Siempre es sano ubicarnos en la temática a la que queremos referirnos, en ese sentido, la palabra griega “hómoios” cuyo significado es “igual, similar” y stásis: estado, estabilidad; conforma homeostasis, en la parte social de la que somos parte, nos identificamos y socializamos unos a otros, la búsqueda de muchos de nosotros es buscar maneras de equilibrarnos y mantener un estado acorde a una realidad—los que no podemos alcanzar ese estado—sufrimos a diario por lo que nos pasa y está a nuestro derredor; muchas de las cosas que nos impone el capitalismo es creer que un trabajo por si mismo nos va sacar adelante, y cuando no lo logramos o es tan difícil, lo primero que pensamos es que nosotros somos incapaces de lograrlo; el sistema se encarga de achacárnoslo, con mecanismos como padres exigentes, castrantes, o maestros rígidos, dictatoriales, o un sistema educativo que no recoge esa realidad y pretende imponerla con la premisa de que todos somos iguales—incluso ante la ley—sabemos que se trata de un eufemismo (algo que deseamos que parezca menos duro al escucharlo); no obstante cuántos de nosotros(as) sufrimos cuando se nos tilda en casa o la escuela o en el trabajo que somos tontos/torpes (incapaces) o no muy inteligentes.
En consecuencia con esto de la pandemia, todos queremos una homeostasis para nuestras vidas y lo que nos rodea (ámbitos políticos, sociales, económicos, culturales, medio ambientales equilibrados), cómo lograrla he allí el meollo de la cuestión, pues el más apto, tendrá mayores posibilidades de lograrlo, en el tema laboral que es lo que nos compete, la situación de una búsqueda de estabilidad para el proceso productivo es cada vez más difícil—todas las empresas están requiriendo de una homeostasis seria y responsable, que abarque las desigualdades en las que estamos inmersos, y oriente hacia una estabilidad que nos permita continuar siendo, pero está iniciando y accionando con todo aquello que le determine una pronta estabilidad; y claro los seres humanos es lo último a estabilizar siendo la vida de cualquier sistema productivo que tengamos.
Nadie quiere aceptar cuánta desigualdad e inestabilidad se manifiesta en su quehacer como entidad productiva y mucho menos como país, sociedad, si no gano entonces no tengo homeostasis, el sistema económico imperante que es parte interna y externa en cómo organizamos el trabajo, no está estable y para unos pesimistas ha colapsado y, es ya difícil lograr de nuevo un estado de igualdad y estabilidad—el organismo humano no puede estar en un caos permanente y busca en todo momento, a como de lugar una estabilización de su proceso psico-fisiológico y social imperantes. En todo esto muchos se han reincorporado a la actividad productiva, otros muchos todavía no lo hacen; y su homeostasis está sin resolver—son en mucho “bombas de tiempo” que van en cualquier momento a ser accionadas por las circunstancia que le son adversas.
La importancia de los que sí lo logran, y su grado de compromiso con la sociedad que la padece o carece de ella, en mucho de lo clínico la ayuda (terapia grupal y/o individual), farmacología dirigida, orientada o auto recetada y consumida, que va ir generando mayores niveles de desesperanza (una homeostasis sin alcanzar) o va sedarse o mejorarse, eso se derrama en diversas lógicas que ya muchos sabemos, violencia criminal y social; política, buscando eliminar el objeto de lo que me tiene atrapado en ese caos de existencia. Mayores necesidades de migración, de apropiación de lo ajeno, de iras que pueden afectar muy severamente la salud mental. La desigualdad es hoy un mayor caldo de cultivo para estar destruyendo sin pausa para alcanzar una homeostasis orgánica propia y para la sociedad, que no necesariamente es de bienestar para todos los demás.
De acuerdo a esto, alcancemos nuestra homeostasis propia y colectiva, y tiene que ser algo que nos libere de ataduras, que nos permita existir sin culpa, vergüenza u odio. Debe ser una homeostasis que no solo nos estabilice, sino que también pueda equilibrarnos de nuevo, pero avanzando en todo lo que nos rige nuestras vidas—vamos a un despeñadero, la misma pandemia es parte de ese objetivo, pero dónde y cómo buscar una igualdad que nos permita estabilidad, sin atropellar o como se dice aprovecharme de la desgracia colectiva para lucrarme—los síntomas de la corrupción empresarial y gubernamental, del liderazgo tóxico imperante—están ahogándonos y no poder ir hacia una homeorresis—una igualdad con estabilidad pero hacia adelante, que busque avanzar con nuevas dinámicas; y sin volver a una homeostasis que equilibrada sólo sirve para quienes tienen los recursos, y para quienes ostentan el poder de dominio, que ha quedado por hoy talvez un tanto socavado.
Por: Roger Hernán Gutiérrez, sindicalista salvadoreño