Por: Néstor Rivero/
El 26 de marzo de 1814 falleció en París el médico Joseph Ignace Guillotin, cuyo nombre identifica el aparato de decapitación implantado durante la Revolución Francesa y que se aplicó en Francia hasta 1977. Dicho aparato de muerte se utilizó además en el Reino Unido, Italia, Alemania, Bélgica y Suecia.
No al suplicio
Las técnicas medievales de provocar la muerte dispuestas por gobernantes y tribunales, y que contemplaban el ahorcamiento, el fusilamiento y la decapitación mediante el hacha, espada o alfanje, o el desmembramiento, ofrecían el riesgo de producir al condenado un sufrimiento o tortura, que concurre con el hecho mismo de quitar la vida. Y contra dichas prácticas inquisitoriales se habían rebelado doctrinarios del iluminismo jurídico como Césare Beccaría, autor del libro De los delitos y las penas, y Charles de Montesquieu (El espíritu de las leyes).
Muerte rápida
Y ello, en el marco del pensamiento ilustrado que pregonaba reformas en los regímenes de castigo, llevó al sensibilizado Dr. Guillotin, a proponer el 10 de octubre de 1789 ante la Asamblea Nacional -de la cual era miembro-, que se construyese una máquina susceptible de producir la muerte “de forma rápida, segura e indolora, y que acabase con los errores de la decapitación tradicional, realizada a mano por un verdugo, que en ocasiones aumentaba la agonía del reo al no causar la muerte inmediata”.
La máquina
Si bien Guillotin sugirió la fabricación de una máquina para dar muerte de forma muy rápida al reo, su fabricación le fue encomendada tres años después -luego de entrar en vigencia un nuevo código penal en Francia-, al cirujano militar galo Antoine Louis, quien había colaborado con Diderot con artículos médicos insertos en La Enciclopedia. Louis se auxilió con el artesano alemán Tobías Schmidt, un productor de clavicordios, escuchando igualmente consejos del verdugo oficial de París, Charles Henri Sansón.
La hojilla
Tras dos semanas de elaboración del prototipo, este fue presentado en abril de 1792, realizando sus primeras pruebas con ovejas y con cadáveres humanos tomados del hospital de Bicétre. La afilada cuchilla inicialmente tenía forma rectangular, y observando alguna dificultad en su eficacia por el modo en que se efectuaba el corte para separar la cabeza de los hombros, Louis resolvió sustituir su forma horizontal por una oblicua, que en definitiva fue la adoptada para la ejecución de los condenados. Así, el 25 de abril de ese mismo año, se procedió a inaugurar el terrible instrumento, instalado en la Plaza de Gréve, frente al Ayuntamiento de París, teniendo como su primera víctima a un condenado por robo a mano armada, de nombre Nicolas- Jacques Pelletier, mostrando el resultado que deseaban las autoridades.
En Revolución
Entre 1792 y 1794, durante la fase de mayor fervor de la Revolución Francesa, la guillotina despojó de su cabeza los cuerpos de quince mil víctimas, entre quienes resaltaron Luis XVI, la reina María Antonieta y tras ellos, en el lapso del terror, a los propios promotores de dichas muertes, como los revolucionarios Dantón, Saint-Just y Maximilien Robespierre, el Incorruptible. El 10 de septiembre de 1977 se aplicó por última vez laguillotina, esta vez en Marsella, Francia, en contra del tunecino Hamida Djandoubi, condenado por asesinar a su exnovia.