(Por: Pascual Serrano*)
«Quizás estemos ante una peligrosa deriva por la que una nueva izquierda, joven, cosmopolita y moderna, abandona luchas históricas para apuntarse a frivolidades» «Si la izquierda sigue con esta deriva frívola, con guiños en las redes y temáticas facilonas o patéticamente infantiles, podrá levantar entusiasmos, se equivoca»
Para algunos nos encontramos ante la modernización de una izquierda que deja atrás discursos añejos de clase social, sindicalismos y proletariados. Pero otros pensamos que quizás estemos ante una peligrosa deriva por la que una nueva izquierda, joven, cosmopolita y moderna, abandona luchas históricas para apuntarse a frivolidades o simplemente convierte esas luchas históricas en anécdotas y trivialidades. He recogido varios ejemplos curiosos que muestran la deriva que acabo de comentar, alguien puede argumentar que son solo tuits y poco más, no un programa elaborado políticamente.
Es verdad, pero son tuits o declaraciones de los dirigentes o de las propias organizaciones, o incluso desde las instituciones que gestionan, y todos sabemos que esos tuits, hoy, suponen la forma más popular y hasta solemne de posicionarte ante la realidad y ante su electorado. Por tanto, no son anécdotas son, quizás, la prueba más evidente de una izquierda y unos líderes desorientados (o licuados) y que todavía más desorientan a los ciudadanos.
Empecemos por ver cómo algunos altos cargos exponen en qué consiste su diferencia con la derecha. Para Joan Ribó, alcalde de Valencia por Compromís, hay algo que en Madrid (gobernada por la derecha) prohíben, y en Valencia (gobernada por la izquierda) autorizan. ¿Qué es? Pues una berenjena gigante expuesta en la plaza del Ayuntamiento con la que Netflix publicita una serie que habla de sexo.
Lo explicaba la concejala valenciana de Espacio Público, Lucía Beamud, en la prensa local: mientras «el Ayuntamiento conservador de Madrid prohíbe campañas publicitarias que hablan abiertamente del sexo y de series sobre educación sexual», en Valencia «promovemos este tipo de iniciativas, porque creemos en la libertad y hemos gestionado el permiso para que se puedan exhibir en la ciudad diversos elementos de promoción de la serie como la berenjena de la plaza del Ayuntamiento o el melocotón de la plaza de los Pinazo». «Apostamos por una ciudad abierta, diversa, plural y que se expresa con total libertad», ha añadido Lucía Beamud. Pues eso, una berenjena anunciando una serie de Netflix es lo que destacan como diferencia la izquierda municipal de la derecha.
Seguimos en la costa Mediterránea. El gobierno de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha planteado como medida en la Declaración de Emergencia Climática de Barcelona que las escuelas e institutos de la ciudad reduzcan la presencia de carne roja (ternera, cerdo y cordero) y aumenten la de proteína vegetal. Su propuesta de menús consiste en que, de los cinco días de la semana, nunca haya proteína animal en los primeros platos (carne en los macarrones, por ejemplo).
Y en los segundos, dos días sean de proteína vegetal (legumbres) y los otros tres, proteína animal. Pero solo uno sea de carne roja. Las hamburguesas serán de quinoa y kale (una col que triunfa entre los veganos) y las pizzas, vegetales. Uno de los motivos de la propuesta es “porque la producción alimentaria también es responsable de las emisiones de efecto invernadero”.
Los padres podrán llevar a sus hijos al colegio en automóvil, sobre todos los colegios privados, que están más apartados; y más de 300.000 aviones seguirán sobrevolando la ciudad, hasta llevarán a los niños al mirador del Prat a verlos despegar; pero los niños dejarán de comer ternera para combatir el cambio climático de Barcelona. Por supuesto, los ricos seguirán comiendo sus chuletones en los asadores de los barrios de Sant Gervasi y El Borne.
