Esa caída permitiría alcanzar los compromisos más ambiciosos asumidos por los países en el acuerdo de París, pero el contexto es excepcional.
Por: Javier Lewkowicz
La emisión de gases de efecto invernadero se calcula que será un 7 por ciento más baja este año con respecto al 2019. Esto se explica por el impacto de las medidas de confinamiento. Los especialistas calculan que una caída anual en la emisión de la magnitud de la que se estima para 2020 es necesaria para alcanzar los compromisos más ambiciosos asumidos por los países en el acuerdo de París sobre cambio climático. Esto da una idea del tamaño del desafío que hay por delante en un tema que todavía no tiene el grado de consenso necesario a nivel global para evitar que dentro de varias décadas se consolide un cambio irreversible en las condiciones del planeta.
Por un lado, el cálculo de la caída del 7 por ciento en la emisión de gases ilustra el grado de dificultad que se enfrenta para llegar a los parámetros definidos como sustentables, dado que este número, al que se aspira, se logró sólo en un contexto irrepetible, como es la pandemia. Además, dejó en evidencia la relevancia que tiene la actividad de transporte terrestre (retraído por la pandemia) en la emisión de gases.
Página/12 consultó a Ines Camilloni, licenciada en Ciencias Meteorológicas y doctora en Ciencias de la Atmósfera. Camilloni investigadora del Conicet y participó en la elaboración del informe del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) que depende de Naciones Unidas. “Una analogía posible es que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera es como una bañera que se está llenando. El flujo de agua que proviene de la canilla es la emisión que año a año se hace a nivel global. Lo que pasó este año es que la la canilla siguió abierta, pero con un flujo menor del que se venía dando”, indica Camilloni.
En 2015, se firmó el acuerdo de París en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. En ese foro se definió un objetivo muy ambicioso: que el aumento de la temperatura para el promedio de 2031-2045 no supere los 2 grados y en lo posible se acerque al incremento de 1,5 grado con respecto al período pre-industrial, definido como un promedio de la temperatura en el período 1850-1900.
“Para definir ese número objetivo se elaboraron proyecciones sobre cómo sería el mundo con una temperatura más de 2 grados superior a la etapa preindustrial. Es un criterio relativamente arbitrario, pero se ubicó en esa franja el límite para evitar cambios irreversibles en temas como la biodiversidad, los corales y los hielos. La base que dispara este diagnostico y la necesidad de adoptar cambios es que en 400 mil años, la tierra nunca había registrado los niveles actuales de calentamiento”, explica Camilloni.
Según Naciones Unidas, la reducción en la emisión anual de gases de efecto invernadero, que son aquellos que contribuyen al calentamiento global, debería ser de hasta el 7,6 por ciento por debajo frente a los niveles actuales, para llegar a 2031 en línea con los objetivos más ambiciosos propuestos en París.
Ese 7,6 por ciento no dice mucho por sí mismo, es decir, no muestra cómo debería modificarse la organización del capitalismo moderno. La pandemia permite ilustrar el tamaño y la complejidad del desafío, porque en este año tan atípico, la emisión se reduciría alrededor de un 7 por ciento.
La reducción se explica básicamente por las medidas de confinamiento adoptadas por la mayor parte de los países industrializados en el primer semestre. Si bien no hay medidas directas del grado de emisión de dióxido de carbono y otros gases en tiempo real, diversos artículos científicos calculan la baja en la polución en función de los datos de movilidad proporcionados por Google y Apple, junto a datos de producción y consumo del sector de transporte, residencial, energía, industria, sector público y aviación.
“Algo muy importante que nos deja ver lo que está pasando es que el 90 por ciento de la reducción de la emisión se explica por la retracción del sector de energía y transporte. No hubo cambios en la superficie cultivada y en la producción agropecuaria. Esto muestra la necesidad de avanzar en la electrificación del transporte y el impulso a las fuentes renovables de energía. También está claro que la concentración de gases invernadero en la atmósfera tiene responsabilidades diferenciadas, con responsables históricos, como Estados Unidos y Europa y China como gran emisor en la actualidad”, indica Camilloni.
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