Por: Ramón Gutiérrez
Recientemente ocupé mí tiempo durante esta ya insoportable pandemia, este encierro que nos impide poner en práctica nuestras ideas: trasplantar una plantita de rosa de maguey a una maceta más grande, comprar tierra y abono en la ferretería; mandar a enmarcar el cuadro del manglar. ¡No se puede, todo está cerrado! Entonces me he puesto con mi esposa Rosario a ver películas mexicanas de época, que tanto le guastan a ella y para que mentir, también a mí.
Pero, a solas descubrí en Netflix, una serie sobre Freud, ocho capítulos en que dramatizan sus comienzos, un hombre de origen judío austríaco, adicto a la cocaína, trabaja en un hospital, con pacientes psiquiátricos y neurológicos, es un residente al mando del viejo neurólogo Meissner, quien cree que todos los casos de neurosis histérica son por causa neurológica y Freud va observando pistas que le inducen a creer que los hombres somos como casas con múltiples cuartos y pasillos. Enfrente esta la sala en donde se encuentra el consciente, pero detrás en las múltiples habitaciones a oscuras, en los tétricos pasillos gobierna un monstruo que pugna por salir, el subconsciente. Nuestros deseos secretos más oscuros, un animal salvaje que quiere matar, violar y hacer esas cosas prohibidas, pero además se hallan los recuerdos dolorosos, el miedo, por aquellos traumas sufridos durante nuestra infancia. La serie es entretenida, pues entreteje los comienzos de Freud con una historia de una paciente histérica a quien una pareja de húngaros, utilizan para que mediante una exageración de la hipnosis obligan a que se relacione con distintos personajes de Austria, país en donde se desenvuelve la historia en aquellos tiempos del imperio austrohúngaro.
La mujer de la pareja de húngaros tiene un poder de hipnotizar a la gente con sólo tocarlos y luego les sugiere que se conviertan en un poderoso demonio Palpos y luego cometan crímenes aberrantes, utilizan a la histérica Fleur a quien tienen sujeta mediante una sugestión posthipnótica y mediante supuestos poderes de médium a hacer sesiones espiritistas.
Fleur fue una niña que sobrevivió a la masacre de toda su familia porque ya tenía esos poderes de sugestión y cuando los soldados quisieron matarlas, ella hizo que uno de ellos se tornara en Palpos y matara a todos los demás. Esto lo descubrió Freud mediante una sesión hipnótica con Fleur, en verdad Freud nunca fue bueno en hipnosis y por ello desarrolló su método mediante la sugestión.
El objetivo final de la pareja de húngaros era llegar hasta la casa real de Austria y utilizar los poderes de Fleur para asesinar al emperador Francisco José de Austria y a su hijo Rodolfo, lo cual casi logran, pero es evitado por la intervención de un sargento de la policía austríaca y de Freud que descubre todo el enredo.
Freud escribe un libro sobre El poder de la hipnosis y ahí relata todos los hechos, pero el emperador le dice que la casa real no quiere que nada de eso se sepa y lo único que le ofrecen a Freud es restituirlo a su cargo en el hospital, en donde ya había sido despedido por Meissner, Freud renuncia y al final su amigo Breur le dice que su momento no ha llegado, pero que algún día llegará. Así termina el último capítulo de la serie.
Para alguien que quiso ser Psiquiatra y que fue un asiduo lector de algunas de las obras de Freud, que aplico en sus años de residencia en Medicina Interna varias de sus técnicas, leídas en sus libros como: la interpretación de sueños, la técnica en que el sujeto cierra los ojos, se pone la mano sobre su frente y se le dice responda a una pregunta con lo primero que llega a su mente, ese residente que mediante la interpretación de un sueño repetitivo logró descubrir los deseos secretos de una paciente histérica. O aquella otra que su primera experiencia sexual placentera ocurrió cuando su hermana mayor dormía con ella y ésta soñaba en tener sexo con el novio y dormida subía la pierna ebúrnea sobre la paciente y se frotaba sobre su sexo. Luego la paciente soñaba en ese momento, pero no identificaba a su hermana y creía tener impulsos lésbicos pues su primera experiencia sexual placentera fue con otra mujer, su hermana mayor, pero al develar los secretos del sueño, sin explicárselo se le dijo que experimentara relaciones heterosexuales. En su segunda consulta, llego feliz, tenía novio y relaciones con las que experimentaba gran placer. La ceguera histérica resuelta en una sola sesión, la terapia de familia de carniceras que humillaban al padre ocupándolo sólo de macho de carga, el hombre que odiaba al padre, imaginó subconscientemente matarlo a machetazos, con los ojos cerrados movía su brazo asestando los machetazos al aire, mientras puse mi mano sobre su frente y le pedí expresara su más inmediato deseo subconsciente. Hubo otros muchos casos no tan espectaculares, pero las técnicas freudianas me funcionaron. Es verdad que lo mío no pasa de ser anecdótico y que yo mismo como estudiante de Medicina Interna llegué a pensar que los problemas mentales tenían también una base neurofisiológica y que daños en regiones cerebrales por traumas, por enfermedades genéticas, trastornos en la neuroquímica cerebral habrían de ser descubiertos y la Psiquiatría pasaría a ser una rama de la Medicina Interna.
Muchas cosas se han descubierto, muchas ya se sabían cómo el hecho de que las grandes psicosis mantienen su 5% de porcentaje, no importando si la humanidad vive períodos de crisis o de calma, no así las neurosis que aumentan con las crisis. Hoy algunos psiquiatras sólo dan pastillas y algunos psicólogos desmerecen las teorías freudianas, no las aplican ya y solo atisban a ellas como a una lección de historia.
Sí hubiera llegado a ser Psiquiatra, estoy seguro que aún seguiría trabajando, no me hubiese retirado tan joven. Los pacientes casi no se tocan, mi temblor de manos no me impediría oír y conversar con mis pacientes.
Estoy seguro que daría las pastillas necesarias, pero también estoy seguro que hubiera peleado porque se me diera el tiempo necesario con los pacientes para seguir siendo un Psiquiatra psicoanalista, aplicando las teorías freudianas, quizás arcaico, fuera de tiempo, pero estoy seguro que muchos pacientes optarían por pasar con mi persona.