La asociación italiana Tenda di Gionata, de padres de hijos LGBT, fue recibida esta semana por el Papa Francisco. «La Iglesia no los excluye», dijo el Pontífice.
Al final de la audiencia, la vicepresidenta de la asociación, Mara Grassi, le entregó junto a su marido un ejemplar de Padres afortunados, un volumen que sintetiza las experiencias eclesiales, a menudo muy duras, que han tenido que atravesar las personas homosexuales católicas.
Los representantes del grupo regalaron a Bergoglio una camiseta del arco iris con las palabras «En el amor no hay temor» (1 Jn 4:18)
«En el doloroso viaje que, como creyentes LGBT, cada uno de nosotros ha hecho, confieso que no me habría imaginado que hubiéramos llegado a esta etapa. Reunirnos en audiencia con el Santo Padre». Son palabras de uno de los representantes de la asociación italiana Tenda di Gionata, de padres e hijos LGBT. Aproximadamente 40 de sus miembros fueron recibidos esta semana en el Vaticano.
El Papa Francisco los saludó con cercanía y, al final de la audiencia, la vicepresidenta de la asociación, Mara Grassi, le entregó junto a su marido un ejemplar de Padres afortunados. El volumen sintetiza las experiencias eclesiales, a menudo muy duras, que han tenido que atravesar las personas homosexuales y católicas.
Junto a esos testimonios, la asociación también ha incluido cartas con peticiones concretas y críticas al trato recibido por la Iglesia, que ha olvidado o estigmatizado a la comunidad LGBT. «La Iglesia no los excluye», respondió Francisco. «Ama a sus hijos tal como son, porque son hijos de Dios».
Como ha publicado Avvenire.it, la asociación le regaló al Pontífice una camiseta del arco iris con las palabras «En el amor no hay temor» (1 Jn 4:18). Francisco sonrió al recibirla, en un momento del que Grassi ha destacado la «profunda armonía que no olvidaremos».
Del rechazo a la acogida
La homosexualidad, también en la Iglesia, «debe encontrar la plena ciudadanía», declara otra de las madres de la asociación, que confiesa haber sufrido, mano a mano con su hijo, el rechazo de la comunidad creyente. La dificultad de aceptación personal, familiar y después eclesial cubre las experiencias reunidas en Padres afortunados. Algunas de ellas han terminado en reconciliación, pero otras en separación de la familia y de las instituciones de la Iglesia. «Mi hijo eligió ser agnóstico para salvaguardarse», explica otro testimonio. «El estudio de todos los documentos eclesiales oficiales en los que profundizó para su tesis en Antropología Cultural fueron su corona de espinas».