El 19 de septiembre de 1982 ocurrió el aluvión del volcán de San Salvador, un compañero de trabajo había elegido vivir en unas casitas nuevas de la Residencial Montebello, esa noche lo despertó un ruido espantoso, era el rugir de lodo, piedras y árboles que descendía de la cima del volcán, en su lado norponiente, sin saber que era, quiso ir a tomar en sus brazos a su pequeño hijo que dormía tranquilo. No pudo hacerlo la avalancha de lodo rompió las paredes y arrasó con toda la casa, su esposa e hijo quedaron soterrados y él sin saber ni cómo, se vio flotando, arrastrado en el río de lodo, en un momento se acercó a la orilla y pudo tomarse de las ramas de un arbusto, el lodo se movía ya lentamente. Sujeto al arbusto vio pasar a un hombre arrastrado por la corriente de lodo, le pidió ayuda, no podía hacer nada para ayudarlo, pero habiendo perdido todo, sólo le hizo un gesto como diciendo: __ He perdido a mi esposa e hijo, ya no me importa mi vida, mucho menos la suya.
Desde entonces vivir a la vista del coloso me causa miedo, he investigado el radio de influencia en caso de que el volcán de San Salvador, un volcán activo que tuvo su última erupción en 1917, hace más de 100 años, pero está activo y puede de pronto hacer una nueva erupción, Este volcán formado por dos elevaciones gemelas, el Boquerón y el Picacho es parte de un complejo volcánico que abarca el Plan de la laguna en Antiguo Cuscatlán, la laguna de Chanmico y múltiples chimeneas por donde puede dejar salir el magma, el complejo volcánico llega hasta Opico, o sea que según el lado que se le ocurra escupir puede destruir San Salvador, Santa Tecla, Antiguo y Nuevo Cuscatlán,Quezaltepeque, Nejapa y Opico. Y por si fuera poco San Salvador tiene otro volcán, el volcán tipo caldera del Lago de Ilopango, bajo las tranquilas y hermosas aguas del lago yace una caldera del infierno. Su erupción hace siglos causo estragos en las plantaciones de Europa y se cree que su erupción fue causa de la hambruna de esa época.
San Salvador está asentado en un valle entre estos dos volcanes y ese valle esta cuadriculado por múltiples fallas geológicas por lo que los temblores, los terremotos son frecuentes. Cuando el volcán hizo erupción en 1917, la ciudad de San Salvador cayó, ha habido otros terremotos que yo recuerdo, en 1969, en 1986y en el 2001 hubieron dos, uno en enero y otro en febrero. Cuando ocurrió el terremoto de 1986 los daños fueron grande, me causaba depresión el ver los montículos de ripio en todas las aceras y los monumentales edificios deñados, cuarteados, con fisuras en sus paredes .
Con sólo esto que he descrito se puede inducir que el Valle de las hamacas es el peor sitio para construir una ciudad y menos la capital, pero aquí estamos víctimas de la decisión de no sé quien.
El departamento de San Salvador alberga la mayoría de habitantes del pequeño país y la ciudad capital ha crecido tanto que se ha unido con las ciudades de los municipios vecinos y la gente del campo, por hambre, por falta de trabajo hace migración interna hacia la metrópolis, porque ahí mediante el comercio informal de cualquier forma, se ganan la vida, pero adónde viven, viven en colonias marginales, a las orillas de las quebradas y de los ríos, en sitios que cuando el país se ve azotado por una tormenta como las que acabamos de sufrir, la tormenta Amanda y Cristóbal, hay inundaciones, deslaves y el espectro total del desastre de ver personas soterradas, casas al borde de barrancos a punto de caer, deslaves de lodo y piedras por todas partes, cárcavas, caídas numerosas de árboles, muerte, hambre, destrucción. Y para colmo estamos en medio de una pandemia de un monstruoso e invisible virus.
Día a día los noticieros presentan un nuevo sitio de desastre en el desafortunado país: siete soterrados en un deslave en Santo Tomás, casas que caen como trocitos de papel en una barranca a la orilla de un río en la colonia Nueva Israel, la cárcava y las inundaciones en la colonia Santa Lucía, puentes inservibles por el daño, otros caídos, calles interrumpidas por una cárcava, miles de damnificados en albergues municipales, en las escuelas solas por el coronavirus.
Todo el país es zona de riesgo, por donde quiera hay volcanes activos y si no lo son, peligro de deslaves, de aluviones como el de 1982. Y todo es santo en este país llamado El Salvador, la capital San Salvador, Santa Ana, San Miguel y sus colonias igual, Jerusalén, Nueva Israel, Santa Lucía. Parece un pueblo que cree mucho en Dios, en su desventura lo dicen; __ Sólo Dios con nosotros, Él nada más sabe porque sucede esto.
Y surgen por todos lados gente que pide que rescaten sus casas a punto de caer a los barrancos o de ser sepultadas por los deslaves o ser tragadas por una cárcava que crece y crece. Y surgen a pesar del trabajo monumental del gobierno de las municipalidades, de personas altruistas, surgen decenas de banderas blancas de gente con hambre que dice: __ Aquí no ha venido nadie, no hay ayuda, perdimos todo. Y piden y piden, muros de contención en barrancos de más de 25 metros de profundidad, a la orilla de un río, como si fuera tan fácil, para un país tan pobre; muros perimetrales, nuevas casas en nuevos espacios.
Las cosechas de maíz, frijol, sorgo, frutales, plátano, papaya, arroz yacen inundadas, perdidas en su totalidad, los cafetales húmedos con riesgo de la roya. Todo son pérdidas y la ilusión de que el país crecería con el nuevo gobierno, con las buenas relaciones internacionales se desdibuja, explota como una burbuja de jabón. Y la gente creyente ora a Dios. Y yo me pregunto: Sí Dios es toda bondad ¿Por qué permite que suceda toda esta desgracia?
Por: Ramón Gutiérrez, médico salvadoreño