En la primera etapa del ensayo se espera que la administración de la vacuna sea segura y que no más de 5 por ciento de individuos presenten eventos adversos graves, mientras en una segunda fase se busca que la proporción de sujetos con respuesta inmune sea superior, en al menos 50 por ciento, respecto del grupo de control. La fecha de registro del candidato tiene una gran carga simbólica por ser la del cumpleaños 94 de Fidel Castro, el indiscutible estratega e impulsor, casi inmediatamente después del triunfo de la revolución, en 1959, del emblemático sistema de salud e investigaciones biomédicas de Cuba. De la misma manera, la constante e intensísima dedicación a conseguir la vacuna contra el Covid-19 de un grupo de científicos cubanos, evoca la de aquellos a quienes Fidel encomendó en 1981 la obtención del primer interferón en la isla, misión que cumplieron en poco más de tres meses. Cuba tiene en desarrollo otros tres candidatos vacunales. Por cierto, de los pacientes del nuevo coronavirus tratados en la isla hasta el 14 de abril con Heberón (nombre comercial del interferón alfa 2b desarrollado con tecnología cubana) sólo 5.5 por ciento llegó al estado de gravedad y la letalidad entre ellos fue de 0.9 por ciento.
Cuba tiene una larga tradición de administración, producción y desarrollo de fármacos profilácticos, desde que el notable médico e higienista Tomás Romay aplicó a sus hijos el péptido contra la viruela en 1796 para probar su efectividad. La isla produce 11 vacunas profilácticas y en las últimas décadas ha creado las vacunas antihepatitis B, antimeningocócica BC, contra la Haemophilus influenzae B y las esperanzadoras vacunas terapéuticas contra el cáncer de pulmón (Cimavax) y de páncreas (http://www.juventudtecnica.cu/contenido/candidato-vacunal-cubano-covid-19-iniciara-ensayos-clinicos-0). Cada año, en la mayor de las Antillas se administran, en promedio, 4 millones 800 mil dosis de vacunas, simples o combinadas, que protegen contra 13 enfermedades, incluida una pentavalente, cuyos cinco componentes se producen en el país. Surgido en 1962, el programa de inmunización de Cuba ha propiciado la eliminación de seis enfermedades, dos formas clínicas graves y dos complicaciones graves anteriormente existentes, y hecho que las restantes mantengan tasas de incidencia y mortalidad que no constituyen un problema de salud.
La Habana ha enfrentado al Covid-19 y a enfermedades como el dengue hemorrágico y la conjuntivitis hemorrágica básicamente mediante la aplicación de fármacos producidos hoy por el complejo empresarial Biocubafarma, heredero y continuador del complejo de centros de investigación creados por iniciativa de Fidel. Biocubafarma trabaja en 16 proyectos de nuevos tratamientos y tecnologías médicas para prevenir y combatir la Covid-19.
De ellos, 11 se encuentran ya en la fase de estudios clínicos o ensayos de intervención en pacientes y grupos de riesgo. Biocubafarma ha evaluado con fines preventivos cinco productos con el fin de estimular la inmunidad, tanto innata como adaptativa, en distintas personas, incluido el personal sanitario. Entre ellos, la Biomodulina T ha demostrado gran eficacia; aplicada a un grupo de ancianos, ninguno se había infectado con el coronavirus hasta la última vez que pregunté. La mejor prueba de la efectividad de los productos de la biociencia y del competente trabajo del personal de salud cubanos en el combate al Covid-19 está en los datos sobre el comportamiento de la enfermedad en la isla. De 3 mil 842 contagiados confirmados, se han recuperado 2 mil 863, han fallecido 88 y existen 761 ingresados, de los cuales sólo siete están reportados graves y cuatro críticos. Todo esto, bajo los dañinos efectos del bloqueo de Estados Unidos, arreciado cruelmente por Donald Trump.
Tomado de La Jornada