El Covid19 ha conmocionado al mundo y a la humanidad. Eso obliga a pensar en grande para reparar los daños que dejará en los seres humanos y en las naciones.
Será la oportunidad para que los países y poderosos en armamento se ingenien la manera de reconvertir armamentos, principalmente nucleares, y recursos dedicados en ellos, para ponerlos al servicio del desarrollo integral en todos los rincones del mundo. Es grotesco saber que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas son al mismo tiempo las más fuertes potencias de armas nucleares y proveedores de armas convencionales en el mundo.
Los grandes y presuntamente más civilizados apoyan los inmensos caudales de escritos y resoluciones de los organismos multilaterales para ayudar al desarrollo de todos los países, pero hay que transformar la retórica en hechos concretos que cambien realidades negativas. Ahí están los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 esperando recursos, para que el 2030 no haya hambre ni pobreza en el mundo, que pueden obtenerse si se transforma el uso de lo que se gasta en armas nucleares para apoyar el desarrollo de los países más necesitados.
Es bueno que los liderazgos políticos de los poderosos dimensionen la insignificancia de la humanidad en relación al universo y actúen con humildad y sencillez para no vanagloriarse de la pequeñez. Sic Transit Gloriae Mundi
Es altamente necesario que los países del mundo beban sabiduría de sus ancianos y de sus pueblos originarios. Así, para beneficio de la sanidad moral de los pueblos, no se re-andarán caminos equivocados, no se alterarán los ambientes naturales, ni se naufragará en el miasma del racismo. Será oportuno y urgente que los liderazgos estén conscientes de algunos saldos psicológicos y sociológicos que habrá que atender. Veamos.
La salud mental, colectivamente, quedará deteriorada y dañando el buen funcionamiento de individuos y comunidades. Con depresiones, ansiedades, suicidios. y violencias.
Habrá tendencia a la autoflagelación en cuanto a su grado de importancia en la sociedad al comprobar que su papel no es tan necesario o esencial pues al no ejercer su trabajo habitual a plenitud nadie lo extrañó, todo lo cual podrá causar actitudes de desamor propio.
La pandemia, a pesar de todos los esfuerzos, ha dado lugar a una des-acumulación de la educación como proceso social y caudal de conocimientos. Al estancarse los procesos educativos grandes cantidades de personas han cesado sus aprendizajes formales o los han tenido a medias. Eso será campo propicio para que, sobre todos los jóvenes estén proclives a la alienación.
Las violencias y los delitos se incrementarán: feminicidios, delitos de odio, delitos por primera vez principalmente robos y hurtos por necesidades de sobrevivir.
Es ineludible que los países tomen en serio la equidad de género para terminar con toda forma de discriminación y tener una humanidad en armonía que despliegue todo su potencial transformador, de hombres y mujeres por igual, para el bienestar de todos.
Por todo eso debe concluirse que es la hora de re-construir un mundo Se debe pensar, como dice el escritor español Ignacio Ramonet, que somos un “sistema mundo”, un mundo con su gente, su naturaleza y su entorno universal. Ojalá se inicien pronto nuevos caminos para perpetuar sanamente la especie humana en el contexto de una inevitable y afortunada interdependencia.
Es la hora de decir, parafraseando al poeta guatemalteco Otto René Castillo: “Vámonos mundo a caminar por sendas nuevas y mejores. Yo te acompaño”.
Por: Dr. Víctor Manuel Valle Monterrosa, docente universitario salvadoreño.