Ni metal, ni electricidad: así son los nanorrobots que navegan por el cuerpo humano

Científicos de dos centros de investigación de Cataluña han desarrollado una serie de nanorrobots que son capaces de moverse por dentro del cuerpo humano. Lo hacen mediante reacciones químicas y podrían ayudar a focalizar la actuación de los fármacos en un punto exacto de la anatomía humana.

En 1966, la película Viaje alucinante se estrena en cines. Una historia de ciencia ficción en la que la tripulación de un submarino nuclear es reducida a dimensiones microscópicas por una moderna tecnología. Su objetivo es introducirse en el cuerpo del científico Jan Benes para curar una parte de su tejido cerebral, dañado después de un intento de asesinato. Disponen de solo una hora para llegar desde la corriente sanguínea al cerebro antes de recuperar su tamaño natural. Lo consiguen.

Un guion nacido en la cabeza del director Richard Fleischer y que entona más con la fantasía futurista que con la realidad del siglo XXI. Sin embargo, el concepto central de la obra, salvando las distancias, puede que no sea tan utópico. Y es que investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) y del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2) han desarrollado unos nanorrobots capaces de navegar por dentro del cuerpo humano. No obstante, como comenta Samuel Sánchez, profesor de investigación ICREA y líder del Grupo de Investigación IBEC de Nano Dispositivos Biológicos Inteligentes, el término más correcto sería LipoBots. «Si buscas nanorrobot en Google, no es lo que vas a ver aquí», dice el científico.

No se trata de instrumentos metálicos. Ni tienen nada que ver con la imagen mental que nos podemos hacer de la nanorrobótica. Más bien, todo lo contrario.

La química y la biología se encuentran bajo el diseño de estas nanopartículas. Una de sus principales características es que se mueven mediante el uso de enzimas. Un sustituto del agua oxigenada, antiguo propulsor de estos nanorrobots, el cual no era compatible con el cuerpo humano y no se podía utilizar para las aplicaciones biomédicas, como es la administración de fármacos.

En 2015, los investigadores utilizaron partículas de dióxido de silicio, que funcionarían como el ‘chasis’ de la partícula. Esta estructura tiene una serie de poros, donde se encapsularían los fármacos, a modo de maletero. Y alrededor de todo esto, un anillo de enzimas. En concreto, ureasa. Esta es el motor del nanorrobot, que se activa al entrar en contacto con su combustible, en este caso, la urea de la vejiga, primer lugar donde fueron probados. Resultó. «Se mueven por reacciones químicas. Hay gente que utiliza campos magnéticos, luz… Nosotros lo hacemos con la química. De la misma manera que una bacteria hace para alimentarse o huir de una toxina», asevera el investigador.

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