El 18 de junio de 1974 murió en la ciudad de Recife (Brasil), el escritor y docente de matemáticas Julio César de Mello y Souza, quien había nacido en Río de Janeiro.Era conocido por su seudónimo literario Malba Tahan, autor del libro de divulgación matemática El hombre que calculaba, amena disertación del personaje Beremiz Samir, aficionado al cálculo y operaciones numéricas complicadas. Entre 1938 y 2004, solamente en Brasil, el libro contaba con 64 ediciones.
Ciento veinte libros
Autor de ciento veinte libros en los que trató temas de cultura general e historia árabe, Tahan dedicó 59 de sus textos a las matemáticas, teniendo como propósito el mejoramiento de la enseñanza de las ciencias exactas. De acuerdo a su experiencia, su país se mantenía a la zaga pedagógica respecto a los sistemas escolares de otras regiones del mundo, especialmente en cuanto a las ciencias exactas. En alguna ocasión expresó su crítica a la forma tradicional de impartirla, y que se repite hoy en distintos países latinoamericanos. “El profesor de matemáticas –sostenía– es un sádico que ama hacer todo tan complicado como sea posible”. Tahan dedicó El hombre que calculaba a los grandes filósofos y matemáticos de la historia, entre quienes destacan Descartes, Pascal, Newton, Leibnitz, Euler y el musulmán Al Karismi.
Beremiz, el calculista
El personaje central de El hombre que calculaba es Beremiz Samir, viajero acucioso y amante de la exactitud en sus cálculos y quien acostumbra llevarlo todo a la estimación precisa de la cantidad, como el hecho de dividir 35 camellos entre tres hermanos y otras complicaciones del mismo tenor, cuyo ameno estilo y fluida plática le atrajeron desde su aparición gran legión de lectores. El hombre que calculaba ha sido publicado en casi todas las lenguas. La agilidad de Beremiz Samir para resolver complicaciones de orden numérico sorprendía a todo aquel que le trataba. A partir del capítulo tercero, según lo recuerda Ricardo Yánez, “cada capítulo es un relato completo que deja una enseñanza de matemáticas, lógica, sabiduría, moral, religiosidad y bondad” (https://www.monografias.com).
Moral y presteza
Consciente de la originalidad de su personaje y la gracia que transmitía a sus lectores, el autor aprovechó cada circunstancia en que hace aparecer a Beremiz Samir, para difundir enseñanzas de orden moral, como la oportunidad en que el calculista conversa con un sheick en cuyo palacio se dejaba escuchar gran cantidad de pájaros enjaulados. De este modo, Samir dice al potentado: “Cada vez que ponemos en libertad un pájaro cautivo practicamos tres actos de caridad. El primero, para con la avecilla, restituyéndole la libertad; el segundo, para con nuestra conciencia, y el tercero para con Dios”. Luego de obtener la soltura de las aves, Beremiz levanta sus ojos al paso de la bandada, apuntando con rapidez “Son 485, aunque daban la impresión de ser diez mil”.
Enigma y premiación
En el capítulo 34 de El hombre que calculaba resalta el ingenio del protagonista. Deseando casarse con la princesa Telassim, de Damasco, Beremiz debe medir delante del califa su brillantez para despejar enigmas. Así, se le llevan cinco jóvenes esclavas completamente cubiertas de la cabeza a los pies. De las cinco, tres, quienes siempre mentían, poseían ojos azules; y las otras dos, que siempre decían la verdad, negros. El calculista debe adivinar a quienes correspondía uno y otro color haciendo solo una pregunta a tres de ellas. Así, interpela a la primera: “¿De qué color son tus ojos? Respondiendo esta en idioma chino, desconocido por los árabes asistentes “Mis ojos son negros”. Ante ello, Samir aparenta desconcierto. Todos le daban como derrotado, cuando interroga a la segunda: “¿Qué respuesta dio tu anterior compañera?”. Y la contestación fue: “Ella dijo: Mis ojos son azules”. Con la tercera pregunta descifró otros aspectos del misterio: “¿De qué color son los ojos de tus anteriores compañeras?”, recibiendo como contestación: “La primera los tiene negros, y azules la segunda”. La clave del descifrado la obtuvo al constatar que la segunda mentía, por cuanto Beremiz, quien sí entendía el chino, captó las palabras de la primera esclava. Y la tercera respuesta le confirmó en su hipótesis respecto a la primera y al hecho de que esta tercera joven decía la verdad. Así Beremiz Samir fue premiado con el reconocimiento de su anhelado noviazgo con Telassim.
Malba Tahan, autor de El hombre que calculaba, quien murió tal día como hoy, obtuvo distintos premios y recorrió numerosos países dictando conferencias.
Por: Néstor Rivero