Trump alienta a los supremacistas blancos violentos

Por Amy Goodman y Denis Moynihan.

Dos informes recientes del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales indican que, entre 1994 y 2020, extremistas de derecha mataron a 335 personas en Estados Unidos, en su mayoría personas de color.

“Proud Boys, retrocedan y estén alerta”. “Retrocedan, pero estén alerta”. Sí, estas palabras pronunció ante los ojos de la Nación el presidente Donald Trump en su primer debate presidencial con Joe Biden. El moderador de Fox News, Chris Wallace, le había pedido a Trump que condenara a los supremacistas blancos. Con su respuesta, Trump hizo un llamado a la acción a los Proud Boys, un grupo de extrema derecha formado por partidarios de Trump en 2016, promoviendo abiertamente la violencia política.

El debate dejó algo en claro: Trump está desesperado por sembrar división en el país y desconfianza en el sistema electoral, y se empeña en reclutar la ayuda de militantes violentos. “Trump básicamente dijo que los destrozáramos. Esto me hace muy feliz”, escribió el destacado miembro de los Proud Boys Joe Biggs en las redes sociales. Proud Boys (Orgullosos Muchachos, en español) cada día recoge más adeptos.

Christian Picciolini es cofundador de la plataforma para prevenir el extremismo a nivel global Free Radicals Project, pero en los años 90 integró un grupo de skinheads neonazis. En una entrevista para Democracy Now!, expresó: “Para los Proud Boys está muy claro lo que Trump estaba pidiendo: presión continua, violencia continua contra lo que él llama ‘la amenaza de la izquierda’. [Pero] no hay ninguna amenaza de la izquierda, porque si miramos históricamente, en los últimos 25 años, los extremistas de extrema derecha, desde neonazis hasta supremacistas blancos y nacionalistas blancos, son responsables de casi el 100% de la violencia, el 100% de las muertes y el 100% del miedo, la retórica y la propaganda que inducen este tipo de violencia”.

Dos informes recientes del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales indican que, entre 1994 y 2020, extremistas de derecha mataron a 335 personas en Estados Unidos, en su mayoría personas de color. Trump afirmó durante el debate: “Casi todo lo que veo es de la izquierda, no de la derecha”. Y agregó: “Alguien tiene que hacer algo con Antifa y la izquierda”. Antifa, abreviatura de antifascista, es un movimiento que tiene sus raíces en las luchas antifascistas europeas del siglo XX.

Esta no es la primera vez que Trump acoge a extremistas violentos de derecha. En otra ocasión sugirió que el agresor adolescente blanco que mató a tiros a dos manifestantes de Black Lives Matter en Kenosha, Wisconsin, estaba actuando en defensa propia. También defendió a los neonazis, miembros del Ku Klux Klan y Proud Boys que participaron de la manifestación “Unite the Rigth” en Charlottesville, Virginia, en agosto de 2017, afirmando que eran “muy buena gente”. Eso fue solo tres días después de que el neonazi James Fields Jr. condujera su automóvil contra una multitud de manifestantes antirracistas que estaban participando de una contramarcha y matara a Heather Heyer e hiriera a otras diecinueve personas.

Esta semana, la revista The Nation publicó un informe sobre un memorando interno filtrado de la oficina de campo del FBI en Dallas que preve un potencial aumento de acciones violentas por parte de los miembros del movimiento antigubernamental “boogaloo” con, en palabras textuales, “una propensión a la violencia y a adquirir armas que pueden causar una gran cantidad de víctimas al ser utilizadas por un pequeño número de agresores”. En mayo de este año, el oficial de los Servicios de Protección Federal David Patrick Underwood murió tras recibir disparos durante las protestas contra el racismo en Oakland, California. El principal sospechoso de su muerte es Steven Carillo, un sargento en servicio activo de la Fuerza Aérea y miembro del movimiento boogaloo. El vicepresidente Pence invocó la memoria de Underwood en su discurso ante la Convención Nacional Republicana y culpó por su muerte a las manifestaciones. Olvidó mencionar que fue un extremista de derecha quien mató a Underwood.

Hace apenas dos semanas, en un mitin en Bemidji, Minnesota, Trump volvió a hacer alarde de su discurso racista al dirigirse con estas palabras a la multitud, compuesta en su mayoría por personas blancas: “Tienen buenos genes, lo saben, ¿verdad? Tienen buenos genes. Mucho tiene que ver con los genes, ¿no creen? Es la teoría del caballo de carreras. ¿Creen que es tan diferente? Tienen buenos genes en Minnesota”. Carin Mrotz, directora ejecutiva de la organización Jewish Community Action, comparó los comentarios de Trump con “el ‘racismo científico’ utilizado por los nazis para justificar el exterminio de tantos de nuestros antepasados”.

Donald Trump no oculta que es un aspirante a autócrata y se jacta de que será presidente por “doce años más”. Trump ha instado a sus seguidores a vigilar el acto electoral en los lugares de votación el día de las elecciones, en distritos predominantemente demócratas, lo que claramente sería una forma de intimidar y desanimar a los votantes. Ha amenazado con desplegar policías armados, ayudantes del sheriff e incluso militares para, según dice, “resguardar” los lugares de votación. Su hijo, Donald Trump Jr., publicó en Twitter un video en el que pide que “todo hombre y mujer capacitado se una al Ejército para la operación de seguridad electoral de Trump”. Y concluye: “Necesitamos que nos ayuden a vigilarlos”.

Y como si fuera poco, en medio de la mortal pandemia de COVID-19, que ha devastado a las comunidades de color de forma desproporcionada, Trump ha estado librando una campaña sin precedentes para intentar desacreditar la práctica popular y ahora salvadora de vidas de votar por correo. Se prevé que más demócratas que nunca votarán por correo, mientras que se espera que los republicanos, que creen en la minimización de la pandemia que pregona Trump, y se burlan de los tapabocas y el distanciamiento social, prefieran votar en persona. El propio Trump y sus familiares votan por correo.

Hace cien años, en Italia, Benito Mussolini reclutó a hombres jóvenes para unirse a su “squadrismo”, una fuerza voluntaria conocida como los Camisas Negras que aterrorizó y mató a sus oponentes. Hitler formó a los Camisas Pardas, que golpeaban brutalmente y asesinaban a sus enemigos. Ningún dictador podría haber tomado el poder sin estos leales ejércitos de matones paramilitares. Cuando Donald Trump insta a grupos como los Proud Boys a “retroceder y estar alerta”, debemos tomarlo en serio. Debemos poner el límite. Aquí no, ahora no, nunca más.

Fuente: Rebelión

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