La iglesia evangélica ante la pandemia.

Por: Marjory Hord Borden

La gran diversidad de las iglesias evangélicas en América Latina hace que sea un trabajo enciclopédico hacer conclusiones que procuren englobar a todas. Existen diferencias tremendas en cuanto a su teología, su liturgia, su estilo de alabanza, sus prácticas financieras y su forma de gobierno. Las raíces de las iglesias históricas, las pentecostales, las carismáticas y las mesiánicas son muy distintas.

Es, por tanto, importante tener en cuenta las raíces que tienen en común en el cristianismo primitivo, sobre todo en la actual pandemia.
En 165 y 251 dc, el imperio romano sufrió por dos plagas terribles. Roma no tuvo misericordia de los enfermos; los mismos médicos huyeron a sus villas en el campo. Solo la iglesia respondió con acciones a favor de los afectados. En el cuarto siglo, el emperador Julián declaró: «Los cristianos han hecho lo que nosotros debemos hacer: cuidar con amor a los enfermos, y enterrar con respeto a los muertos. Los cristianos cuidan no solamente a sus propios pobres, sino a los nuestros también».
Otra contribuyente en este espacio (Angélica Eliú Patiño) hizo un análisis en que dictaminó: «El dinero, los celos y la envidia son algunas de las plagas que afectan radicalmente el crecimiento saludable de la iglesia evangélica en México y Latinoamérica, aunque hoy en día existen numerosas iglesias que transforman a comunidades con cambios positivos… Esas excepciones de iglesias que aún mantienen su integridad… deben exigirse más para seguir avanzando en este mundo fragmentado». Menciona casos en los cuales predominan la tendencia de la mega iglesia, la teología de la prosperidad y la religión como negocio.

A la vez, la investigadora considera que las «tres plagas» predominan: «Aunque hay iglesias que están haciendo grandes esfuerzos por ayudar a la gente en estado de vulnerabilidad… la mayoría sigue ensimismada en sus propias necesidades internas».

¿Realmente será la mayoría? Considero que no la son; conozco o he entrevistado a numerosos cristianos comprometidos con el prójimo:

1-Una mujer de una zona residencial hizo cubrebocas para regalarlas a los albañiles que pasaban, y a los recolectores de basura. Animó a otras vecinas a dar despensas a estas personas.

2-El pastor Édgar Bigurra de Cardel, Veracruz comparte en su Facebook que se arriesga a viajar en transporte público a distintas colonias, y predica el evangelio al aire libre, con un megáfono. Se le han acercado policías de la ciudad a pedirle que ore con ellos.

3-La iglesia bautista Belén de Puebla decidió dar de comer a unos 60 vecinos necesitados de su colonia. La congregación es pequeña, y agradece la ayuda de otros evangélicos que se ofrecen como voluntarios o donan alimentos.

4-La Casa de Dios Bethel de Zacualtipan, Hidalgo, dirigida por Javier Olivares e Inés Ortiz y miembro de la Iglesia Cristiana Pentecostés, A.R., colabora de muchas maneras con su comunidad. En su comedor comunitario Casa del Pan preparan alimentos para 300 personas en esta cuarentena.

Según la pastora, «Las necesidades espirituales se satisfacen mejor cuando suplimos una necesidad terrenal tan palpable como saciar el hambre». También ofrecen apoyo—palabras de ánimo, café, oración y Biblias— a médicos y personal del IMSS.

5-Un misionero mexicano en España colabora con la Cruz Roja: «Estamos haciendo entrega de alimentos y mascarillas para las personas mayores, y hacemos llamadas a las personas para recordar las medidas preventivas y escuchar su situación emocional».

Además, con la pandemia, más evangélicos producen videos y escritos con meditaciones o cantos de manera diaria o semanal, en blogs o en las redes sociales. Varios ofrecen cursos sobre cómo manejar el encierro, el temor, etcétera.

Las iglesias reciben muy pocas ofrendas en estos momentos. Muchas iglesias pequeñas ya sobrevivían con entradas limitadas; sus pastores reciben una cantidad simbólica por sus labores. Aun así, hay congregaciones que dan despensas a los que han sufrido económicamente por esta crisis. Sabemos de miembros que, en vez de dar sus diezmos de la forma «normal», compran despensas para conocidos con necesidad.

En conclusión, habrá muchos «ensimismados», pero esperamos que con esta gran prueba muchos más sean sacudidos para escuchar las palabras de su Maestro: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
                                                     

Marjory Hord Borden, Antropóloga, lingüista y Editora de la Revista Alianza – México

Tomado de Revista Actualidad Sociopolíticareligiosa.
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