En el marco del Día Internacional del Grabador, conmemorado cada 15 de julio en homenaje al nacimiento del maestro holandés Rembrandt Harmenszoon van Rijn, pintor y grabador del barroco, te invitamos a conocer a tres grandes maestros salvadoreños del grabado y sus aportes a la Colección Nacional de Artes Visuales de El Salvador.
Camilo Minero, Fernando Llort y Armando Solís llegaron al grabado gracias a estudios realizados en el extranjero. La técnica consiste en la transferencia por presión de un dibujo a una superficie, resultando en una estampa que, además, puede tener varias reproducciones.
El maestro Camilo Minero (1917-2005), pintor, muralista y grabador, perfeccionó el grabado a través de una beca en el Taller de Gráfica Popular del Instituto Politécnico Nacional de México, donde desarrolló las técnicas de punta seca, linóleo, xilografía, litografía y agua fuerte, entre otros. Su obra siempre destacó la temática social, la cotidianidad de los salvadoreños vulnerables, destacando a la niñez. Fue ganador del Premio Nacional de Cultura en 1996. Sus grabados “Niños jungado” (1976) y “Niña aguadora” (1977), forman parte de la Colección Nacional de Artes Visuales.
Por su parte, Armando Solís (1940) cursó estudios de dibujo y pintura en el Departamento de Artes Plásticas de la Dirección General de Bellas Artes de El Salvador, y estudió muralismo y grabado en la Escuela Nacional de Artes Gráficas. En 1977, fue becado por la Organización de Estados Americanos (OEA) para estudiar litografía en la Universidad Rodrigo Facio de Costa Rica. Su obra contiene un lenguaje humanístico, influenciada por el arte latinoamericano visto desde la retrospección histórica de los orígenes precolombinos. Entre sus aportes a la Colección Nacional de Artes Visuales se encuentran las xilografías “Iguana” y “León”.
El grabado “La entrega” es una obra icónica de uno de los más grandes referentes del arte salvadoreño, Fernando Llort (1949-2018), artista visual, músico y gestor cultural, quien cursó estudios de arquitectura, teología y filosofía en Francia, Estados Unidos y Bélgica. Sus interpretaciones precolombinas y populares fueron siempre representadas en sus obras, consideradas composiciones abstractas reflejo de su cosmovisión. El grabado y toda su creación siempre estuvo orientada a la función social, enseñanza y beneficio comunitario, que lo hizo merecedor del Premio Nacional de Cultura en 2013, en la categoría de Gestión Cultural.