Marianna Kazakova nació en Piatigorsk, Rusia, en tiempos de la antigua URSS. Estudió violín desde los siete años en Kiev, capital de Ucrania, en la máxima academia para jóvenes talentos.
«Cuando tenía siete años, mamá y papá se dieron cuenta de que cuando me quedaba sola en la casa y cantaba, mi canto no era el de cualquier niño, sino mucho más afinado. Me llevaron a un especialista musical que detecta aptitudes o talentos en los pequeños», contó Kazakova sobre cómo se descubrió su destreza a tan corta edad.
El especialista musical confirmó a la familia acerca del buen oído de Marianna y de sus aptitudes notorias para tocar violín: «Primero comencé en un club musical como hobby y después de un año me pusieron en una escuela semiprofesional, donde gané mi primer premio en un concurso y me aconsejaron ir a una escuela muy prestigiosa, única en toda Ucrania, llamada ‘Academia para niños superdotados'», contó la violinista.
«Fue algo de mucha bendición. Es cierto que la URSS fue algo de mucha utopía. Sin embargo, los ideales que recibimos con mi hermana desde niñas, de igualdad para todos, hermandad y necesidad de compartir cualquier cosa, es también algo muy hermoso», afirmó Kazakova.
«En lo que sí quizás sentí más falta fue en lo espiritual, porque por ley no era prohibida la religión, pero era presentada de tal modo que nadie podría hablar de espiritualidad sin ser mofado», agregó.
A los 19 años abandonó sus estudios y se trasladó a Polonia como refugiada junto a su familia debido al accidente nuclear de Chernóbil, en abril de 1986.
A su situación se le sumaron los problemas políticos y la falta de alimentos, ya que en su condición de refugiados se les impedía trabajar. Fueron tiempos muy duros para la familia de Marianna que, sin embargo, nunca dejó de estudiar y pudo completar sus estudios en el Conservatorio Superior de Suiza.
Chernóbil es considerado el peor accidente nuclear de la historia, e incluso se lo incluye entre los grandes desastres medioambientales. La cantidad de materiales radiactivos y/o tóxicos liberados se estimó 500 veces mayor que la bomba atómica lanzada por EEUU en Hiroshima (Japón) en 1945.
Kazakova contó cómo vivió junto a su familia este hecho: «La gran cantidad de radiaciones peligrosas afectaron a todos, pero nos quedamos a vivir en Kiev hasta 1992, año en que la situación fue bastante inaceptable porque nuestra salud se empezó a quebrantar. Era una época importante para el crecimiento de cada muchacho y muchacha, y mis papás decidieron cambiar de lugar para que crezcamos más sanos».
Su vida cambió cuando escuchó a un grupo de música andina en las calles de Alemania, lo que motivó su deseo de viajar a Sudamérica. Desde comienzos de 2018 reside en San Miguel de Tucumán, Argentina.
Durante la actual cuarentena en el país sudamericano por la pandemia del coronavirus, Kazakova ha salido a su balcón todas las noches a tocar diferentes melodías. Los vecinos le agradecen, aunque pocos saben que esa vecina anónima es una emigrante rusa enamorada del folklore argentino.
Hoy, a las doce de la noche en punto, Marianna Kazakova, homenajeo desde el balcón de su casa a los caídos en #MalvinasArgentinas con su marcha. Ella es rusa, pero se puso nuestra camiseta. Solo emoción 🇦🇷💙 pic.twitter.com/fcXvDBDZT2
— 🅿🅰🅾🅻🅰 🆁🅰🅼🅸🆁🅴🆉 💚 (@mpaolaramirez) April 2, 2020