Polémica a bordo de un vuelo de Lufthansa que se dirigía a China. Un pasajero de nacionalidad china había empezado a toser fuertemente cuando el avión ya había despegado. Además, tras ser consultado, él afirmó que había estado en Wuhan hace dos semanas, la misma ciudad que actualmente se encuentra cerrada debido al brote del coronavirus. Hubo bastante revuelo en la cabina. El capitán, sin embargo, se mantuvo calmado y simplemente siguió volando hasta llegar a su destino. Tras el aterrizaje, la tripulación y los demás pasajeros de las filas de asientos cercanas al sospechoso fueron inmediatamente revisados por el personal médico. Un par de horas más tarde llegó el alivio: la sospecha de una infección por coronavirus se desestimó.
Entre la concienciación y la sobrerreacción
La rápida propagación del virus, considerado potencialmente mortal, ha hecho que la gente en todo el mundo se sienta insegura. Sin embargo, gracias a que el tema ha recibido amplia cobertura mediática, hay mayor conciencia del peligro. No obstante, la línea entre la concienciación y la sobrerreacción no ha sido muy clara: cuando los asiáticos tosen, a menudo son mirados con sospecha, como si fueran sin excepción portadores del nuevo coronavirus 2019-nCov. En Fráncfort, Alemania, un asiático fue incluso atacado por esta razón.
«¿Y tú, acaso tienes el virus chino?» es algo que muchos preguntan a menudo en estos días, solo por tener la nariz corta y por estar un poco resfriado. La frase «virus chino» es ciertamente engañosa en la relación victimario-víctima: China está sufriendo más que cualquier otro país a causa de la epidemia y está haciendo todo lo posible por detener la infección, con una transparencia históricamente única. En China, la gente evita usar el término «virus Wuhan» porque eso significa que le echa la culpa a todos los habitantes de la la ciudad. Pero no es la gente de Wuhan la que desencadenó la enfermedad y la posterior reacción de pánico, sino un virus que podría haber aparecido en cualquier otro lugar del planeta. En la ciudad de Wuhan, donde las autoridades aconsejan no salir de la casa, millones de personas sacrifican su libertad de movimiento para evitar que la enfermedad se extienda más. En internet circulan vídeos que muestra a diferentes personas hablando por sus ventanas con megáfonos, en lugar de encontrarse personalmente.
El virus no mide la longitud de la nariz
La mejor protección contra una infección es lavarse las manos regularmente. Sin embargo, no se puede garantizar una seguridad absoluta, especialmente en un mundo tan globalizado, en el que no solo las personas y los productos viajan por todo el planeta, sino que también los patógenos. Por otro lado, distanciarse de las personas solo porque parecen asiáticas no ofrece ninguna protección adicional. El coronavirus no requiere un visado para ningún país, ni mide el largo de una nariz para atacar.
El llamado en estos momentos es a la solidaridad. Hasta que no seamos capaces de reconstruir el lugar exacto de origen de los patógenes, no ayudarán ni las recriminaciones, ni el pánico y tampoco los comentarios racistas sobre las supuestas normas de alimentación o higiene de los chinos. De acuerdo con el estado actual de los conocimientos, el coronavirus no es más peligroso que la ola de gripe que también se repite anualmente en Alemania. Así que superemos los obstáculos psicológicos, analicemos la situación con seriedad y actuemos en consecuencia.