Quizás sea el feminismo, una reivindicación y lucha histórica de la izquierda, la que se está viendo más descafeinada en los tiempos que corren. La exdiputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, Clara Serra, nos sugería en un tuit a quién nombrar “la Robin Hood del feminismo”: a una señora que robó 40 satisfyers -consoladores femeninos que andan de moda los últimos tiempos- para repartirlos entre sus vecinas. Porque si excesivo decir que un aparato electrónico para masturbarse es un triunfo del feminismo, más descabellado es decir que repartirlo es ser Robin Hood. Que como chiste tiene gracia, pero me gustaría pensar que no es lo que se espera de la referente del feminismo en Más Madrid (Clara Serra fue la número 2 de Errejón en la candidatura de Más Madrid y precisamente dejó su militancia en este grupo quejándose de la deriva poco feminista).
Podemos descubrir también dónde se embosca ahora el machismo para alguna izquierda moderna. Ese machismo en la familia, en el trabajo, en la escuela, en la publicidad y en tantos otros ámbitos sociales, contra el que las feministas llevan décadas luchando, la CUP donde lo encuentra es en el cartel del Ayuntamiento de Barcelona donde anuncian la bajada de las tarifas del transporte público. Un cartel en el que aparece una joven (debemos deducir que es una chica) de espaldas, desde mitad de la cabeza hasta las rodillas, con una sudadera con la inscripción “Viatjo sense limits”, en referencia a los nuevos bonos de transporte mensuales, sin límite de viajes. Pues buen, esto es lo que ve la CUP. “ Denunciem la imatge amb que @TMB_Barcelona està promocionant les noves tarifes, que utilitza i cosifica el cos de la dones. Barcelona antimasclista als discursos i masclista al metro? Prou hipocresia!” (Denunciamos la imagen con la que Transportes Metropolitanas de Barcelona está promocionando las nuevas tarifas, que utiliza y cosifica el cuerpo de las mujeres. ¿Barcelona antimachista en el discurso pero machista en el Metro? ¡Basta de hipocresía!). Que cada uno juzgue el “machismo” de ese cartel, que parece que algunos lo ven antes que la bajada del precio del transporte público.
No podía faltar la izquierda independentista. Si lo que despierta más sensibilidad es el cambio climático y los refugiados, aunque estos lo sean gracias a nuestras bombas, pues se declara la independencia para actuar contra el cambio climático y resolver las crisis de refugiados. Al menos así lo razonó el consejero de Asuntos Exteriores del gobierno de Puigdemont, Raül Romeva (ERC), en la comisión del Parlament que investigaba la aplicación del 155 en Cataluña.
No olvidemos otra de las cruzadas de la nueva izquierda, la defensa del hiyab de las musulmanas. Porque como la ultraderecha está en contra de los musulmanes, alguna izquierda convierte el pañuelo con el que algunos musulmanes exigen a sus mujeres que se tapen para no provocar a los hombres, en una bandera de respeto identitario y diversidad cultural. Y aquí tenemos al Ayuntamiento de Balaguer (Barcelona), gobernado por ERC, que ha convocado el Día Internacional de Hijab, y que comienza con una propuesta a probarte el hijab, con invitación a chocolatada incluida.
Luego están los llamamientos patrios, que nada tienen que envidar a los de Vox. Aquí Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos Andalucía, reivindicando su nacionalidad histórica con arenga “De mi himno, del Estatuto y del padre de la patria andaluza: «Viva Andalucía Libre»”. Podemos sustituir Andalucía por España y estar escuchando a Santiago Abascal.
Ni siquiera la izquierda tradicional e histórica se libra del infantilismo. A Izquierda Unida del distrito Centro de Madrid se le ocurre esto cuando un avión aterriza de emergencia en Barajas.
Me niego a pensar que este infantilismo pueda ser representativo de los nuevos dirigentes, y menos todavía de los militantes. En cualquier caso, su presencia sí debería resultar preocupante.
Son solo algunos ejemplos, pero no olvidemos que son con esos ejemplos con los que la ciudadanía se va formando la idea de los diferentes proyectos y propuestas políticas. Si la izquierda sigue con esta deriva frívola, creyendo que con guiños en las redes y temáticas facilonas, abordadas con superficialidad, o patéticamente infantiles, podrá levantar entusiasmos se equivoca. Algunas veces hay que mojarse en tema relevantes, enfrentar corrientes mayoritarias, buscar en las raíces de los asuntos. La política emoticono tiene un recorrido muy corto y sus únicas movilizaciones se quedan en internet.
*Periodista y ensayista español