¿Por qué es tan importante el surgimiento, la concreción y sostenibilidad de un liderazgo sindical ideológicamente confiable, capacitado-competente, preciso en su rol para defender la causa sindical y de las personas trabajadoras en todas sus variantes: formal, informal, mujer, joven, calificado-descalificado, sin derechos o con ellos disminuidos-reducidos y conocedor del ámbito globalizante y tecnológico que diferencia la nueva realidad económico social, política, cultural y medio ambiental de aquella de hace varias décadas atrás?
En este marco de análisis es vital saber construir las diferentes relaciones laborales (relaciones sociales de producción) entre los actores principales los representantes de los trabajadores y de los empleadores (patronos y explotadores). En donde nos enfrentamos a un mundo en el que la creciente globalización y los avances tecnológicos crean desigualdades que están alcanzando niveles insostenibles.
Fundamental trabajar sindicalmente la transición justa, el acceso a las competencias y calificaciones, y el acceso universal a la protección social, así como la importancia de los derechos sindicales, laborales y del trabajo decente para todas las personas trabajadoras con independencia de la relación de trabajo, no obstante el liderazgo sindical está “desfallecido” en su crisis de identidad, de rescate por una ideología con conciencia de clase, unida y clasista, por sus intereses explotados por el poder político-económico; que cada día se impone haciendo que el entorno cambie y que no haya forma de revertir las “nuevas” condiciones de explotación globalizadas que van estableciéndose.
El liderazgo sindical, mantiene una atmósfera de vicio y decaimiento, de contradicciones, que no logra revertir y rescatar en su rol de defensor nato de las personas que laboran en distintas actividades económicas por una subsistencia; y de allí que es fácil presa de intereses poderosos electoreros, políticos, económicos, culturales y medio ambientales—en el marco de una crisis de salud—ha demostrado “por quién doblan las campanas”. El sacrificio es de poco valer, y se conjugan hoy sentimientos y emociones retorcidos por la banalidad, la ambición por defender intereses propios, marcados por el oportunismo, el arribismo y la insidia que nos lleva a la deslegitimación y la pobre actuación ante el problema de los intereses de clase deteriorados por la acción inmisericorde de un capitalismo globalizado y tecnológicamente adaptado.
La globalización y los avances tecnológicos están cambiando fundamentalmente la organización del trabajo y de la producción a una escala sin precedentes. Y es importante la definición clara con principios y valores reafirmados del liderazgo sindical capaz y competente para librar las batallas necesarias para conquistar la acción de defensa férrea de y por los derechos de sindicación y laborales—en un nuevo contexto de producción—
Para ese liderazgo sindical renovado y resistente a los acosos y ataques viscerales de los enemigos de la fuerza laboral, y de su interior que mantienen actitudes de esquiroles, de arrastrados y venales que se pliegan a los intereses del patrono—que igual sigue aferrado en la explotación de la mano de obra como forma de obtención de plusvalía y de extrema ganancia—con ese trabajo que no es pagado y es apropiado por el capitalista.
El liderazgo sindical debe responder que tratamos siempre con un capitalismo remozado, explotador de la mano de obra a todo nivel, más sofisticado; y que en algunas zonas esa mayor interconectividad entre los países ha conducido al aumento del crecimiento económico, que no es lo mismo que desarrollo y sostenibilidad económica—el medio ambiente sigue estando depredado por la forma de producir y, la crisis de la pandemia lo ha demostrado al bajar en una importante cuota el aparato productivo, se han oxigenado a parte de la flora, fauna y naturaleza. Y cuando se da en algunos países emergentes, la presión de la competencia que acompaña la liberalización gradual del comercio afecta enormemente a la eficacia de la reglamentación nacional—eso significa que la legislación laboral se ve retorcida, anulada, reducida, disminuida, inmersa en corrupción para hacer funcionar los intereses capitalistas, y es dentro de una lógica de mesa de tres patas denominado tripartismo, con la administración del trabajo transparente, que ejerzan una buena dosis de arbitraje comprometido con lo racional y éticamente factible—con funcionarios (as) éticos, capaces y competentes; que deben estar al frente para no verse sometidos a esos intereses de la globalización que llevan a perjudicar los intereses del pueblo trabajador; y favorecer lo corporativo y al empleador y dueño de los medios de producción.
Por: Róger Hernán Gutiérrez, sindicalista salvadoreño