Por: Sergio Del Águila*/
En medio de la deficiencia que provoca la falta de intervención integral al covid-19, el gobierno de Guatemala en vez de ser agudo y eficiente para atender el reclamo social, a 50 días de declarado el Estado de Calamidad con toque de queda, ha dejado claro que solo los más “aptos” sobrevivirán.
En lugar de estar en la contención del coronavirus, Guatemala está en la fase de “sálvese quien pueda”. Mientras el gobierno se empeña en hacer creer que los hospitales improvisados en la crisis están abastecidos y con suficiente personal, asociaciones de médicos y sindicatos de Salud y gremios lo desmienten todos los días.
Tan solo hoy 11 de mayo, un grupo de médicos del hospital de Villa Nueva para atender a pacientes con coronavirus dieron un plazo de 48 horas al Ministerio de Salud para que resuelva su demanda de que se contrate más personal, de lo contrario, amenazaron con ir a sesión permanente, como manera de presión.
El hospital de Villa Nueva, al sur de Guatemala, inaugurado este año con deficiencias en su construcción y equipamiento, fue presentado por Giammattei como su respuesta a la crisis, sin embargo está en problemas pues los insumos, el personal médico y el saneamiento son insuficientes. Solo tres facultativos atienden a 90 pacientes. Incluso y de manera velada, los medios a fines se han dado a la tarea de difundir infomerciales del gobierno sobre cómo atender a infectados con covid-19 en las casas en caso de que ocurra, cuando en realidad es y será una obligación del Estado no solo por ley, sino por la especialización que demanda. En declaraciones poco claras y envueltas, el presidente Giammattei ha advertido que se debe estar preparado para atender en la casa a personas infectadas, obviando que la mayoría de este país vive en condiciones deplorables, muchos en extrema pobreza, sin agua e infraestructura y el 70 por ciento es subempleado.
Por semanas enteras “chapinlandia” ha sido sometida a la cadena nacional diaria para escuchar el discurso del “lord pajas” –como fue bautizado el presidente Giammattei— quien prometió alimentos, hospitales, mascarillas, respiradores, personal sanitario y pruebas, que por ahora no se ven. Apenas si realizan 600 test diarios, en momentos en que el número de infectados supera los 1,052 y la media de casos es de 45.
A la población le molesta que Giammattei, un hombre conservador liberal de la tercera edad, presente el control del coronavirus como un logro de Gobierno, cuando en realidad es su obligación, como la es enfrentar el SIDA, dengue, SICA y la neumonía típica que causan altos niveles de mortandad anual.
Con toda incapacidad y buena dosis de desfachatez, los titulares de los ministerios de Economía y de Desarrollo han reconocido cuando se habla del tiempo de entrega de la ayuda a los necesitados, responden que “aunque quisieran que fuera menos no podría empezar antes de un mes… “vamos a empezar como en 30 o 40 días con la distribución de los alimentos”.
Encima de todo sostienen que “queremos acelerarlo porque la gente necesita los alimentos”; aunque obvia que la comida se ha necesitado desde marzo y que en abril se agotaron reservas personales. Para colmo y desde ya como zafando bulto, el ministro de Agricultura advirtió que “ya viene la temporada de lluvia y las rutas de acceso a las comunidades son difíciles”. Los primeros aguaceros ya causaron estragos y cuatro muertos. Insiste que “se tienen que cumplir con tiempos operativos, de logística, de disponibilidad de datos que no dependen de nosotros y también tiempos legales”, o sea que pone de manifiesto la incapacidad gubernamental que tuvo marzo, abril y mayo para resolver la gran burocracia y el robo que se hace en las dependencias del Estado.
Dos ofrecimientos de aporte económico, uno de Q1,000 ($110) para personas sin ingreso y otro de Q2,000 ($220) de apoyo familiar anunciado desde marzo pasado, llegarán a los bolsillos tal vez para junio, cuando reabran los grandes centros comerciales, pero adonde los más pobres solo irán a “ver comer helados”.
Esa decisión le permitiría grupos pequeños –que gozan de ingresos promedios “adecuados”— seguir viviendo la ilusión del consumo desenfrenado, no obstante el fondo de los grandes problemas nacionales: desigualdad en el ingreso, falta de empleo, hambre, miseria y desnutrición infantil, siguen postergados.
Desde un principio, Giammattei un médico de formación, ha tenido la oportunidad de atender bien la emergencia y de manera organizada, pero no ha sido así. Como ya se denunció prefirió ponerse de alfombra para que grandes negociantes no pierdan y puedan aprovecharse de las medidas económicas tomadas. Los incentivos económicos para pequeñas y medianas empresas, o los “emprendedores” estarán siendo canalizados por un banco estatal desde donde la banca comercial, no solo jineteará millonarios recursos, sino que desde ya impone insuperables requisitos para logar ser sujeto de crédito.
La otra parte que contribuye a la decisión perversa de sálvense los que puedan, la está imponiendo el poderoso sector empresarial más neoliberal, que sin embargo adversa alguna de las medidas “conservadoras” del grupo que respalda al presidente de la República.
Para los neoliberales, encabezados por el magnate del pollo, Dionisio Gutiérrez, hay que abrir centros comerciales, transporte público urbano y extraurbano, quieren que la movilidad vuelva a su cotidianeidad (embotellamientos, largas horas manejando, colas, asaltos, accidentes, etcétera), para que sus negocios dejen de perder.
Estos señores ingratos quieren que toda Guatemala se contagie para tener inmunidad colectiva, pero a costa de una altísima tasa de mortandad, sobre todo de quienes más problemas de subsistencia enfrentan como los pobres, los desempleados, los empobrecidos, los de la tercera edad y sobre todo la niñez desnutrida.
*Corresponsal de El Independiente en Guatemala.