Obviamente, en los países con gobiernos democráticos cuyas estructuras e instituciones están bien fortalecidas, será muy difícil observar inquietudes dictatoriales; sin embargo, en los países con gobiernos militares han pretendido prolongar los mandatos constitucionales recurriendo a los resquicios legales -termino jurídico- en lo disponible en sus constituciones y leyes secundarias.
En ocasiones, aun gobiernos aparentemente civiles manejan su accionar de manera autoritaria y no desestiman la posibilidad de alargar sus períodos para el cual fueron electos, se caracterizan estos gobiernos en importarles muy poco el fortalecimiento de las instituciones y aún los poderes u órganos existentes y que son claves para asegurar el funcionamiento democrático.
En los últimos decenios, hubo y aún hay gobiernos en Latinoamérica que han hecho uso de artimañas para alargar sus mandatos en aras de finalizar sus proyectos. Sin embargo, la sociedad civil sospecha otra intención y se pone en guardia.
¿Qué es lo que aseguraría la protección de estas ambiciones un tanto mesiánicas de algunos aspirantes a gobernantes? De inicio una Constitución o Carta Magna que claramente prohíba la reelección una o más veces. Y que dichos artículos de prohibición sean pétreos: no modificables nunca. Luego un sistema electoral totalmente independiente, y además los partidos políticos obedezcan y respeten la existencia de una Ley de Partidos Políticos que tenga lineamientos claros de su funcionamiento, su financiamiento, membresía calificada.
Por otra parte, para neutralizar esa tendencia al mandato alargado, de acuerdo al sistema de gobierno imperante que exista una estructura especifica encargada de planificar, y que dichos planes, sean económicos, jurídicos, sociales y otros cuyo desarrollo sea de corto, mediano y largo plazo y que estén respaldados por políticas públicas de carácter o fuerza obligatoria de orden estatal. Esto garantizara la continuidad de los planes con cualquier gobierno, y de cualquier ideología.
De sobra estamos informados en los últimos meses en América de cómo gobiernos democráticos aparentes han entrado en crisis por diversos motivos, pero en su mayoría por los enfoques dictatoriales y por poseer planes de desarrollo excluyentes y hasta grandemente represivos en general y ante la población y además cerrando espacios para los reclamos de los diversos sectores más afectados.
Creo que El Salvador ha vivido periodos similares a los descritos anteriormente. En la actualidad se encuentra entrando a un período aparentemente distinto, viene de haber sido gobernado por dos enfoques de conducción un tanto radicales, más uno que el otro, pero si han estado según otras opiniones polarizados; más bien yo diría: gobernando para su conveniencia, ignorando casi totalmente las necesidades de desarrollo justo y sostenible de este pueblo sumamente atrasado en aspectos educativos y muy enfermo, psicosocialmente hablando, por la insuficiente cobertura e ineficacia de las acciones desarrolladas y sobre todo planes de muy corto plazo y de gran improvisación.
Esperamos que el cambio sea para mejorar y que esa cultura de la improvisación se termine, pensemos siendo un país de escasos recursos, éstos se utilicen correctamente ya sea en tiempos ordinarios o de emergencias o catástrofes como la que se vive en este momento. Finalmente, en múltiples articulos anteriores he señalado que la violencia de El Salvador es el producto de la poca inversión en su gente en todos los dominios. Es totalmente falso que se vaya a controlar con agentes policíacos y del ejército y otros insumos guerreros. Los avances en disminución de las muertes violentas observadas sin menospreciar los esfuerzos, de policías y soldados, la baja se debe a la esperanza que ha significado la llegada de un nuevo gobierno que ha prometido invertir más en los distintos sectores frágiles y con enfoque intersectorial, compromiso que debe adquirir cada ministerio y sector para autoevaluarse uno y otro en sus logros, pues las metas al ser comunes, y al ser evaluadas conjuntamente independientes de aquellas en su quehacer habitual, esos logros serán o no serán evidentes.
Sigue vigente, y hoy es imperioso no reforzar salud y educación sino planificar acciones que conlleven a un plazo no de fin de siglo el poder cubrir en los campos a la población en su totalidad. Cuando se anunció dar énfasis en la educación inicial que ha estado casi descubierta; una meta debe ser cubrir un 5% anual y para la población parvularia elevar de 54% a 75%. De lo contrario, seria engaño y defraudación lo anunciado. Reitero categóricamente, el presidente de la RepÚblica de El Salvador tiene que crear de nuevo un Ministerio de Planificación y que sea manejado por equipos multitécnicos, que se escriba y que su publique; aún es tiempo y que lo conozca toda la poblaciÓn, pero sobre todo la Academia, no solo los antiguos “tanques de pensamiento”, que se revise anualmente de ser necesario, pero que contenga Políticas Publicas que tiendan, al perfeccionamiento para luego ser compromisos de Estado, cuyo desarrollo sea para largo plazo. Tirar a la basura el criterio de algunas gentes de que la “economía planificada corresponde sólo a países socialistas”.
Por: Dr. Carlos Alberto Escalante, médico Psiquiatra salvadoreño