La epidemia de Covid-19 es tan sencilla como compleja; desde el punto de vista médico y epidemiológico nos enfrentamos a un virus con una “identidad ambigua” en su impacto: cerca del 60 % de los contagiados son asintomáticos, pero el 40 % restante puede ser víctima de una letalidad fatal, ya actúa como un síndrome multiorgánico (Dr. Carlos Orantes); desde el punto de vista sociológico, la pandemia se resuelve simplemente con distanciamiento social, ya que la única forma de contagio es a través de las microgotas de saliva (Flugge).
Cada virus tiene una especificidad, tanto genética como epidemiológica, y antes de actuar o diseñar medidas de políticas públicas sanitarias, debemos estudiar las formas de contagio. El VIH se contagia sustancialmente a través de relaciones sexuales o por compartir jeringas o agujas, el Ébola a través de animales infectados y secreciones humanas y el SARS-CoV2 se contagia por el comportamiento humano habitual de poco distanciamiento y cuando estornudamos o hablamos proyectamos las microgotas de saliva en dónde va el virus, las cuales pueden caer en superficies que tocamos o directamente al rostro. En los tres virus mencionados, la primera “línea de trabajo” es una campaña de comunicación educativa; la gente debe saber qué tan peligroso es el virus, cómo se contagia y cómo se puede evitar.
En el caso de Covid–19 o Coronavirus, conociendo sus antecedentes clínicos y epidemiológicos (además de todo el amplio debate sobre sus causas, síntomas y tratamiento), debemos partir de un enfoque sociológico; en efecto, la mayor tasa de contagio nos señala que estamos ante un “problema social”, y la única forma de erradicarlo es el distanciamiento social. De hecho, para entender este virus se utiliza el “R0” –R sub cero- o número reproductor básico, el cual explica el dinamismo y velocidad de contagio, es decir a cuántas personas puede infectar un contagiado.
El ser humano por naturaleza es empático, necesita contacto (estrechar la mano, besos, abrazos, etcétera), pero, además los seres humanos somos gregarios, vivimos, trabajamos y practicamos el ocio en grupo y, por ende, utilizamos muchos elementos, cosas o artefactos en común; todo lo anterior facilita el contagio. El virus se mueve y navega en los seres humanos y en sus cosas, y según la información que tenemos entre 15 a 20 días lo podemos eliminar al fracturar su capacidad de reproducción entre seres humanos. Sin lugar a dudas es posible aislarnos 15 o 20 días, pero debe ser un aislamiento inteligente o con convicción.
Frente a este fenómeno, no sólo la sociología basta, también la psicología social, la antropología, las tecnologías y las matemáticas nos pueden dar buenos consejos para distanciarnos:
1.- Debemos crear un clima de “desconfianza positiva o empática”, es decir, dudar o creer que todo puede estar contaminado para ser más cuidadosos. En efecto, el exceso de confianza es el mejor amigo del virus, si somos asintomáticos o no estamos contagiados no creemos que el COVID–19 nos pueda afectar, y así es como nos contagiamos. No se trata de desconfiar o dudar de la persona en sí misma, sino en sus prácticas, de sus objetos y de sus relaciones.
2.- Necesitamos una campaña de comunicación robusta, intensa y sistemática –por todos los medios posibles, tv, radio, prensa, medios digitales, vallas– que nos recuerde la importancia del distanciamiento y que además nos insista en la necesidad de lavarse las manos y utilizar mascarilla; y sobre todo que nos ayude a un disciplinamiento social con el uso de cosas: pestillo de puerta, interruptor de luz, desinfectar todo lo que ingresa a la casa, etcétera. Debemos recurrir al modelo de “sociedad educadora”, todo lo que hagamos en el mundo público y privado debe educar.
3.- Con cuarentenas generalizadas o Estados de Excepción no se resuelve el problema; el modelo “El martillo y la Danza” (T. Pueyo) no logra el fin de la epidemia nacional, ¿por qué?, por varias razones: a) Hay muchas personas asintomáticas; b) Hay personas irresponsables o incrédulas; c) Hay actividades de movilidad indispensables; d) Hay episodios que se salen de control; y e) Los responsables de administrar las cuarentenas también están contagiados. Lo anterior implica una mirada multidimensional en dónde se combinan varias metodologías.
4.- El COVID–19 necesita una epidemiología de campo o social; con uso de geolocalización de contagiados, tecnologías de la información y cercos epidemiológicos focalizados; esto es más complejo y demanda trabajo de campo. Siempre es más fácil decretar una cuarentena total, pero los resultados nos indican que no funciona, hay muchos atajos. La epidemiología que se propone es ir a cazar el virus, y dado que el Ministerio de Salud, al aplicar las pruebas tiene los datos de residencia, se hace más práctico dar con los nexos y crear cercos sanitarios específicos.
5.- Las tecnologías de la información, las redes sociales y lo digital o virtual están a nuestro favor; un niño juega con teléfonos o videojuegos; los jóvenes se comunican más entre sí con Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp o TikTok; los adultos hacen teletrabajo y videoconferencias y utilizan app’s bancarias para pagos de transacciones y servicios. Nuestra vida y relaciones en la sociedad del conocimiento o en la economía de la información no se han detenido, al contrario, se han potenciado e intensificado.
6.- Los modelos matemáticos expresan relaciones, proposiciones, variables y parámetros, para estudiar comportamientos de sistemas complejos; las ecuaciones encuentran soluciones y generan una prospectiva de lo que puede suceder y cómo puede pasar. Su uso adecuado es fundamental para resolver las epidemias. El modelo SEIR (SIR-SEIRS: Susceptible – Exposed – Infectious – Recovered – Susceptible, Kermack-McKendrick. 1927) es uno de los principales generadores de curvas predictivas para virus tipo SARS, las cuales se pueden utilizar para planificar decisiones a futuro. Existen otros modelos –Gompertz, Markovianos, Lagrange, etcétera- que aportan diversos puntos de vista, y todos son útiles para saber que va a suceder y cómo podemos reaccionar.
Es fácil y a la vez complicado…; detener esta pandemia requiere ideas e información, y sobre todo una mirada interdisciplinaria y multidimensional. Al COVID–19 no lo detiene el poder Ejecutivo con sus tweets ni la Asamblea Legislativa con sus decretos; se necesita ciencia y una mirada “cubista” desde muchos ángulos. No hay un país en el mundo que haya resuelto el enigma del COVID, todos trabajan rápido y equivocándose, y esta velocidad en contra de los colapsos hospitalarios y de las muertes, no les permite ver más allá de sus decisiones políticas limitadas. Al Covid no se le agota con cuarentenas, se le estudia y se le vence con criterio científico y con un enfoque multi e interdisciplinario.
Tomado de Revista Disruptiva