Impunidad militar institucionalizada

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Quienes peinamos canas y pateamos más del medio siglo, recordamos como cuando éramos niños o jóvenes, la presencia en la cuadra, en el barrio o en la colonia, de Cherokees, era anuncio de secuestro, tortura, asesinato y desaparición forzada; Por qué?, porque aquellas eran el transporte asignado a los escuadrones de la muerte, integrado por las fuerzas de seguridad, cuya misión era imponer por terror, el silencio y la docilidad al orden establecido por los militares en el poder, por persecución y ejecución, de quienes enfrentaban, a aquellas injustas condiciones.

En ese marco, los escuadrones se cebaron con total impunidad desde 1970 en la eliminación de quienes eran señalados por Daubuisson y otros como aquel, como comunistas, lo que arreciara en el período previo al asesinato del Santo Romero, también su víctima, y que se calcula provocara la desaparición y muerte de alrededor de 30,000 salvadoreños hasta 1979, en el marco del terror desatado por el estado militarista salvadoreño, que aprendieran de los paracaidistas franceses, que recorrieran nuestra América Latina “enseñando” a los militares de cada país a mantener en cintura a sus respectivas poblaciones, cautivas de éste esquema y descrito y recogido en los diversos informes que desde la operación cóndor, que rastrillara nuestro territorio eliminando toda resistencia, se generaron para recolectar las pruebas de los crímenes cometidos por los ejércitos latinoamericanos además del salvadoreño.

Es decir, aquello se correspondió con un plan implementado regionalmente, en el que los militares realizaron gustosos el trabajo sucio para el que fueran formados en la escuela de las Américas, fort Bragg o fort Benning, en el que básicamente se les enseño que la ciudadanía es “…débil y medrosa, pero además el enemigo, y por tanto legítimo cualquier medida con la que se la controle, en total menosprecio de sus derechos como de la legalidad, pues la legalidad es de inspiración militar…”, y consecuentemente arbitraria, que constituye el vertebrado de la doctrina de aquellas escuelas.

En nuestro caso particular, es el Informe de la Comisión de la Verdad, “De la Locura a la Esperanza”, elaborado por las UN, el que destaca resumiendo los casos en los que se describe el papel de los agentes del estado salvadoreño en concretas acciones dirigidas a eliminar objetivos civiles, con lujo de barbarie.

Debemos subrayar que los ejecutores de estos crímenes, lo hicieron con la seguridad del aval del estado salvadoreño, quién les asegura incluso ahora la impunidad, pero además por los EU, quién los equipa, entrena e indoctrina, adecuando el perfil ausente de personalidad propia que constituye al militar promedio, que encuentra en el uniforme el espacio en el que puede ser, de lo que antes es incapaz.

Entonces no debe sorprendernos que, pasadas las décadas, la FA no comprenda su papel ante la historia, ante la institucionalidad, pues se sabe garante de los poderes fácticos que, sin ella, simplemente no se sustentan, por lo que ve en esa relación simbiótica su fuente y razón de ser, si se quiere, su garantía de ser.

*Educador salvadoreño

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial