sobre el libro Iglesia: Carisma y poder en 1984. Cumplió institucionalmente su papel de interrogador y yo el de defensor de mis opiniones. Fue un diálogo firme pero siempre elegante por su parte, incluso cuando, después del interrogatorio, tuvimos una segunda parte, es decir, un encuentro aún más difícil con él y con los Cardenales brasileños Don Paulo Evaristo Arns y Don Aloysio Lorscheider que me acompañaron en Roma y testificaron a mi favor. Éramos tres contra uno. Debo admitir que él se sentía incómodo.

Después de un año, recibí la resolución del proceso doctrinal con la deposición de la cátedra de teología, de mis tareas en la Editorial Vozes y la imposición de un “silencio obsequioso” que me impedía hablar, enseñar, entrevistar y publicar cualquier cosa. La decisión final después del interrogatorio fue tomada por 13 cardenales (13 para romper el empate). Más tarde me enteré por un emisario de su secretario privado que él, el Card. Ratzinger, votó a mi favor pero fue un voto perdedor. Hay que decir que cada vez que los periodistas le preguntaban sobre mí, él respondía con humor que soy “ein frommer Theologe” (un teólogo piadoso) que algún día profundizará su verdadero camino teológico.

El Papa Francisco: tierno, fraterno e innovador
Con referencia a Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco, diría lo siguiente: Nos conocimos en 1972 en el Colegio Máximo de San Miguel en Buenos Aires, exponiendo la singularidad del camino espiritual de San Ignacio de Loyola él), y el camino espiritual de San Francisco yo. Allí discutimos sobre hermenéutica de un francés, cuyo nombre no recuerdo, y también sobre la vertiente de la teología de la liberación argentina (del pueblo silenciado y la cultura oprimida), la nuestra brasileña y la peruana (sobre la injusticia social y la opresión histórica de los pobres y los afrodescendientes). De esta reunión hay una foto que él, desde Roma, tuvo la amabilidad de enviarme, donde aparecemos todo un grupo de teólogos y teólogas, la mayoría ya no están entre nosotros, algunos perseguidos y torturados por la represión bárbara del ejército argentino o del chileno. Después nos perdimos de vista.

El Papa Francisco: teólogo de la liberación integral
Supe por su profesor de teología, recientemente fallecido, Juan Carlos Scannone, el mayor representante de la teología argentina de la liberación, que Bergoglio entró a la Orden Jesuita como una vocación adulta (antes era químico, como aparece en la película). Inmediatamente se entusiasmó con este tipo de teología de la liberación de cuño argentino y allí hizo un voto que siempre cumplió, incluso como cardenal de Buenos Aires: cada semana pasaba una tarde o incluso un día en una villa miseria; siempre solo, entraba en las casas y hablaba con todo el mundo. No vivía en el palacio cardenalicio, ni tenía carro. Andaba en bus o en metro. Vivía solo en un apartamento y se hacía la comida.

Fue Superior Mayor de los Jesuitas de Argentina, actuando especialmente en la región de Buenos Aires. De joven era muy riguroso. Aquí tuvo que enfrentarse a una situación muy grave que lleva en su corazón hasta el día de hoy: dos jesuitas, el padre Jalics y el padre Yorio (a este lo conocí personalmente en Quilmes) vivían en un barrio pobre, apoyando a los pobres y marginados. Los que trabajaban con el pueblo, como en Brasil en 1964 (y quizás también hoy bajo el nuevo gobierno autoritario de Bolsonaro), eran considerados marxistas y subversivos. Estaban vigilados por los órganos de seguridad militar. Bergoglio fue informado de que serían secuestrados con las torturas subsiguientes. Trató de salvarlos incluso apelando al voto de obediencia, típico de su Orden, en el sentido de que dejaran la favela para no ser víctimas de la represión violenta.

Efectivamente fueron secuestrados y duramente torturados. Jalics se reconcilió con Bergoglio y vive en Alemania, mientras que Yorio se sintió abandonado y se distanció de él (murió en Uruguay hace años).

