Una clase sindical que debe avanzar, no retroceder y sin descanso por sus más caras ambiciones

Por: Róger Hernán Gutiérrez*|

La exigencia por un movimiento sindical con capacidades, competencias, visiones, metas claras y objetivas, es una necesidad que debe ser valorada sin mayores dilaciones—la pandemia ha movido el piso a todos los estamentos sociales que aún se debaten entre una realidad de ganadores y perdedores—

Es importante en tanto el trabajo, sigue siendo el concepto más primitivo y moderno para alcanzar lo que como sociedad requerimos y necesitamos—la sociedad que no produce, es por cuanto el trabajo ha alcanzado niveles de una desvaloración, y sólo producir lo que el mercado necesita y los capitales desarrollados imponen, nos conduce a mayores niveles de desempleo, hambre y miseria.

Los pueblos deben sustentar sus niveles de producción y productividad a partir de lo que las mayorías necesitan, no lo que los gobiernos se comprometen con los países industrializados y financieras internacionales. Cristiani impuso entrar en la globalización entre muchas cosas, reprivatizando la banca y el sistema financiero, el comercio exterior, liberó de aranceles y disminuyó la renta de las ganancias para hacer negocio.

Se liberó la economía, lo que hizo que desapareciera el Ministerio de Planificación y Desarrollo Económico, haciendo que las empresas dominantes concentraran la riqueza—se repartieron el negocio con transnacionales y todo ha ido en mejoramiento y acumulación de riqueza que ha hecho a sectores identificados en la oligarquía muy poderosos—el gobierno lo cooptaron a través del partido ARENA, creando el IVA—impuestos indirectos a la población se pagaran y luego se aumentara al 13%. Ese dominio del mercado por sobre las demás cosas ha mercantilizado todo y se anuló la constitucionalidad sobre que el trabajo no es mercancía.

La pandemia debe permitirnos sentar nuevas bases de economía que logren alcanzar igualdad y equilibrar la distribución de la ganancia producida por todos, debe romperse con la lógica de concentración de la riqueza que logra acumular el producto interno bruto para unos pocos en detrimento de la mayoría. Y dar paso al debate transparente, con conocimiento sobre cambios y reformas constitucionales más convenientes que sienten bases para un mejor futuro generacional.

El trabajo ayuda a disponer de condiciones materiales de existencia más adecuadas y cuando este es valorado a través de un pago justo, incorpora el concepto de ingresos que permiten adquirir y cubrir otras necesidades como seres humanos: educación, salud, vivienda, alimentación, recreación, seguridad—desarrollo social—lo que en términos sencillos es la capacidad de planificar un futuro personal, familiar y comunal—si lo que priva es la falta de ingresos permanentes en los hogares, hace que estos no se reproduzcan de manera sana, lo que hace más grave los niveles de pobreza—ese empobrecimiento acelerado, ha llevado a la sociedad a condiciones casi irreversibles o que difícilmente podrán ser cambiadas en el corto y mediano plazo.

La pandemia ha afectado todo lo que es parte del desarrollo humano, educación, salud, vivencia diaria, realidad; lo que ha generado un atraso como sociedad, en tanto que un sistema educativo atrofiado y sin recursos suficientes, no logrará sustentar bases para condiciones que rescaten a las generaciones actuales y futuras; y puedan mejorar el futuro como personas trabajadoras y productoras de una riqueza sostenible.

Los tiempos electorales nos van acosando de a poco, y todo se va volviendo una disputa sin visualizar un programa político claro que garantice condiciones materiales de existencia dignas y decentes—la creencia de que la concentración del poder por un solo partido puede llevarnos a planos de bienestar común para todos, en el pasado con el pcn, arena, no condujo a una situación social y económica de bienestar común para todos como constitucionalmente se sostiene, sino a mayor concentración del poder, la flexibilización de derechos y mayores niveles de des- regulación de la legislación en favor del mercado y los intereses dominantes. Se vendió al país a las transnacionales y gobiernos imperialistas—lo que trajo mayores niveles de empobrecimiento generalizado.

Es necesario una acción sindical hacia mayores performances por condiciones de trabajo—salarios, seguridad laboral, protección social; libertades sindicales fortalecidas, legislación laboral en pro de las personas trabajadoras y su grupo familiar y, no por el capital explotador y anulador del desarrollo humano.

El movimiento sindical debe ser visionario y aprovechar sus niveles de organización para combatir la falta de derechos y la lógica empresarial de los bajos salarios y de acciones que contraen la economía; dejando fuera a los sectores poblacionales menos calificados. Apoyarse entre una población laboral que la pandemia ha desenmascarado como los más perdidosos.

*Sindicalista salvadoreño

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