Por: Víctor Fowler Calzada/
Se llama así al conjunto de movimientos, prácticas e ideas –de carácter cultural, social, económico, político– que proponen como meta la consecución de una igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
Para Victoria Sau: «(…) es un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo xviii –aunque sin esa denominación todavía– y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiere».
Los conceptos y prácticas del feminismo han tenido efecto visible en los campos de la educación, la acción de los medios de comunicación, los órdenes laboral y jurídico, la salud (derechos reproductivos), la sociabilidad cotidiana, las prácticas sexuales, el control de la mujer sobre su imagen y su propio cuerpo, etc.
Sus aportaciones al debate de ideas en nuestro tiempo son enormes y entre los conceptos centrales al movimiento destacan: androcentrismo, patriarcado, carácter sociocultural del género, feminización de la pobreza, feminicidio, machismo, sexismo, escritura femenina, crítica feminista.
Según su extensión, variedad de corrientes, presencia e influencia, el feminismo tiene carácter global y debemos entenderlo como un proceso signado por la renovación permanente.
En voz de la conocida luchadora social Angela Davis: «El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas».
En su búsqueda de equidad, igualdad y justicia, el feminismo propone transformar las relaciones de poder en nuestro mundo, y es por eso que, citando a bell hooks, el movimiento «es para todos».