Papa Francisco: el cuidado de la Casa Común
Al ser elegido Papa, volvimos a comunicarnos. Sabiendo que había estado ocupado intensamente con el tema de la ecología integral, involucrando a la Casa Común, la Madre Tierra, me solicitó colaboración, lo que hice con asiduidad. Pero me advirtió: “no envíes los textos al Vaticano, porque no me los entregarán (el famoso sottosedere de la Curia: sentarse encima y olvidar), sino envíalos directamente al embajador argentino ante la Santa Sede, que todos los días muy temprano toma el mate conmigo”. Así lo hice. Dicen que se nota la presencia de mis pensamientos y temas en la encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015). Pero la encíclica es del Papa y él puede elegir a los consultores que quiera. También envié textos al Sínodo Panamazónico de 2019. Contestó agradeciéndolo.

Al elegir el nombre de Francisco bajo la inspiración de su amigo brasileño, el cardenal Cláudio Hummes, que le sugirió el nombre de Francisco y hacer una clara opción por los pobres, se transformó. El rigor jesuítico se unió con la ternura franciscana. Con los problemas internos de la Curia, la pedofilia y la corrupción financiera en el Banco Vaticano es extremadamente estricto. Por el contrario, con la gente es visiblemente tierno y fraterno.

Ningún papa anterior ha amonestado con tanta dureza al sistema, que ha perdido su sensibilidad, su solidaridad con los millones de pobres y hambrientos, su capacidad de llorar y es adorador del ídolo del dinero. Depreda la naturaleza y es anti-vida y anti-Madre Tierra. No necesitamos indicar a qué sistema se refiere. Su opción por los pobres es rotunda.

Dos modelos de hombre y dos modelos de Iglesia
El propósito de la película es mostrar dos modelos de personaje religioso y dos modelos de Iglesia.

Primero muestra cómo Ratzinger y Bergoglio, ambos, son humanos, profundamente humanos. En este sentido, ambos tienen su lado positivo y también su lado oscuro. El Papa Benedicto XVI, su indulgencia y lenidad con los pedófilos. No debemos olvidar que escribió a todos los obispos, bajo sigilo pontificio, que nunca debe romperse, para que no entregasen a los sacerdotes y obispos pedófilos a los tribunales civiles; esto desmoralizaría a la institución de la Iglesia. Debían confesar su pecado y ser trasladados a otro lugar.

El Papa no se dio cuenta suficientemente de que no se trataba sólo de un pecado perdonable por la confesión. Era un crimen contra inocentes que la justicia común debía investigar y castigar. No se pensó en las víctimas, solo en salvaguardar la imagen de la Iglesia institución. Tal omisión fue fuertemente criticada por el Cardenal Bergoglio como aparece claramente en la película.

El papa Benedicto XVI siguió la huella de Juan Pablo II, que era moral y doctrinalmente conservador. Intentó relativizar el aggiornamento del Concilio Vaticano II (1962-1965). Veía a la Iglesia como una fortaleza asediada por todos los lados por enemigos, es decir, por los errores y las desviaciones de la modernidad. La solución propuesta fue volver a la gran disciplina anterior, proveniente del Concilio de Trento (1545-1563) y del Concilio Vaticano I (1869-1870).

Hubo un invierno eclesial severo. Toda una generación de sacerdotes se formó en este estilo doctrinal, con la mirada puesta en el pasado, usando los símbolos del poder clerical. Del mismo modo fueron consagrados una pléyade de obispos, más autoridades eclesiásticas ortodoxas que pastores en medio de su pueblo.

El Papa Francisco es un modelo distinto de personalidad religiosa. Él viene del fin del mundo, fuera de la vieja y casi agonizante cristiandad europea. Y ha traído una primavera para la Iglesia y para el mundo político mundial.

Primeramente innovó los hábitos. Al negarse a usar la “mozzeta”, esa pequeña capa blanca llena de brocados que los papas llevaban sobre sus hombros, símbolo del poder absoluto de los emperadores romanos paganos, en la película dice claramente: “el carnaval ha terminado”. No acepta la cruz de oro, continúa con su cruz de hierro; rechaza los zapatos rojos (de Prada) y continúa con sus viejos zapatos negros. No se anuncia a sí mismo como Papa de la Iglesia, sino como Obispo de Roma y sólo a partir de ahí, Papa de la Iglesia universal. Al ser presentado como nuevo Papa pide al pueblo que rece por él y le dé la bendición. Solamente después él bendice al pueblo. Aquí aparece claramente una nueva visión teológica, conforme al Concilio Vaticano II.

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