La crisis sanitaria por la Covid-19 ha originado que muchas personas no reciban atención médica oportuna, principalmente los pueblos amazónicos, que han recurrido a sus conocimientos ancestrales. Esta problemática nos hace reflexionar sobre la importancia de la sabiduría indígena: «las medicinas y vacunas son importantes, pero mucho más lo es no dañar la tierra donde se armoniza la vida de las gentes”, dice en esta columna el periodista kukama.
n niño es llevado al bosque o a la calle, a un paseo o al trabajo con sus padres. Como ocurre en nuestros pueblos, quien cargue con el bebé debe percatarse cuando se quede dormido y cada cierto tiempo hay que llamar a su almita para que no se extravíe. Si se llegara a extraviar, al llegar a casa sin su alma, se enfermará. Incluso puede morir. Toda la familia que camina con el bebé deben estar siempre muy atentos.
No se puede estar nadando todo el día en el río cuando eres niño, además de desaparecer; podrías ser “chonteado” por el mismo río o por los delfines rosados si se les remeda mucho. Si te “chontea”, puedes enfermarte con cólicos fuertes hasta morir, en muchos casos.
Hay que hacer una reverencia con respeto cuando pases delante de una planta o árbol medicinal. Los árboles son los sabios entre las “gentes”. No somos de esa categoría de “gente”, pero necesitamos de sus conocimientos medicinales cuando nos enfermamos. Para lograr su ayuda hay que estar relacionados en armonía, respetándose mutuamente.
LAS MEDICINAS SON IMPORTANTES, PERO ES MUCHO MÁS LO ES NO DAÑAR LA TIERRA DONDE SE ARMONIZA LA VIDA DE LAS “GENTES”.
Estos conocimientos son guardados principalmente por los chamanes, los médicos ancestrales que son propios de nuestros pueblos. Desde que nacemos aprendemos a relacionarnos con el ambiente y con las personas que habitamos en estos espacios. No es una relación superficial, es profunda, tanto así que define nuestra salud o enfermedad y, se pueden dar en distintos niveles.
Así, un chamán viajará por un mundo que no es el suyo para llamar a otros espíritus para que lo ayuden a curar a un enfermo. Una mujer madre, establecerá un diálogo con las otras madres del río, del bosque y del aire para buscar sanación o protección para sus hijos durante toda su vida. Los hijos aprenderán de estas relaciones y lo heredarán para las siguientes generaciones. Así se hace posible no solo una buena salud, sino una relación saludable entre todas las “gentes” que habitamos el territorio.
SABIDURÍA INDÍGENA. Un reportaje de radio Ucamara, de Loreto, sobre el papel de los promotores de salud indígena.
Una presencia que salva vidas
Sesde los chamanes en todas sus categorías, a las propias mujeres madres que heredaron, cuidaron y utilizan los conocimientos de las plantas medicinales, a los promotores de salud indígenas del bajo río Marañón, que en las décadas de los años 80 y 90 fueron capacitados y acompañados por los misioneros y misioneras Agustinos del Vicariato Apostólico de Iquitos, en una alianza entre el Ministerio de Salud y la Iglesia del Vicariato. Siendo en aquel entonces jefe del Centro de Salud de Nauta el doctor Carlos Calampa, hoy director de la Dirección Regional de Salud (Diresa). Pero como el ministerio siempre hace las cosas a medias o no hace nada con los pueblos indígenas, los Agustinos Misioneros del Vicariato tuvieron que contratar por muchos años enfermeras en Nauta y Santa Rita de Castilla.
Poco a poco el mismo ministerio fue desplazando a los promotores de salud indígenas con la promesa de una mejor atención con equipos, instalaciones y personal médico calificado. El cumplimiento de estas promesas siempre insuficientes trajo como consecuencia en las últimas décadas, la esterilización forzada en el gobierno del fujimorismo y otros programas que en algunas ocasiones en lugar de ayudar complicaron la enfermiza relación entre el Estado y los pueblos indígenas.
Es imprescindible una nueva forma de relacionarse y accionar, una que no enferme y en cambio robustezca la salud y la vida en alegría. Las medicinas y vacunas son importantes, pero es mucho más importante no dañar la tierra donde se armoniza la vida de las “gentes” y donde no ha hecho falta más de lo que ya tenemos en nuestros territorios.
Esta nueva forma debe exigir a la ciencia médica hacer un acercamiento respetuoso y de admiración a los conocimientos indígenas para mantener la salud y la cura de la enfermedad; así como dejar de sentirse la única fuente de sanación para la humanidad. Debe respetarse la continuidad del uso de los conocimientos medicinales a partir de las plantas u otros seres vivos que nos ayudan a sostenerla desde los pueblos indígenas.
FUENTE: Ojo Público