(Por: Sarah Romero)
Las personas que duermen con los ojos abiertos pueden despertarse sintiendo que sus ojos están secos y arenosos. Puede parecernos un hábito bastante extraño, pero lo cierto es que es bastante común. El término médico para dormir con los ojos abiertos es lagoftalmos nocturno. Hasta el 20% de las personas de todo el mundo se ven afectadas por esta afección ocular. Una de las razones por las que ocurre es por problemas en los nervios faciales o músculos que dificultan mantener los ojos completamente cerrados. También puede ocurrir por algo relativo a la piel alrededor de los párpados.
Síntomas
Rojez, visión borrosa, irritación o sensación de ardor, sensibilidad a la luz, sentir como si algo estuviera dentro del ojo y mala calidad del sueño. La mayoría de las personas se dan cuenta de que han dormido con los ojos abiertos porque otra persona les dice que lo han hecho.
Hay varias opciones de tratamiento: gotas para los ojos, lagrimas artificiales o ungüentos oftálmicos para ayudar a prevenir rasguños. Dormir con un humidificador en el dormitorio también puede mantener el aire circundante húmedo y es menos probable que se sequen los ojos. Aplicar cinta quirúrgica en los párpados también sirve para el mismo propósito. Otra opción es la cirugía, aunque solo se recomienda para casos muy graves.
¿Qué provoca la lagoftalmía?
Dormir con los ojos abiertos suele deberse a un problema con los músculos faciales, los nervios o la piel alrededor de los párpados. La parálisis o el debilitamiento del músculo que cierra los párpados, conocido como orbicularis oculi, puede causar que alguien duerma con los ojos abiertos.
Las condiciones médicas que pueden causar debilidad muscular o parálisis de los nervios faciales incluyen:
Parálisis de bell, tumores, enfermedades autoinmunes, como el síndrome de Guillain-Barré y una condición neurológica rara llamada síndrome de Moebius que afecta los músculos que controlan el movimiento facial y ocular.
Los traumas, las lesiones o la cirugía también pueden causar daño y parálisis en los músculos y nervios faciales. Las infecciones pueden ser causas menos comunes, y estas pueden incluir: la enfermedad de Lyme, paperas, varicela, polio, lepra, difteria y botulismo.