Por: Rosa M. Cubela
Dicen las abuelas que un buen susto lo puede parar instantáneamente. ¿Pero sabes realmente qué es el hipo? Por lo regular, proviene de comer rápido y mucho, o es el resultado de tomar alcohol en exceso y/o bebidas gasificadas. Puede aparecer también por una imprevista situación que haya provocado estrés.
Cualquiera de los motivos detallados perturba los nervios que controlan el diafragma, músculo que con su expansión ayuda a los pulmones en el mecanismo de la respiración.
En la crisis, los nervios disparan un espasmo involuntario en el músculo, forzando a la persona a succionar aire. Luego, la glotis –abertura que hay entre las cuerdas vocales– se cierra rápidamente, lo que impide el paso del aire y provoca ese sonido característico del hipo. Después de un momento, el diafragma se contrae nuevamente y el proceso vuelve a empezar.
Muchas curas se dirigen a interrumpir el ciclo: se puede aplicar cubitos de hielo a los costados del cuello al nivel de la “nuez o bocado de Adán”, tomar agua helada, o a hacer gárgaras. También otro truco es tragar lentamente una cucharada de té con azúcar, hielo triturado, o pan duro. Pero ¿cuántas veces hemos tratado de remediarlo y no dio resultado?
Entre las estratagemas que suelen ser efectivas está la de respirar dentro y fuera de una bolsa de papel, que no puede ser sustituida por una de plástico. Así se levanta el nivel de dióxido de carbono en la sangre. ¿Cómo sucede? Nadie está muy seguro. Pero todo indica que esta solución es efectiva.
Si el alcohol es el motivo del hipo, existe el llamado “truco del cantinero”: se debe cortar la punta de un limón más bien verde, porque debe ser bien agrio, y luego comer esa cascarilla y chupar el líquido que queda fuera. Un poco amargo pero efectivo al fin.
Aunque resulte gracioso, y despierte carcajadas para el individuo que lo padece repentinamente en una charla o en una comida, el espasmo diafragmático que se da en forma repetida puede estar indicando un problema más serio de orden estomacal, alguna afección en los intestinos, y hasta una futura hepatitis. El consejo más sano, en estos casos, es recurrir al médico.